Las manifestaciones finalizaron a mediodía, según lo previsto, lo cual hace pensar que los yemeníes que no forman parte del núcleo opositor tradicional no se han sentido motivados para transformar la marcha en un levantamiento masivo similar al que se ha producido en Egipto.   

Aun así, la oposición ha logrado congregar en las calles de Saná a más de 20.000 personas, la multitud más numerosa que se ha manifestado en Yemen desde las protestas de hace dos semanas, inspiradas en las movilizaciones populares que han derrocado al presidente tunecino, Zine al Abidine Ben Alí, y que amenazan al egipcio, Hosni Mubarak.   

"La gente quiere un cambio de régimen", gritaron las personas que se habían concentrado junto a la Universidad de Saná. "¡No a la corrupción, no a la dictadura!", reclamaron.  

  Salé, que lleva 30 años en el poder, dijo este miércoles que cuando finalice su mandato, en 2013, dejará el cargo. Además, aseguró que no transmitirá el poder a su hijo e hizo otras concesiones políticas.

   Aparte de en Saná, ha habido manifestaciones en la ciudad meridional de Taiz, donde Salé fue gobernador militar, y en otras ciudades del sur del país, donde existe un movimiento separatista cada vez más activo.

REFRIEGAS EN ADÉN   

En la ciudad costera de Adén se han producido algunas refriegas porque las fuerzas de seguridad han reprimido a los manifestantes con gases lacrimógenos y dos personas han resultado heridas. En la ciudad estaban desplegados cientos de efectivos de las fuerzas de seguridad, que han arrestado a 20 personas, según ha dicho un portavoz de la oposición.

   Aunque el principal partido de la oposición, el islamista Islah, valoró positivamente las últimas decisiones de Salé, afirmó que las protestas se llevarían a cabo igualmente.  

  Pero los manifestantes antigubernamentales parecían no tener una postura consensuada, ya que algunos pedían la dimisión del presidente y otros prefieren que demuestre que va a cumplir sus promesas. "Lo que ofreció ayer el presidente fue solo teatro. No me fío de él", declaró Mahmud Abdulá, uno de los manifestantes, en Saná.   

Los analistas creen que para que las protestas antigubernamentales tuviesen repercusiones significativas, tendrían que participar de forma masiva en las manifestaciones ciudadanos no afiliados a ningún partido y jóvenes descontentos, que sufren una alta tasa de paro y tienen pocos ingresos.

   En opinión del analista Gregory Johnsen, de la Universidad de Princeton (Estados Unidos), "lo peligroso para el Gobierno sería que todas las corrientes de la oposición (...) se uniesen (...), porque tienen el mismo enemigo político".

EL GOBIERNO PIDE UN "DIÁLOGO SERIO"

   El ministro de Asuntos Exteriores, Abubakr al Qirbi, ha declarado a BBC Radio que  los partidos opositores y el gobernante deben entablar ya un "diálogo serio". "Nunca hemos cerrado la puerta a su participación", ha recalcado.   

Cuando se le ha preguntado si cree que el malestar social podría ser aprovechado por islamistas radicales, ha contestado: "La inestabilidad, no solo en Yemen, sino también en Egipto, en Túnez o en cualquier otro país, favorecerá a los extremistas y terroristas. Por eso es importante trabajar con los gobiernos y los partidos de la oposición, para que se den cuenta de que el objetivo del cambio es generar estabilidad y no anarquía".  

  La coalición opositora yemení ha señalado que quiere garantías de que se llevarán a cabo reformas y ha exigido la mejora de las condiciones de vida de la población. En torno a un 40 por ciento de los yemeníes viven con menos de dos dólares al día y una tercera parte padece hambre crónica.