La última ocurrencia es la de tirarse en brazos de Francia, entregando al Estado vecino la defensa de la naciente república: una neo Marca Hispánica. Desandando, de esta manera, el camino emprendido por lo viejos condados pirenaicos de sacudirse el dominio carolingio para regresar a la casa común hispana. Un proceso de involución histórica y de sumisión voluntaria, de servidumbre vil a una potencia extranjera y tradicionalmente enemiga de los catalanes, algo nunca antes visto.

 Los pobres restos de Wifredo el Velloso y de los Ramones Berengueres y los Berengueres Ramones se estarán removiendo en sus tumbas al oír la traición que planean los actuales políticos catalanes: entregar al vecino enemigo lo que tanto tiempo y vidas costó conseguir.

 Pero no sólo quedarían perplejos los viejos condes de  la Casa de Barcelona, sino también los innumerables catalanes que durante generaciones lucharon y murieron en las distintas guerras por retener -ora recuperar- Rosellón y la Cerdaña. También los catalanes que dejaron su vida por sacudirse el yugo francés a mediados del siglo XVII, yugo en el que cayeron a consecuencia del iluminado y chiflado de Pau Claris. Así como los que apoyaron la causa del austracista en la Guerra de Sucesión, precisamente para no ser gobernados por una dinastía francesa ¿Qué diría el tan cacareado Rafael Casanovas ante este acto de traición a Cataluña y a España? ¿Cómo pueden no sentir vergüenza los traidores que cada año van a hacer ofrendas ante la efigie del ilustre patriota?

 Igualmente se sentirían los miles de catalanes que, en 1792, mosquete en ristre se lanzaron a invadir Francia durante la Guerra Gran cantando: 

“Vallespir, Roselló la França entera

Del valor espanyol lo excès admira:

Ya espera resistir, ya desespera;

Ya brama contra cel però delira:

Que lo cel es qui vol que torne a Espanya

Lo Roselló, Navarra y Cerdanya”

Por el contrario, el mariscal francés Augerau, duque de Castiglione, estará removiéndose de gozo en su tumba al ver cómo su proclama de 20 de febrero de 1810, combatida ferozmente por sus contemporáneos catalanes, ha sido felizmente asumida 200 años después por la casta política catalana:

 “Si, vencedores de Atenas y de Neopatria, se va a establecer vuestro antiguo comercio de Oriente. La patria catalana renacerá de sus cenizas. Napoleón el Grande os dará nuevo ser. Sus paternales miradas se han fijado en vosotros; se ha interesado por vuestra suerte y estáis bajo su protección”   

 En vano habrán sido los sacrificios de los gerundenses en los dos numantinos asedios sufridos durante la Guerra de la Independencia, los caídos en la batalla de “El Bruc” o la heroicidad de la barcelonesa Agustina de Aragón.

 Y es que, si el resto de España se forjó como contraposición al islam y la recuperación de la España visigoda, en el caso de Cataluña, ésta también se consituyó, no sólo como reacción a la invasión musulmana, sino también como afirmación de su españolidad y contra Francia.  

  Los políticos catalanistas, en un ataque de anticatalanidad furibundo, y cuan Don Julianes, están dispuestos a entregar Cataluña a Francia con tal de destruir España. Estos políticos anticatalanes pretenden un sucedáneo de Cataluña, títere de Francia, para poder seguir mangoneando y caciquear en su republiquita de juguete.  

 Afortunados son estos traidores de hoy que no correrán la misma suerte que los afrancesados de entonces. Aunque por ganas no será …