Parece un desafío, en estos tiempos, la labor del Instituto de Historia y Cultura Militar que dirige el general don Francisco Ramos Oliver. Digo que parece un desafío porque, en épocas de crisis (la crisis es, en muchos casos, una escusa para sacudirse responsabilidades), organizar cursos, seminarios, conferencias y demás actos conmemorativos de personajes, gestas, campañas, expediciones y otras figuras y acontecimientos que forman parte de la Historia de España, es una cuestión complicada. Parta muestra, un botón: esta semana que comenzó el día 21, el solemne salón de actos del Instituto ha sido escenario de dos seminarios: Prim y la España de su tiempo, que es, digamos, la primera entrega para revisar la biografía del Conde de Reus, en la que intervinieron los catedráticos don Emilio de Diego y don Ramón Tamanes, en la primera jornada, y el teniente general y biógrafo de Prim, Alejandre Sintres y una mesa redonda coordinada por el ex diputado don Luis Mardones. Y además, la semana se completa con otras dos conferencias que se celebrarán bajo el título Annual: Emociones y reflexiones, y que correrán a cargo del coronel e historiador don Jesús Martínez de Merlo y del general don César Muro Benayas. 

Los próximos acontecimientos están dedicados a las “Campañas de la Independencia de América: Aspectos militares”, y contarán, como ponentes, con el diplomático Albi de la Cuesta, que hará una visión general de la emancipación americana; don Luis Meige Amézaga, que analizará las expediciones militares a América, con nuevos aportes documentales; don José Semprún Bullón hablará sobre Boves, líder realista en Venezuela y don José Manuel Guerrero Acosta, que analizará las biografías de dos líderes de las campañas de la independencia americana, Morillo y San Martín.

 Es evidente que cualquiera de los personajes, o acontecimientos, que son objeto de conferencias o seminarios, por parte del Instituto de Historia y Cultura Militar, son muy atractivos y de ello da fe el alto nivel de asistencia por parte del público. Pero es que, además, son piezas fundamentales de nuestra Historia Contemporánea cuyo estudio, actualmente, parece desterrado de nuestras aulas y creo no equivocarme si digo que una parte de los males que padecemos viene, precisamente, de nuestro desconocimiento de la Historia, que es en mucho el desconocimiento de nuestra propia identidad. 

Pero el Instituto de Historia y Cultura Militar, órgano matriz de toda la red de museos, archivos y bibliotecas militares, al que pertenece, entre otras dependencias, el actual Museo del Ejército con sede en el Alcázar de Toledo, cuenta también con la Biblioteca Militar Central con un fondo de más de cien mil títulos, además de otras ocho bibliotecas en otras tantas ciudades españolas; y realiza cursos de uniformología, vexicología, armamento, música militar, poliorcética, heráldica, introducción a la Historia Militar de España y patrimonio, entre otras actividades.

 Comenzaba mi artículo diciendo que parece un desafío, en época de crisis, recortes y eliminación de subvenciones, que una institución como el Instituto de Historia y Cultura Militar contemple un apretado programa de actividades. El secreto de ese apretado programa lo dio a conocer el director del Instituto, el general Ramos Oliver, en una entrevista realizada por la revista electrónica Nuevo Observatorio de las Fuerzas Armadas y Reserva Militar: “El Ejército mantiene unas virtudes y valores morales que son intemporales: el patriotismo, el valor, la disciplina, la lealtad, el espíritu de sacrificio, la abnegación, la autoridad, la permanente disciplina para el servicio, el compañerismo, la solidaridad, el afán de superación, un estilo de vida válido para cualquier profesión, trabajo y actividad”.

 Subrayo el lenguaje poco habitual en los tiempos actuales. Si fuera un político habría hablado de crisis, depresión laboral, obstáculos, dificultades, encarecimiento y zancadillas del partido opositor… ahí está la diferencia.      

Honorio Feito