Sabado, 21 de junio de 2025
Beyi Caid Essebsi parte como principal favorito
Túnez celebra unas elecciones presidenciales consideradas vitales para reforzar su proceso de democratización
Túnez celebrará este domingo unas elecciones presidenciales que llegan al hilo de las parlamentarias celebradas hace apenas unas semanas y que se presentan como vitales en el proceso de transición emprendido en el país tras el derrocamiento en enero de 2011 del entonces presidente Zine el Abdidine ben Alí.
Uno de los principales favoritos es el actual presidente interino, Moncef Marzuki, quien fue elegido para el cargo por la Asamblea Nacional Constituyente (ANC) en diciembre de 2011, poco después de las elecciones celebradas para conformar dicho organismo.
Marzuki, presidente del partido laico Congreso para la República (CPR) desde su fundación en 2001, fue un destacado miembro de la oposición a Ben Alí, así como un reconocido defensor de los Derechos Humanos, habiendo sido además portavoz del Consejo Nacional para las Libertades en Túnez entre 1998 y 2001.
Frente a él parte el principal favorito para hacerse con la victoria, Beyi Caid Essebsi, quien ocupó diversos cargos durante los gobiernos de Ben Alí y su predecesor, Habib Burguiba, y cuyo partido, Nidaa Tounes, se hizo con una clara victoria en las parlamentarias de octubre.
Entre el resto de candidatos destaca la figura de Kalzum Kannou, juez del Tribunal de Casación, quien se ha convertido en la primera mujer en optar a la Presidencia en la historia del país y que concurre como independiente.
Pese a que su candidatura ha sido considerada por algunos expertos como "simbólica", abre la puerta a una mayor participación de la mujer en la vida política del país africano.
"No soy una candidata de las mujeres. Soy una candidata para todo Túnez. No creo que el resto de hombres que se han presentado (a las elecciones presidenciales) lo hagan porque son hombres", dijo en una reciente entrevista concedida a la emisora tunecina Mosaique FM.
Una de las diferencias más destacables respecto a dichos comicios es que el principal partido islamista del país, Ennahda, ha optado por no presentar a ningún candidato, sin haber expresado además su respaldo por ninguno de los 22 nombres que se presentan a las elecciones.
En un principio se postularon 27 personas, si bien cinco de ellas se han retirado de la carrera por la Presidencia durante la campaña. Pese a ello, sus nombres aparecerán en las papeletas.
Pese a ello, la formación recalcó tras reconocer su derrota en las parlamentarias y ceder el poder tras haber ocupado el Gobierno encabezando un tripartito junto al CPR y el también laico Ettakatol, que abogaba por el nombramiento de un presidente de consenso para reforzar la transición.
Un total de 5.285.136 de votantes se han inscrito para participar en estas elecciones, que se resolverán el domingo en caso de que alguno de los candidatos consiga la mayoría absoluta. En caso contrario, los dos candidatos más votados se enfrentarán en una segunda vuelta que deberá celebrarse en el plazo de dos semanas.
El proceso de presentación de candidaturas ha estado abierto a todas quellas personas mayores de 35 años, musulmanas y que contaran con la nacionalidad del país. En caso de contar con otra nacionalidad, deberán abandonarla en caso de resultar elegidas.
Asimismo, los candidatos debían contar con el respaldo de al menos diez parlamentarios y 40 miembros de los consejos locales o recoger un mínimo de 10.000 firmas de votantes registrados en al menos diez de las circunscripciones del país, con al menos 500 en cada una de ella. Por otra parte, debían presentar un depósito de 10.000 dinares tunecinos (cerca de 4.360 euros).
La campaña electoral se inició el 1 de noviembre y terminó el 21 de este mes a media noche. En caso de que sea necesaria una segunda vuelta, la campaña se reiniciará el día después del anuncio de los resultados oficiales de la primera vuelta.
Según la Constitución aprobada tras el levantamiento popular que puso fin al mandato de Ben Alí --quien reside en Arabia Saudí después de que el país le concediera asilo tras huir de Túnez--, el poder reside en las manos del primer ministro, si bien el presidente tiene un gran peso en materia de defensa y política exterior.
Asimismo, la Carta Magna le contempla, junto al primer ministro, como jefe de la rama Ejecutiva, así como símbolo de la unidad del país y garante de la independencia y la continuidad en el mismo. Además, tiene entre sus atribuciones nombrar al primer ministro, y debe ser consultado antes del nombramiento de los titulares de las carteras de Defensa y Exteriores.
Las presidenciales vienen precedidas por un periodo de transición relativamente tranquilo --comparado con el presenciado en las 'primaveras' de otros países de la región--, si bien ha estado marcado por los altibajos.
Este periodo ha estado marcado por las tensiones entre los sectores laicos y los islamistas --largamente reprimidos por Burguiba y Ben Alí--, y en este contexto se ha registrado el ascenso de algunos grupos salafistas yihadistas, lo que ha generado incidentes violentos, entre ellos el asalto a la Embajada estadounidense en septiembre de 2012.
La violencia se incrementó y llegó a su culmen a principios de 2013 con el asesinato de los políticos Chokri Belaid, líder del Movimiento Patriótico Democrático Unificado, fuerza marxista y panárabe que forma parte del Frente Popular, y del diputado opositor y antiguo secretario general del movimiento izquierdista Echaab, Mohamed Brahmi, lo que sumió al país en una crisis política.
Ante la insostenibilidad de la situación se estableció un Diálogo Nacional en el que participaron partidos políticos, sindicatos y organizaciones de la sociedad civil, que supervisó la redacción y promulgación de la Constitución, que llegó con más de un año de retraso.
En el marco de este diálogo, Ennahda aceptó abandonar el poder para permitir la creación de un Gobierno tecnócrata liderado por Mehdi Jomaa como primer ministro, quien ha supervisado el proceso de organización y convocatoria de las elecciones.
Este proceso, si bien ha contado con incidentes de seguridad en la zona del monte Chaambi, ubicada en la frontera con Argelia y donde operan varias células islamistas armadas, ha estado marcado por la estabilidad, manteniendo a Túnez como ejemplo del proceso de democratización en el mundo árabe.
Respecto a los puntos en torno a los que ha girado el debate político, y al margen de la lucha entre islamistas y laicos, se puede decir que el mismo ha pivotado entre la economía y la seguridad.
En el caso de la economía, la situación no ha mejorado mucho respecto a la vivida antes de la caída de Ben Alí, marcada por el desempleo, la desigualdad y la dificultad para acceder al mercado laboral debido a los nombramientos directos.
Así, el desempleo supera el 15 por ciento a nivel nacional, si bien se dispara por encima del 30 por ciento en el caso de los graduados universitarios. Además, la inversión extranjera ha caído en un 26 por ciento respecto al año anterior, dañando una situación frágil de por sí.
Por otra parte, la situación de seguridad, si bien es mejor que en otros países de la región que se vieron afectados por la llamada 'Primavera Árabe', como Libia y Egipto, tiene su raíz también en la lucha armada de diversos grupos islamistas.
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