Hace ya unas semanas muchos tuvimos la ocasión y disfrutar con la conferencia que impartió Alejo Vidal-Quadras en el Club de Prensa de la Nueva España de Oviedo bajo el sugestivo título de "España en crisis: a grandes males, grandes remedios". El ponente no defraudó y deleitó a los presentes con una conferencia rotunda y cristalina de la actual situación por la que está atravesando nuestra querida España.

  Alejo Vidal-Quadras es de esas pocas personas que, pese al ostracismo al que ha sido relegado por el Partido Popular, su partido, siempre ha sido un referente intelectual y político. Si bien es cierto que hoy es una persona conocida y respetada, en gran parte por sus intervenciones en el “Gato al agua”, han sido muchos los años que ha pasado apartado, en la lejanía de Europa y sin ostentar ningún cargo orgánico en el PP, sin ningún peso en el partido y alejado de corrientes, baronías y luchas de poder. Sin embargo, cual Pepito Grillo, él nunca ha callado y ha seguido siendo una especie de voz de la conciencia para el PP. Sin gritar, sin aspavientos y sin rupturas, él siguió trasladando su mensaje a quien quería escucharle. Bien es cierto que hasta hace poco, pocos fueron los que en España le prestaban atención y su ascendencia sobre el partido era nula.

  Sin embargo, pese a su actitud crítica nunca ha participado en movimientos desestabilizadores. No hizo ruido en el Congreso de Valencia. Es posible que algunos lo atribuyan achaquen al miedo, al temor a no volver a salir en la foto. No lo creo. El currículum de Alejo es de los que a uno le hacen sentirse gusano. No, Alejo no es de los que necesitan de la política para vivir. No fue por miedo, fue por algo tan sencillo e infrecuente como la fidelidad.  

 Vidal-Quadras tuvo muchos motivos y ocasiones para dar un portazo y marcharse con cajas destempladas. No lo hizo. Muchos en su situación lo hubieran hecho, pero él aguantó por el bien del partido y de España, pues la única manera de seguir existiendo políticamente y de poder influir, era la de quedarse, en un segundo plano sí, pero al menos seguía estando ahí, esperando el momento oportuno.  

 En definitiva, su trayectoria política dista mucho de parecerse a la del Sr. Cascos, sobre todo la de los últimos años y meses en particular ¿No les parece?

  La conferencia no que quedó en un mero análisis de la situación, sino que formuló propuestas concretas, ciertamente no muy diferentes de las que se vienen oyendo y proponiendo en los últimos años por innumerables especialistas, analistas e intelectuales (que también la derecha tiene los suyos). Sin embargo, en el artículo de hoy, sólo me centraré en uno de los puntos abordados en la conferencia: la imperiosa necesidad de contar con una mayoría absoluta contundente tras las elecciones del 20-N.  

 Alejo Vidal-Quadras insistió en la gravedad de la situación actual, de la importancia de las próximas elecciones y cómo en las mismas nos jugamos mucho, muchísimo. La situación exige un Gobierno con una mayoría rotunda, abrumadora. No es suficiente una mayoría absoluta justa, por mucho que baste como aritmética parlamentaria. Dadas las importantísimas reformas que han de abordarse, el gobierno ha de saberse respaldado, abrumadoramente respaldado. Ya sabemos que a partir del mismo día 20 o incluso unos días antes la izquierda, los sindicatos, el clan de la zeja y los separatistas se echarán a la calle, la incendiarán. Nos esperan meses de huelgas generales, de terrorismo sindical y de kale borroka. Ante una situación tan tensa y violenta, es fundamental que el gobierno del PP se sepa legitimado y respaldado por millones de españoles, que cuenta con el apoyo de la inmensa mayoría del pueblo español para abordar la gran transformación que necesita España.

Ahora mismo no hay otra alternativa. Un Gobierno débil, aun con mayoría absoluta, se vería paralizado por la presión, incapaz de abordar la crisis económica, nacional y moral que está padeciendo nuestra patria. Es preciso contar con una mayoría rotunda que permita tomar decisiones y actuar ya. No hay tiempo para consensos ni discusiones estériles, para diálogos con los “agentes sociales”, ni componendas con los partidos antinacionales y antiespañoles.  

Frente a este planteamiento nacional y contundente de Alejo Vidal-Quadras, en Asturias se nos presenta el Sr. Cascos con su regionalismo localista y de escasas miras. Dice que quiere ser una barrera a los nacionalistas. Por lo que parece, quiere combatir al fuego con más fuego. Combatir al nacionalismo extremo con su nacionalismo descafeinado. El mito del nacionalista bueno y el nacionalista malo. El nacionalista que no se autodenomina nacionalista y el nacionalismo explícito ¿Qué le hace pensar al Sr. Cascos que su egoísmo es mejor que el de los separatistas catalanes? ¿Cómo es que el concierto económico que le gusta al Sr. Cascos para Asturias es tan bueno y el que quieren los nacionalistas catalanes para Cataluña es tan malo?  

 Cuando habla de ser barrera al nacionalismo, lo que en realidad está diciendo es que quiere ocupar su sitio, desplazar a CiU y al PNV como llave de gobierno y ocuparla él. En realidad, el Sr. Cascos no está contra las formaciones nacionalistas, sino contra los partidos nacionalistas que no son el suyo. Cascos no quiere que cese el chantaje a España, lo que quiere es ser él el chantajista, el que se beneficie de la permanente extorsión al gobierno de la Nación. En definitiva, su postura no dista en casi nada de la de CiU y el PNV. Desde una perspectiva moral y española, su proyecto no es distinto del de Durán i Lleida.  

La actitud del Sr. Cascos contrasta con la de Unión del Pueblo Navarro y el Partido Aragonés Regionalista, formaciones de perfil aparentemente similar al del Sr. Cascos y que, conscientes del momento crítico y de la importancia de las próximas elecciones, han decidido presentarse conjuntamente con el Partido Popular para lograr esa gran mayoría electoral que saque a España del precipicio. Toda una lección de responsabilidad y de patriotismo. Un saludo,