VALENCIA, 23 Abr. (EUROPA PRESS).-

El Real Madrid ganó credenciales para afrontar las semifinales de Champions gracias a una soberbia goleada (3-6) ante el Valencia, en un partido donde el equipo de José Mourinho ofreció sus mejores momentos de la temporada, apartado de la presión y propulsado por el éxito copero del pasado miércoles.   

La victoria sobre el Barcelona ha supuesto un antes y un después en la temporada. Los blancos, con armas distintas que su eterno rival, han aprovechado su regreso a Mestalla para enviar un nuevo mensaje a los de Guardiola. Ahora, el Real Madrid gana y convence. Higuaín respiró a base de goles y Kaká despertó de su letargo.   

Fue una tarde de color de rosa. Una tarde para las sonrisas y la calma, un sábado que sirvió también para el propio Mourinho, quien se dio cuenta que su once encorsetado e innegociable tiene otras variantes importantes. La opción de Canales, el fútbol de Benzema, el criterio de Granero.   

Con un equipo plagado de jugadores no habituales -sólo Casillas y Carvalho repitieron de la final de Copa- el Real Madrid ofreció argumentos desconocidos hasta la fecha. El Valencia, desaparecido, hincó pronto la rodilla y no dio síntomas de querer sentenciar su presencia continental para el próximo curso ante un rival de enjundia.   

La afición che no entendía el recital blanco, que abusó de su físico para ornamentar la frescura de su juego. Tanto fue así que desde bien pronto avisaron los de Mourinho. Benzema pegó al larguero a los 20 minutos y Canales, casi inédito esta temporada, alcanzaba el área rival con peligro.   

Sólo dos minutos después fue el ariete francés quien inauguró el saco de goles. Benzema persiguió con fe un pase horizontal de Higuaín, Guaita la rozó pero sin atajarla, y casi a placer logró el primero, preludio de una tarde de magia madridista, de acierto infinito.   

A la media hora Higuaín estableció el segundo tras un error defensivo del Valencia. Mathieu dudó en la cesión a Guaita y el argentino, insaciable en la faceta anotadora, empujó sin impedimentos. Justo botín para los flamantes campeones de Copa, que aún lograrían dos goles más antes del descanso.

KAKÁ FIRMA SU MEJOR PARTIDO.   

Dos tantos que tuvieron como protagonistas a Higuaín y Kaká. El argentino se olvidaba por completo de su lesión aprovechando un pase enorme del carioca, que disfrutaba de sus mejores momentos desde el verano de 2009. Kaká anduvo suelto, cómodo, sin la presión que le ha mantenido inmerso en una sombra de lo que fue en Milán.   

Con el 0-4 al descanso, la segunda parte ofreció más alegría y más goles. Dos del Madrid y tres del conjunto local, obligado a una respuesta que no provocase un resultado humillante. Pero para el despertar levantino hizo falta el quinto de Higuaín, sobresaliente en los movimientos, que llegó tras otra excelsa asistencia de Kaká, renacido, recuperado.   

Fue entonces cuando el Valencia demostró que corría sangre por sus venas. La entrada de Jonas, que sustituyó a un irrelevante Maduro, mejoró la creación de juego de los de la capital del Turia, y Soldado disparó con fiereza para recortar distancia ante su ex equipo, apenas minutos después del gol del pipita.   

El propio Jonas y Jordi Alba elevaron hasta tres la cuenta goleadora de los de Unai Emery, pero Kaká -empeñado en llevarse el foco de las portadas- consiguió un gol de bandera que agrandó su cuota de protagonismo. Fue el sexto del Real Madrid, el que confirmaba su hambre de títulos, su irrefutable unión tras el título de Copa.   

De esta forma, el Real Madrid -homenajeado con el tradicional pasillo por el Valencia- se suelta la melena y mira de frente al Barcelona, convencido de repetir este miércoles lo que logró el pasado. El mejor escenario para un Madrid que parece haber olvidado que delante estará el Barça, el equipo que cambió la historia del fútbol moderno, la perfección sobre un terreno de juego.