Mucho se habla estos días de la futura ley de “transparencia”, ley destinada a entretener al personal, con dos objetivos no manifestados por nuestros legisladores, la abdicación de Juan Carlos I y el apropiarse de los bienes de la Iglesia Católica.

       Hoy, nos enteramos de las reuniones secretas entre los líderes políticos, que convertidos en cortesanas de siglos pasados quieren coronar a sus favoritos, para que la próxima testa coronada encarne una confederación de tribus ibéricas bajo una monarquía republicana, laica, progre y de saldo, eso si con pocos súbditos, pues entre el “matrimonio” homosexual y el aborto, nacer en España es una misión imposible.

       La verdad es que Mariano se está poniendo estupendo, tal vez en este esperpento que es la vida española actual, bajo la luz de la luna camine con Godoy por los jardines de la Moncloa, gracias a la conexión mejicana todo es posible en Madrid, ya saben villa, corte y cucurucho sociedad muy limitada.

       Ahora bien, el que de verdad se pone estupendo, muy estupendo y nos quedamos cortos, es el señor Roca, uno de los padres putativos del aborto constitucional del 77, no lo confundamos con la antaño acreditada marca de fontanería, y eso que de conocimiento de cañerías pestilentes la cara amable de CIU puede escribir una, dos y hasta tres tesis doctorales.

       La verdad, es muy duro  lo que tienen que hacer los letrados para ganar el pan, a la edad de D. Miguel tener que ponerse la toga y pisar, como si fuera un jovencito (a) del turno de oficio,  un juzgado de instrucción,  para un asuntillo de poca monta, de unos presuntos ilícitos penales, de unos delitos comunes de los que diariamente se juzgan en los tribunales españoles.

       Una cuestión interesante es el abono de la minuta, mucha transparencia, la máxima posible, pues tanto golpe de terciopelo, tanto latrocinio con los derivados financieros y tanta traición a España, la minuta la pagaremos todos los españoles, unos con impuestos confiscatorios, otros con rebajas de sueldos, los más con el terrible desempleo. Muchas familias andaluzas sin poder alimentar a sus hijos, y el dinero evaporado en manos de unos sinvergüenzas con “patente de corso” y en algunos casos con derecho de pernada.

       Y, aquí en nuestra Asturias, la muerte a cuchillo (fiscal por supuesto)  de otro “negrito”, y mira que van desapareciendo “negritos”, lo que no aparece es el dinero; recuerden la novela, al final no quedó ninguno.

       Aquí no queda ni la caja de ahorros que ya no reparte ni caramelos, destinados al deleite de masones varios, eso sí esperamos la ley de “transparencia”, pero hoy lo dijo Su Santidad: “también hay trepas entre los cristianos”,  neo tontos pero trepas, que sólo quieren disfrutar de la chocolatada con el amargo sabor de un caramelo rosa y socialmente correcto, como el que se está tragando el honrado pueblo español.

       Tiene razón el Papa, como la tenían sus predecesores. Hoy los católicos en España, nos enfrentamos a una situación de hecho que ha degenerado en una auténtica imposibilidad histórica de que nuestra clase dirigente nos comprenda. Es imposible culturalmente, como lo fue en los dos primeros siglos de nuestra era en Roma. En esta hora nuestros gobernantes, como Plinio en carta a Trajano, consideran a la comunidad católica española como una insensatez, una superstición y por tanto  el mero hecho de ser católico conlleva una culpa o un error, mientras se abre la veda para la caza del católico, tal vez muy influenciados por la fiesta que celebran los hijos de la Gran Bretaña,  aunque aquí el parlamento lo han quemado los ladrones al servicio del neo orden.

       Pero el problema no son los gobernantes, la raíz de los males está en los trepas, esos que  por la gloria mundana han pagado el peor de los precios, el de la venta de sus hermanos en la fe, asumiendo las funciones de pretorianos en la más dura de las persecuciones hasta conseguir la muerte civil de muchos cristianos,  cristianos que gracias a Dios, gozan de una salud civil estupenda. Recemos por los pretorianos, por todos, incluidos los neo tontos y los trepas, pues también se van al cielo todos los “negritos” buenos.      

Á. de las Asturias