Cortina burda, argucia de mediocres, escudo de torpes, refugio de ineptos, caparazón de galápagos, escabel de inéditos. Las utilizan como método y a modo de muletas para que sus cuerpos de polichinela parezcan rectos y sus cabezas firmes. Dicen que hacen sin hacer y cuando algo hacen, olvidan los valores con que debe sustentarse aquello que se hace ¿Castillos en el aire? ¿Nada por debajo? Más tarde o más temprano se viene todo abajo. ¡Qué importan si con ello se derrumba el templo! Construirán de nuevo sobre arena, sobre lo aleatorio y olvidarán las paredes maestras. Todo en panel de aglomerado, alimento fácil para la carcoma de la prevariación y del cohecho.        

    No admiten la evidencia que es algo que orienta al hombre cabal hacia la autocrítica y desde ella a la rectificación. Aceptarla sería aceptar errores y ellos no los tienen. ¡No fallan nunca! Todo lo hecho es bueno. Dioses de barro que no pueden errar, ombligos de esta nueva era que renuevan su cordón umbilical y en vez de acoplarlo a nobles placentas lo hacen a ubres exuberantes, turgentes, bien repletas, donde se refocilan avariciosamente.         

   Truhanes del tres al cuarto que se mofan de la ley y el orden establecido. Se llaman andana cuando suenan con nitidez de clarín sus atropellos por los alberos de las plazas. Se quedan tan frescos… Rostros de cuarzo, feldespato, ortosa y mica no aptos para el humano sonrojo. Trocean nuestro solar, heredad de tantos años. Traicionan la gran ciudad y obedeciendo a los poderes del mundo hacen pactos ocultos pretendiendo que la maldad de sus actos se asemeje a la verdad que no practican. No se dan cuenta que “nada hay cubierto que no llegue a descubrirse, que nada hay escondido que no llegue a saberse, que lo que e dicen al oído por la noche se sabrá no tardando en pleno día” (Lucas 12, 1-7)      

      ¿Responsabilidad por lo hecho? El tiempo borrará la injusticia de sus actos, de ello se encargará también el cierzo. Alborearán una tras otras nuevas iniquidades y todo quedará, con el uso utilitario que se hace del Derecho y la alarmante politización de la Justicia, -Justicia injusta, Justicia tarda, Justicia parda,- sepulto en el recuerdo.       

     El poder prácticamente absoluto, obtenido con pactos indignos, de baja estofa, en manos de mediocres absolutos, no sólo corrompe sino que confunde y destroza, pero convence a los confusos y sobre todo a los obtusos, que por gracia de la incultura que propician, van aumentando en este ruedo hispánico que siempre parece inconcluso.     

       La honradez, la austeridad, la templanza, la bonhomía, es espíritu de servicio, los valores del alma, ya no cuentan. Lo que cuenta son las cuentas ¡o pesebre o precipicio! Y que nadie intente subir por la vía del esfuerzo. O te agarras a ese símbolo de primavera empuñada que como señuelo te tienden, o vano quedará tu intento. ¡Hay que estar alerta! No lo cojas, que no lo ofrecen con la mano abierta ¿Estará uno en lo cierto? La duda se disipa, propicio es el momento. Parece que llega la hora de cambiar de tercio. Si es para bien, que así sea y que dure mucho tiempo.           

                     Jorge Valdés-Hevia y Villa