Miercoles, 27 de noviembre de 2024
Politicos entre elecciones
Otra incongaruencia
EN estos días de precampaña dentro de la campaña continua en que nos movemos desde hace más de seis meses, han restallado dos asuntos de fondo que han sido apenas un flash en el maremágnum de dimes y diretes en que aquí se resume lo que llaman política: el hundimiento progresivo de las clases medias, cifrado en una pérdida de más de tres millones de personas en menos de una década, y la ya ineludible certeza de la catástrofe por envejecimiento poblacional a que nos condena en breve la raquítica tasa de natalidad española, una de las más bajas del mundo. Las claves culturales de ambos fenómenos hay que buscarlas en la crisis de la familia.
Es fácil conjeturar que ante estas realidades amenazadoras para todo lo que una sociedad estima, desde la paz a la prosperidad, se aproxima el tiempo del rasgamiento de vestiduras por los mismos personajes, grupos de presión, partidos y tendencias que nos llevan al precipicio. Un fenómeno que en España nunca implica asumir la mínima responsabilidad ni mostrar algún sentimiento de culpa; todo lo contrario, consiste en imputar a los demás los vidrios rotos a pesar de todas evidencias. Nadie puede negar su magisterio a la izquierda en esos afanes, pero también la llamada derecha lo intenta, siempre con peor éxito. Por ejemplo, resulta divertido, aunque también provoque vergüenza ajena, ver ahora al señor Rajoy manifestarse sumamente preocupado por el futuro de la familia en España y aseverar con su habitual espantada seriedad que su improbable Gobierno dará prioridad a las políticas familiares, única forma de atajar en su raíz los graves problemas arriba mencionados y otros muchos que están en la mente de todos. Pero frente a esta promesa que ya a nadie puede engañar, se alza no sólo la realidad de toda una legislatura de soberana inacción en la defensa de la familia; peor que eso, la promoción en todos los ámbitos legislativos y sociales de la ideología de género y sus secuelas, sin duda el mayor enemigo actual de la familia. ¿Cómo se puede proclamar la bondad y necesidad de familias fuertes, unidas y fértiles, y al mismo tiempo promover su demolición activa mediante todas las técnicas de la ingeniería social, de la manipulación mediática y de la intoxicación moral en la enseñanza? España, el país de la suprema incongruencia, lo admite todo. Y los políticos lo saben.
Columnistas
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¿Por qué no una Europa gaullista?
El papel rector de la Comisión Europea —que concentra todo el poder ejecutivo y gran parte del legislativo de la UE, pero no responde ni ante los Gobiernos nacionales, ni ante los ciudadanos europeos ni ante el Parlamento Europeo— es el principal instrumento de ese proceso de supranacionalización Publicado previamente en LA GACETA
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