Hace unos días recibí una llamada telefónica de un amigo, Don Joaquín Mastache de la Peña, economista y consultor cuya experiencia le avala, y con el que mantuve una interesante conversación sobre la situación económica actual. Los comentarios realizados por él, y los datos que me remitió me recordaron un artículo que leí ya hace años sobre los antiguos sistemas japoneses de pesca. El pescador japonés salía todas las mañanas en su barquichuela a pescar, no necesitaba velas, ni redes, ni nada de los que nuestros aguerridos marinos cántabros necesitan para luchar con la mar, y ganarse el jornal; nuestro protagonista iba únicamente acompañado de un cormorán. El cormorán es un pájaro que se alimenta esencialmente de peces, de lo cual se aprovechaba convenientemente nuestro cómodo pescador, el sistema japonés, consistía en que el pescador previamente había colocado al cormorán (el verdadero empresario-autónomo) en el cuello una arandela lo suficientemente ajustada para que una vez que el pájaro había pescado algo, y se disponía a comérselo, la arandela impedía que el desgraciado animal no pudiese ver satisfechos sus trabajos y ansias por que no podía pasar el pez por el cuello; lo que era aprovechado por el pescador para sacarle el pez del buche y ponerlo en la barca para repetir la operación una y otra vez: este sistema solo tenía el inconveniente de que uno de cada diez peces había que permitirle al cormorán comérselo, por que si no corría nuestro pescador el peligro de quedarse sin su instrumento. Al final de la jornada, el pescador de ojos rasgados volvía a su casa para dar de comer a su familia con el trabajo del cormorán, y si algo sobraba para sacar algún ahorrillo, mientras el cormorán exhausto se le permitía descansar para volver al trabajo al día siguiente.  

 Como verán el símil entre el cormorán y el ciudadano-contribuyente desde que existe el Impuesto de la Renta de las Personas Físicas es bastante parecido, pero volviendo al comentario de Don Joaquín, como técnico en materia económica-empresarial y, hablando del tema de la Seguridad Social y su futuro que tanto preocupa a bastantes españoles salvo a aquellos que como el japonés siempre tengan algún comorán que explotar, sus comentarios con pruebas numéricas eran concluyentes, en este caso el cormorán era el pequeño empresario o el autónomo, que condenados a trabajar si es que quieren que quede algo para comer, ven peligrar su futura cotización a la pensión de jubilación, y aquí dejo hablar a nuestro amigo Don Joaquín el que me escribía literalmente “Como todos podemos comprobar las cotizaciones sociales que tienen que soportar empresa y trabajador ( ambos junto con los recursos naturales son los únicos factores de producción ) en una empresa que se dedica a la actividad metalúrgica ascienden a un 40,40% calculado sobre las bases de cotización del trabajador, es decir, si aceptamos que la cotización media  del sector son 2.000,00 € incluidas pagas extras, la cantidad a cotizar seria de 808,00€ por mes lo que representa un total en el año de 9.696 €. Dándose la circunstancia, que la empresa soporta el 84,28% de la totalidad su aportación asciende a 8.171,79, ascendiendo a 1.542,21 la cantidad que soporta el trabajador, lo que representa un 15,72%. De lo anterior se desprende que la Empresa, grande, mediana o pequeña es quien soporta mayoritariamente las cargas de la Seguridad Social. Este considero que es el primer gran logro del Marxismo, pues tiene una incidencia importante en el reparto de la Plusvalía, dado que antes de la creación en España del antiguamente llamado Instituto Nacional de Previsión en el año 1908 estos costes no los soportaba la Empresa., aunque con D. Eduardo Dato en el año 1900 ya inicia el camino. ( Dato fue asesinado en 1921 por anarcosindicalistas Barceloneses ).

Mi opinión con respecto al estimulo de la contratación a través de incentivos a los nuevos contratos me parece perversa, pues beneficia a unos pocos y los pagamos entre todos, además esto permite ser utilizado como moneda de cambio entre el PSOE y el PNV para la firma de los Presupuestos para el 2011. No podemos aplicar diferentes políticas de empleo, salariales, fiscales etc., en nuestra Nación, pues crean unos agravios comparativos tremendos y que se utilizan torticeramente los diferentes partidos políticos para repartirse el presupuesto según les convenga.”

Como veréis, mientras los pescadores se ponen de acuerdo como repartirse el pescado, al menos en algunos sitios los cormoranes tienen la posibilidad de decir algo, y esperemos que poco a poco se vayan buscando soluciones a la terrible situación que se avecina, y me temo que o son los cormoranes los que resuelven la situación, o el pescador de ojos rasgados en su incapacidad de trabajar solo se le ocurrirá freir al cormorán para comer el día que se acaben los peces, el cual llegará.   RECAREDO