No hay poder más despótico, ni tiranía más feroz,  que  la que se produce cuando el poder político de un Estado actúa fuera de los límites del ordenamiento jurídico, haciendo añicos la seguridad jurídica y convirtiendo su voluntad (propia o impuesta) en la única interpretación de la ley, avalando la misma por un falso tribunal nombrado por el mismo poder político.    

      Cada día el poder actúa más arbitrariamente y siempre en contra de los más débiles, como hemos contemplado estos días en el aquelarre jurídico organizado para enmascarar los ilícitos cometidos por las entidades financieras, esas cuyos consejos directivos y de administración estaban constituidos por los “señoritos” del Régimen y nombrados por los poderes, legales o  fácticos del Sistema.        

  Los ahorros de unos españoles engañados en su buena fe se han evaporado, han desaparecido en el juego de los trileros  financieros,  en ese ejercicio de magia negra en el que han convertido el sistema político financiero, pues para salvar al euro, condenan a millones de españoles a la miseria, al paro y  a la intemperie, hoy para los gobiernos europeos no importan las personas, lo único que importa es la codicia, es el euro.      

    La especulación financiera es moralmente inaceptable y además es delito, y el Régimen que le da cobertura es injusto y tiránico, hecho que ya sabíamos por dictar normas contra el derecho a la vida, normas que proceden de los servidores de la bestia.     

     Con la excusa de una crisis económica y financiera provocada por los enemigos del hombre, con la colaboración de los partidos políticos del Sistema, y de los altos cargos al frente de las instituciones, esos que han confundido la lealtad institucional con la desviación de poder, y la defensa del principio de legalidad con la persecución  de las personas que defienden la dignidad del hombre, nuestro gobierno hace bueno aquello de “que nadie podrá comprar ni vender sino lleva el número de la bestia”, y para ello ha dictado la ley 7/12 limitando los pagos en efectivo iguales o superiores a 2500 euros,  a la vez que aprobaba una amnistía fiscal para los grandes defraudadores, en un ejercicio de arbitrariedad legislativa sin precedente en el derecho patrio.       

   Un régimen político cuando moralmente es inaceptable,  actúa siempre con arbitrariedad, la llamada discrecionalidad administrativa la han convertido en la expresión bárbara de la más absoluta arbitrariedad en los actos políticos de la que en última instancia dimana.     

     Días atrás, lne en un editorial político y sin contenido real, habla pero no razona y afirma que lo que faltaba en esta crisis es asustar a los ahorradores, y habla de que los bancos son el corazón del sistema, pues bien señores eso no es cierto, bueno, es cierto en la España de la codicia y así nos va, el corazón de un sistema que sea moralmente aceptable,  no son los bancos,  es el hombre, es la persona y su transcendencia, cualquier Sistema que reniega del hombre está condenado al fracaso, sencillamente está al servicio de la arbitrariedad de la bestia.         

No hay trasplante posible para el Sistema, ha muerto. Hoy, los servidores de la bestia intentan cambiar la fachada del Régimen mediante un golpe palaciego, otro más de los soportados durante estos últimos cuarenta años, con la intención de encarcelar nuestra libertad, nuestros derechos y por supuesto seguir esquilmando los ahorros de los españoles. El problema ya no reside en la forma del Estado, es más profundo, estamos ante la disolución del mismo, llegan los tiempos en que sin “fe” en España y en el estado español, estamos en manos de los que reniegan de la patria, el pan y la justicia, estamos bajo la arbitrariedad de la bestia, aunque ésta se vista de seda como las princesitas de los cuentos, de los cuentos que llevan años contando.

Á. de las Asturias