El paciente lector estará saturado de análisis redundantes, ya sean simplones o sesudos, sobre los resultados electorales del pasado domingo. Pese a ello, a riesgo de no poder ser demasiado originales, ni aportar alguna excentricidad o aquello, en esta ocasión tan poco meritorio de “ya lo habíamos dicho”, desde esta columna de Dignidad Digital quiere aportar su mirada, sin demasiada fe o esperanza en la ocasión, compartiéndola con sus lectores.  

 Una primera apreciación es que es “casi la primera vez” que las encuestas aciertan. Vistas desde Asturias las del CIS y LNE en mayo, mejor era que se gastasen su coste en sidra. Era obvia la victoria del PP, que no es que aumente mucho sus votos; la duda se centraba en el grado de batacazo del Psoe. No hay mejor encuesta que la que pulsa cualquier ciudadano al que su subjetividad no le ciegue y con un círculo social amplio. Consenso casi universal en reprobar el periodo Zp, con sonrojo vergonzante de los que sabíamos eran tradicionales votantes socialistas. Sólo el alcance de ese silencio culpable dejaba margen de duda para la pérdida de votos que habría de representar. Rubalcaba era más inteligente que Zapatero, pero por mucho que intentase desmarcarse, era su ministro. Su secuela. El Psoe no ha ganado en ninguna región, y espera nuevas derrotas autonómicas. Particularmente dramática será su mito andaluz.

  Por segunda vez el PP tiene mayoría absoluta. No tendrá disculpa de equilibrio para aquellos aspectos sociales o culturales que no tenga carácter económico. Aunque algunos no serán atendidos hasta que no perciba una alternativa de voto, real o hipotética, a su derecha. Esta el PP en un momento de éxtasis; no tiene alternativa para sus votantes, y tampoco sparring para el boxeo. Factor de gloria que puede ser su perdición; el “voto útil” es siempre “contra” algo. Si esa amenaza está conjurada, puede pensar por sí mismo cuando se sienta decepcionado.  

 Ha aumentado la abstención, el voto nulo y blanco. Aparecen nuevos partidos y otros se quedan a las puertas. Se agita el republicanismo apoyado por los deslices de la real familia, que ahora no se ocultan. Nada muy grave para las poltronas, pero sí avisos.

  Los problemas del PP no vendrán de la matemática electoral, la más favorable de las posibles, pues suma a la mayoría absoluta, la aplastante en el senado, en las ciudades y  en las CCAA. Está sobrado de poder respecto a la oposición, pero no tanto respecto a la insostenible realidad económica española, ni ante los complejos y miedos tradicionales de la derecha española. Tampoco frente a los poderes reales financieros, europeos o alemanes. Recordemos que bastó una carta de la canciller del nuevo “sacro” imperio para que Zapatero y Rajoy aceptaran una reforma de la “inviolable” constitución de 1978. Lo que no creo que vaya a tocar es el infame sistema electoral español, monstruo cruce de D Hont y la lista provincial, hecho a la medida del nacionalismo regional. Es un círculo patológico que requiere valor y honradez por parte del partido que, a la postre, también resulta beneficiado por esa iniquidad.  

 El Psoe hace aguas por todas partes. Podría resultar hundido para siempre si Rajoy quisiera; ahora que los premios y los palos los van a dar otros, se podría sacar todo, hasta el final, del caso Faisán y el 11-M, a cuyo lado, Blanco y sus convolutos, pecata minuta. No lo hará como no lo hizo Aznar con mister X del GAL; una mezcla de solidaridad interpartidaria de las oligarquías y de complejo la derecha ante la extensora de legitimidad moral. En cualquier caso, las nóminas unen mucho, y ahora quedan para muy pocos. El desastre debería arrastrar a Rubalcaba, que no tiene edad y salud para un duro trabajo de recomposición y oposición de ocho años vista. Al alcanzar al PSC, también a la peor ministra de defensa, al menos desde Trillo. La hipótesis alternativas son prematuras; un extremeño serio, un madrileño sinsustancia y el vanidoso manchego de siempre. La pérdida de  enchufes y puestos intermedios será el gran drama de la subcasta socialista, que no entiende la empresa real, salvo liberados por UGT o desde el consejo de administración.

  El Psoe postzapatero no es el de la socialdemocracia felipista, que tenía un rinconcito con vino tinto en la bodeguilla por si se presentaba Nicolás Redondo, si no el proyecto de ingeniería social de una gauche divine mezcla de pensamiento Alicia, caviar, UNESCO, Mayor Zaragoza, guiones de del Toro, Nueva Era, ideología de género, subvenciones, Zerolo y ceja en Sansebastián. Y todo eso se acabó cuando alcanzamos el 21% de paro, y los parados se enteraron además de por sus números por que ya no era todo Informe Semanal y El País , y está la red, hay más cadenas de tele, más cabeceras de periódico, y , al parecer, los tertulianos eran casi todos de “extrema derecha”.  

Además del hundimiento económico, deja Zp como legado a los hijos de ETA como primer partido vasco. Su legalización y desembarco en las instituciones son el precio de las capitulaciones matrimoniales con ETA. Recuerda un poco a esos tristes casos en los que el solterón del pueblo retira del prostíbulo a una mujer que, al obtener la nacionalidad por matrimonio, y quizá con el divorcio la casa con el hijo se sentirá libre para volver a las andadas.

 Cuando se llega al billón de deuda, no hay discurso que valga; el que la hace, la paga. Y no vale echar toda la culpa hacia fuera; las subprimes afectaron a todo el mundo, pero los primos estaban al parecer sólo en la Europa Mediterránea. 

Zapatero, al final, como boxeador sonado, estaba dispuesto a todo lo que parece que va a tener que hacer Rajoy: más impuestos, despido cuasilibre, tijeras a los gastos sociales, secundar a EEUU en cualquier aventura asiática. Rajoy hará lo que pueda en la angostura nada envidiable entre los mandatos francoalemanes y la agitación social de una nueva izquierda, que ahora ya no tendrá el relativo freno de un gobierno pariente: sindicatos, IU reforzada, indignados etc.

 La crisis no es de partido, los turnos nunca lo han sido, aunque el que va a sufrir el PNV en su feudo ha de resultar traumático, si no de sistema. Rajoy tendrá que aplicar una receta con dosis de caballo anticrisis. Las calles ibéricas son tan cálidas como las de Grecia. Que Dios nos coja confesados por Pascua.