Jueves, 16 de mayo de 2024
lo politicamente correcto
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EN el imprescindible brief mañanero de Actuall dan cuenta de la moda creciente en las bibliotecas de las universidades americanas de etiquetar los libros con advertencias sobre su contenido cuando éste no se somete a las obsesiones de lo políticamente correcto. De ese modo, el joven o inadvertido lector recibe la necesaria vacuna contra el peligro oculto en la obra que tiene entre las manos: ha de saber, por ejemplo, que la Metamorfosis de Ovidio promueve la violación, que El gran Gatsby es una novela misógina, que Matar a un ruiseñor es una apología del patriarcado o El mercader de Venecia un monumento antisemita. Este brutal e inconcebible etiquetado va imponiéndose bajo la presión de los innumerables grupos que promueven los derechos e imagen de todo tipo de minorías bendecidas por el sistema, ya sean étnicas, sexuales o religiosas, de modo que no tardaremos en ver reducida toda la historia de la literatura y el pensamiento occidentales a un atadijo de estúpidos anatemas. Entonces será cuando ciertamente Ovidio sólo interesará a los sátiros, Shakespeare a los nazis y Dante a los islamófobos.
En España siempre reaccionamos con sonrisa displicente ante el anuncio de estas extravagancias americanas, pero cuando antes o después nos llega la ola, hacemos deseables los desatinos anglos. Un buen ejemplo lo tenemos en la imposición a lo carpetovetónico de la ideología de género y sus consecuencias. Hace unos días leía con asombro que nuestras estadísticas oficiales han dejado de registrar desde hace algunos años los asesinatos de varones a manos de mujeres, de manera que no quede memoria ni constancia oficial de ellos. Y es que, por definición, la violencia doméstica es en España violencia machista, y contra este axioma nada han de poder la realidad ni las estadísticas. Los treinta varones asesinados en lo que va de año por sus parejas femeninas no cuentan, por lo tanto no existe violencia contra el hombre en España, ésta es practicada única y exclusivamente contra mujeres y por varones. Naturalmente, estas estadísticas trucadas son luego utilizadas para excitar a la opinión pública y justificar leyes discriminatorias contra la mitad de la población. Todo se andará: nadie se extrañe mucho el día en que se anuncie que todo varón español, políticamente incorrecto por el mero hecho de existir, debe llevar en lugar bien visible su etiqueta.
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