El portugués remató una gran jugada colectiva en el minuto 22 de la primera parte y desactivó a los rojiblancos, que tiraron más de ganas y de corazón que de fútbol durante todo el choque. La baja de Agüero y la lesión de Reyes en el primer acto hicieron imposible cualquier atisbo de remontada.

   Con el feudo colchonero engalanado como en las grandes ocasiones y rugiendo sin cesar, los de Quique Sánchez Flores intentaron contagiarse de las ganas de su afición. Sin embargo, para batir a un conjunto del calibre del Real Madrid hay que echarle algo más que entusiasmo y hoy por hoy, el actual subcampeón del torneo carece de juego para darle a la vuelta a este tipo de envites.

   Sin tensión no se gana este tipo de afrentas, pero sin juego menos. El centro del campo atlético es un desierto desde que se iniciara la temporada y sólo los destellos de calidad del Kun y las intervenciones de De Gea han ido sosteniendo a un club que en el cielo en el 2010 y que a comienzo de este año nada más que le queda la Liga, tras caer a las primeras de cambio en la Europa League.   

En la cera de enfrente, está el vecino. Aunque en realidad está a años luz. Los de Mourinho cuentan con una sola mancha en el expediente esta temporada --la goleada sufrida en el Camp Nou--, bastante grande, pero saben lo que quieren y tampoco tuvieron que mostrar su mejor versión para superar la ronda.   

Cuando las revoluciones de su rival bajaron, los blancos combinaron en las inmediaciones del área y una jugada grupal echó el cerrojo al derbi. Xabi Alonso recibió un pase e inventó. El tolosarra volvió a hacer de su pie derecho una escuadra y un cartabón y dibujó un pase suave y perfectamente dirigido para Ramos, que conectó con Cristiano y éste no falló.   

A pesar de volver a cazar con "gato" --el luso actuó en punta-- los de Chamartín no echaron de menos a Benzema, que a pesar de intentarlo y no desentonar en Almería saliendo desde el banquillo, sigue sin convencer a Mourinho. Acto seguido al gol, las noticias siguieron siendo malas para los locales, ya que Reyes, que casi aprovecha un error de Casillas al inicio, tuvo que retirarse por una entrada dura de Arbeloa.

   Precisamente el sustituto del utrerano, Diego Costa, fue el que más peligro llevó a la meta visitante a la media hora con una internada que no encontró rematador. Antes de enfilar el túnel de vestuario, el actual Pichihi del campeonato doméstico se inventó un taconazo que habilitó a Di María, pero éste no llegó a disparar.

UNO NO QUIERE Y EL OTRO NO PUEDE   

Tras la reanudación, se vivieron 45 minuto insípidos, algo normal dado el contexto. Tiago, demasiado gris teniendo en cuenta lo que su equipo le necesita, disparó flojo a los guantes del capitán madridista. Acto seguido, el uruguayo Forlán también probó fortuna desde lejos, pero su tiro se fue desviado.   

Ahí murieron las escasas opciones de los rojiblancos. Con el partido más que sentenciado hubo tiempo para que jugara el cantero atlético Alberto Perea y para que Kaká siga ajustando su puesta a punto tras volver de su lesión. La que no fue sustituida en ningún momento fue una grada que se desgañitó hasta el pitido final.

   Con esta victoria blanca sigue de manifiesto quién manda en la capital de España. La distancia es abismal entre ambos y al Real Madrid parece no afectarle todo el revuelo de posibles fichajes, arbitrajes y problemas internos que envuelven su día a día. El equipo de Mourinho quiere todo y la próxima semana tendrá un puerto de categoría por ascender como último escalón hasta la final. Espera el Sevilla. Espera el actual campeón, puesto que ansía el club.