De esta manera, el crecimiento previsto por la institución sigue siendo inferior al del Gobierno, cuyas últimas proyecciones sitúan el crecimiento del Producto Interior Bruto (PIB) en el 1,3% este año y en el 2,3% en 2012.   

 En términos globales, la actualización de junio de su informe Perspectivas Económicas Mundiales ha advertido de la "ralentizando" temporal que se está produciendo en la economía global y de que los riesgos a la baja en el crecimiento se han incrementado de nuevo, al mismo tiempo que subrayó que la "suave ralentización" observada en el segundo trimestre de 2011 en las economías avanzadas "no es alentadora".  

  En concreto, el FMI señala que el crecimiento en muchas economías avanzadas es "todavía débil, considerando la profundidad de la recesión", mientras que, por el contrario, en los países emergentes y en desarrollo continúa siendo fuerte.    Así, la institución ha revisado en una décima a la baja su previsión de crecimiento de la economía mundial respecto a la estimación de abril, hasta el 4,3%, al mismo tiempo que ha dejado sin cambios la de 2012 en el 4,5%. El hecho de que apenas se hayan realizados modificaciones en las previsiones se debe a que los cambios en las economías nacionales se han compensado unos a otros.  

  El Fondo apunta que una debilidad mayor de la prevista en la actividad de Estados Unidas y una renovada volatilidad financiera ante las dudas por la profundidad de los desafíos fiscales en la periferia de la eurozona son los principales riesgos a la baja.

   Las previsiones del fondo esperan que Estados Unidos crezca un 2,5% en 2011 y un 2,7% en 2012, tres y dos décimas menos que en su anterior estimación, mientras que el PIB de la eurozona aumentará un 2% este año y un 1,7% el próximo, cifras que revisan en cuatro décimas al alza y una décima a la baja los datos de abril, respectivamente.   

 Asimismo, también señala que otros riesgos proceden de los "persistentes" desequilibrios en los sectores financieros y fiscal en muchas economías avanzadas, al mismo tiempo que están aumentando aparentemente las señales de sobrecalentamiento en muchas economías emergentes y en desarrollo.   

 Por ello, considera "crítico" para garantizar el crecimiento y la creación de empleo en el medio plazo que las economías avanzadas ponga en marcha fuertes ajustes, una consolidación fiscal equilibrada y creíble, la reparación del sector financiero y otras reformas, al mismo tiempo que los países emergentes reequilibran la demanda y endurecen su política macroeconómica.