En el debate televisado entre los dos principales candidatos a la presidencia del gobierno no se ha producido ningún cambio sustancial que haga modificar las predicciones del resultado electoral.     

     No obstante no debe darse por sentada la victoria del PP, pues, aunque en el debate, el señor Rubalcaba demostró no ser ese “elixir mágico” que soluciona cualquier adversidad, no quiere decir que haya perdido su capacidad de conspiración ni el PSOE sus actitudes para saltarse la legalidad con total desfachatez, como ya pasó, desde el punto de vista histórico, cuando trataron de corregir el resultado adverso de las elecciones de 1933, dando el golpe de estado conocido con el nombre de “Revolución de 1934”, antiguamente también llamada revolución de octubre.     

     Desgraciadamente no hay que remontarse a antecedentes tan lejanos para detectar actuaciones contrarias a la legalidad y a la ética política, por parte de ese partido. Todos podemos recordar como transformaron el accidente sufrido por un petrolero en un verdadero problema de orden público. Todavía más grave fue la violación de la jornada de reflexión de las elecciones del año 2004, su exigencia precipitada de explicaciones al Gobierno cosa que jamás sucedió ante ningún atentado terrorista. Seguida de una actitud, cuando menos obstruccionista, en la aclaración del mismo cuando llegó al poder.       

   En el momento actual, la banda terrorista ETA emite un comunicado en el que anuncia el cese de la violencia pero ni se rinde, ni entrega las armas, ni pide perdón e incluso trasmite la sensación de que tal cese es indefinido siempre y cuando el Gobierno se plegue a sus exigencias.  

        Por todo ello tal comunicado parece ser un balón de oxigeno electoral que la banda trata de proporcionar a la izquierda para minimizar el triunfo de la derecha y, si éste se produce y no cede ante sus exigencias, volver a asesinar y achacarle al PP la culpa de la situación de terror en el País Vasco.   

       El mismo fenómeno de los “indignados”, surgido por primera vez poco antes de las elecciones autonómicas, protestando de una manera genérica contra el sistema pero centrando sus protestas cuando se materializaban en algo concreto contra la derecha y manteniendo unos postulados de marxismo rancio aderezados con ciertos matices anarquistas y otros planteamientos característicos de movimientos marginales, transmiten la convicción moral de que simplemente nos encontramos ante unas maniobras orquestales en la izquierdosidad, de ese movimiento tan perfectamente organizado y controlado -con disciplina pseudo militar- como son los incontrolados de izquierdas.     

     Esperemos que estos temores resulten infundados, que el PSOE abandone el aire de los años treinta y recupere la sensación de empezar a convertirse en un partido de tipo europeo como apuntaba a finales de los años setenta y principios de los ochenta y no trate de recuperar con desordenes públicos lo perdido en las urnas y mucho menos perturbar el orden electoral  

 Esteban Alú Mortera