Viernes, 26 de abril de 2024
Miedo al rojo
En España basta inducir el reflejo del miedo al rojo y a la quema de conventos para que la “gente de orden” deje de exigir cambios y responsabilidades a la oligarquía, volteando el viso hacia el “mortal y común enemigo”. Pero como aquí ya no queda bastante gente que se crea el cuento comunista, el régimen precisa destacar como figurantes a cuerpos especializados financiados (sindicatos y ONG), adoctrinados (adolescentes descerebrados) o asalariados (policías infiltrados) por él mismo. Si tuviera voz, el señor régimen diría algo así:
“¡Oh, protegedme y protegeos de estas turbas!: Yo represento el orden, ellos el caos. Si insistís en exigir responsabilidades y cambios en este momento sólo nos debilitáis a nosotros mientras les fortalecéis a ellos. Así pues, por el bien de la patria y aún el vuestro propio, dejemos eso de la Justicia para más adelante”.
Y si la “gente de orden” tuviese además de glándula del miedo, un poco de sentido común, responderían así:
“No señor régimen. No es caso el dejar a los zorros a cargo del gallinero ni un solo minuto más. Ya verá cómo una vez saciada la sed de Justicia del pueblo español las protestas amainan. Y si usted teme la furia de los vándalos, deje de financiarles, adoctrinarles y ampararles legalmente. Así pues, la Justicia ante todo, pues su ausencia es causa de la ruina de la patria y sus discordias civiles”.
De hecho, las manifas han servido para justificar algo que ni siquiera se planteó con la kale borroka de ETA: una reforma del código penal que al parecer tiene previsto endurecer las penas a la ocupación de sucursales, interrupción del transporte público, convocatoria de manifestaciones que alteren el orden público, resistencia a la autoridad o agresiones a políticos... y de propina, prohibido filmar los oficios y labores de la policía. Por consiguiente, no cabe duda de que el mejor servicio al sistema de los “antisistema del sistema” es no aplicarles la ley vigente, y así servir de excusa para justificar nuevas leyes más eficaces en eso de atajar cualquier posibilidad de que el régimen se tambalee debido a una sublevación popular espontánea.
Si el votante medio es tan lanar, ¿cómo no quieren que sus representantes sean lobos?
Columnistas
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