Miercoles, 01 de mayo de 2024

El santo de la semana

San Juan Clímaco

San Juan Clímaco vivió entre las montañas del Sinaí como eremita y monje, en una época de profunda crisis a causa de las invasiones de los bárbaros. Su vida se caracterizó por un intenso amor a Dios y a los demás. Escribió un tratado de vida espiritual, la Escala del Paraíso, en la que describe el camino que debe recorrer el monje desde la renuncia al mundo hasta la perfección del amor. En la primera fase se trata de la ruptura con el mundo para volver al estado de infancia espiritual. Después, la lucha espiritual contra las pasiones para adquirir las virtudes. En la última etapa de la perfección cristiana, el alma, una vez alcanzado el estado de quietud, se preparara para la plegaria del cuerpo y del corazón. El autor concluye tratando de las tres virtudes teologales, y subrayando con San Pablo la primacía de la caridad sobre las demás. Es un escrito actual para los cristianos de hoy, pues señala la dirección hacia la que todos en la Iglesia deben de tender, la participación en la muerte y resurrección de Cristo comenzada con el bautismo.

La fe implica que yo renuncie a la arrogancia, a mi pensamiento, a la pretensión de juzgar por mí mismo, sin confiarme a otros. Este camino hacia la humildad, hacia la infancia espiritual es necesario: es necesario superar la actitud de arrogancia que hace decir: yo soy mejor, en este tiempo mío del siglo XXI, de lo que sabían los que vivían entonces. Es necesario, en cambio, confiarse solamente a la Sagrada Escritura, a la Palabra del Señor, asomarse con humildad al horizonte de la fe, para entrar así en la enorme vastedad del mundo universal, del mundo de Dios. De esta forma nuestra alma crece, crece la sensibilidad del corazón hacia Dios. Justamente dice Juan Clímaco que sólo la esperanza nos hace capaces de vivir la caridad. La esperanza en la que trascendemos las cosas de cada día, no esperamos el éxito en nuestros días terrenos, sino que esperamos finalmente la revelación de Dios mismo. Sólo en esta extensión de nuestra alma, en esta autotrascendencia, nuestra vida se engrandece y podemos soportar los cansancios y desilusiones de cada día, podemos ser buenos con los demás sin esperar recompensa. Solo si Dios existe, esta gran esperanza a la que tiendo, puedo cada día dar los pequeños pasos de mi vida y así aprender la caridad. En la caridad se esconde el misterio de la oración, del conocimiento personal de Jesús: una oración sencilla que sólo tiende a tocar el corazón del divino Maestro. Y así se abre el propio corazón, se aprende de Él su misma bondad, su amor.

Usemos por tanto esta "escala" de la fe, de la esperanza y de la caridad, y llegaremos así a la vida verdadera.

(De las catequesis de Benedicto XVI)


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