Cuando leí la noticia del traslado de nuestro obispo auxiliar, D. Raúl Berzosa, a la diócesis de Ciudad Rodrigo como titular me asaltaron dos sentimientos contradictorios, por un lado la alegría de que por fin tenga sede propia y por otro una sensación de orfandad. D. Raúl ha sido un verdadero pastor, siempre atento a las necesidades de los fieles católicos y de los que no lo eran. Recuerdo una actuación suya que me impresionó profundamente, fue al comienzo de su estancia en nuestra tierra, había asistido a una conferencia en el club de prensa, como oyente, y un anciano que se había declarado ateo en el turno de preguntas, se acercó a él y estuvo un  rato prolongado lanzándole un discurso, no puedo olvidar la infinita paciencia de D. Raúl con aquel hombre, la caridad con la que le miraba  y la cortesía con que se comportaba. Fue uno de esos momentos en que, los que pertenecemos a la Iglesia, nos sentimos reconfortados y damos gracias al Señor por enviarnos pastores tan llenos de amor para con el prójimo.         

Pero además ha sido un obispo cercano, accesible para todo el mundo, no sólo para la gente relevante, atento siempre a las necesidades de la grey. Por eso hoy no puedo evitar un sentimiento de soledad que empaña la alegría por el nuevo acontecimiento.         

Además D. Raúl era un lujo para Asturias, sus conocimientos teológicos y sus numerosas publicaciones hacían que pudiéramos disfrutar de un teólogo y de un poeta, ambas vertientes afloran en sus escritos como se puede comprobar en obras como “Orar con san Ireneo” o “Ante el Icono de la Trinidad de Andrej Rublev”, entre otras.         

No quiero dejar de citar su libro “Angeles y demonios”, una guía didáctica y amena para aprender a discernir el mundo de estos entes espirituales, hoy tan frívolamente de moda como profundamente ignorados. Cuando lo leí atravesaba uno de los peores momentos de mi vida sino en el peor, el sufrimiento era casi insoportable pero entre sus páginas encontré el consuelo y la esperanza que me ayudaron a levantarme y seguir adelante. Alguien que es capaz de trasmitir algo así es, en mi experiencia, un ser tocado por la Luz.         

Gracias por todo D. Raúl, espero que siga desarrollando sus dones en su nuevo destino y espero que sus nuevos fieles diocesanos sepan valorar la suerte que han tenido. Por nuestra parte no le quepa duda de que aquí ha dejado un rebaño espiritual que no le va a poder olvidar.   María Alú