En artículos anteriores he descrito las causas de la debacle económica que Occidente -y España en particular-, viene padeciendo desde hace muchos años ya. Ahora es el momento de proponer reformas que implican profundos cambios en nuestro modelo económico. Por sus características, tales medidas despertarán profundas resistencias por parte de los beneficiados por el “statu quo” del mundo; precisamente los mismos que tienen una mayor influencia sobre los parlamentos. Así que lamentablemente me temo que no se llevarán a cabo hasta que el barco se esté hundiendo sin remedio:    

  1º. Saneamiento de los balances de la banca privada: se crea un banco malo que reúna todos los activos tóxicos de la banca privada (española, irlandesa, alemana, francesa, etc.). Pongamos que a cambio la banca privada recibe el 50% del precio en balance de estos activos, la mitad como préstamo en efectivo y la otra mitad en títulos de deuda pública pagaderos a 50 años y con cupón anual equivalente al euríbor a un año más un punto. La banca privada devolvería el principal y los intereses (compuestos) del préstamo en efectivo, recurriendo para ello a la entrega del 10%-50% de sus beneficios netos anuales.  

 El interés de la deuda pública que percibe el banco y la anualidad del préstamo que debe devolver al Estado pueden compensarse. Si la venta de los inmuebles del banco malo arroja algún beneficio con respecto a la compensación que se le ha entregado, el mismo le será entregado al banco correspondiente con carácter anual.  

 2º. Prohibición de operar con reserva fraccionaria sobre los depósitos irregulares de dinero: prohibición de fusionar las figuras de depósito y de préstamo. Para evitar artimañas y minimizar el aparato supervisor, lo mejor que se puede hacer es fragmentar el sector bancario, separando la banca de inversión de la banca de depósito.

   3º. Condenas penales a los máximos responsables de entidades financieras implicadas en casos de fraude y/o colapso financiero; e inhabilitación de por vida para sus empleados implicados.  

  4º. Cierre de fronteras o fortísimos aranceles a las importaciones de productos (intermedios o acabados) procedentes de países con un nivel salarial medio inferior al 40% -por poner un ejemplo- del existente en el país potencialmente importador, y/o que no respeta unos mínimos estándares laborales, o de respeto a la vida y la libertad de sus ciudadanos: requeriría una importantísima repatriación de capitales y supondría un enorme impulso al empleo dentro de los países occidentales. Las consecuencias a corto plazo de tales medidas serían muy profundas y negativas en nuestros mercados, pero a medio y largo plazo darían lugar a una importante regeneración económica.    

Y especialmente para España:  

1º. Reforma del entramado institucional y reasignación de recursos: nada de tocar farmacias o notarios. Un problema real requiere una solución real y no causar estropicios irresponsables en sectores delicadísimos. Soluciones reales son la eliminación de diputaciones, autonomías, ministerios discriminatorios, subvenciones culturales y asesores; erradicación de los extras por dietas y desplazamientos excepto para las fuerzas de seguridad. Racionalización del gasto sanitario y educativo.

  Incremento de la partida dedicada a justicia para -entre otras muchas cosas- informatizar los procedimientos y agilizar los trámites. Simplificación de los tipos de contrato, eliminación de becas y prácticas, recuperación de verdaderos contratos de aprendizaje.  

 2º. Reforma de la ley hipotecaria: la dación en pago haría que las entidades financieras se lo pensasen dos veces antes de conceder hipotecas en períodos de expansión y las disuadiría de sobretasar los bienes inmobiliarios que hacen de garantía del préstamo.  

 3º. Drástica reducción de la burocracia precisa para iniciar un negocio.

  4º. Reforma de las SICAV (sociedades de inversión de capital variable), sociedades patrimoniales y fundaciones: estas tres fórmulas legales permiten evadir impuestos recurriendo a un fraude de ley, y facilitan enormemente la evasión de capitales a paraísos fiscales.  

  5º. Reforma de sindicatos, partidos políticos y universidades:autofinanciación de sindicatos y partidos políticos a través de las cuotas de sus afiliados, cierre de campus universitarios y reconfiguración humanística de las carreras de Economía y Derecho.  

 6º. Reducción de impuestos: eliminación de impuestos que, en una u otra forma, suponen doble imposición, como el impuesto sobre el patrimonio, el IBI, el Impuesto de vehículos de tracción mecánica, etc.; reducción de los tipos marginales del impuesto sobre la renta con el objetivo de crear un bajo tipo único de carácter proporcional y no progresivo; reducción del impuesto sobre sociedades e instauración de un tipo único.

Ya ven los lectores el calado de las reformas más urgentes. Caña y pincho de tortilla a que cuando gane las elecciones el “buen gestor” pepero no hará nada de esto que acabamos de proponer. En unos casos porque no tiene poder, en otros casos porque no puede querer y en otros casos porque un títere no puede ni quiere que se le pasen por la cabeza ideas “radicales”… Una vez más la solución fácil será exigirle al exprimido currito español que trabaje más, cobre menos y pague más impuestos. España se verá condenada así a 20 largos y gloriosos años a la griega, años de abundancia… de hambre, delincuencia y corrupción.