Como era de esperar, finalizó la convención del Partido Popular, celebrada este fin de semana pasado en Valladolid, con el aire de triunfalismo propio de estas celebraciones. Ya sabemos, porque lo hemos visto algunas veces, que al Presidente se le dan bien estos discursos, y que suele tener para todos. Por utilizar un símil deportivo ( y ahora que nos ha ido mal en el tenis), el señor Rajoy, al fondo de la pista, se ha dedicado a devolver bolas, de derecho y de revés, y algunas cruzadas y con efecto, con gran soltura. Es una pena que no practique más.

Pues, se deduce, que España va bien después del gran temporal que nos lleva arrasando desde hace algunos años. Pero se deduce, también, que cuando esto pase, nos irá de cine, a pesar del pesimismo que gobierna a algunos sectores y a la población en general. Porque el Presidente ha dicho que se va a acometer una reforma fiscal, “una reforma integral que estimule el crecimiento y el empleo” (son sus palabras), y ha aclarado que no se trata de un parche, sino de una reforma “más simple y más equilibrada, y que servirá para incentivar el ahorro”. Y, entonces, me pregunto yo ¿y que hemos estado haciendo hasta ahora?

Rajoy, en su discurso, ha hablado de varios temas como el terrorismo; Cataluña; se ha referido a la unidad del Partido Popular; ha hablado de las próximas elecciones europeas –creo que con gran preocupación debido al desgaste en el gobierno y al cansancio de la sociedad- y ha enfatizado sobre la mejoría económica.

Respecto al terrorismo, Rajoy ha vuelto a cometer un error que se repite en la clase política cuando ha dicho, exactamente, que recuerda a los que ya no están ( y no se refería a María San Gil, Ortega Lara etc.), sino a los que el terrorismo había asesinado. “Siempre seremos deudores –dijo Rajoy- de su sacrificio personal por defender la democracia”. Y me pregunto yo ¿Qué narices tendrá que ver la democracia para considerar un asesinato cuando se acaba con la vida de una persona a través del atentado? Quiero entender que el millar de españoles que cayó víctima de los ataques terroristas de la ETA eran, antes que demócratas, o republicanos, o monárquicos o del Madrid, personas. Eran personas y nunca podré entender que los políticos jueguen con las palabras y disfracen sus significados.

Sobre Cataluña ha mencionado la voluntad de la mayoría, pero entiendo que ha perdido muchas ocasiones para hacerlo, antes de llegar a esta cumbre popular en este comienzo del mes de febrero de 2014. Es más, creo que no debería haber dejado a Arturo Mas pavonearse por ahí con tanta soltura, así que ahora esperamos, más que palabras, gestos.

Las elecciones europeas preocupan, o deberían preocupar, a la clase política en general porque la gente ya esta harta de acudir a votar a unos y otros y, al final más de lo mismo gane quien gane.

Las referencias a la herencia recibida del PSOE de José Luis Rodríguez Zapatero, y su segundo Pérez Rubalcaba, a estas alturas de la legislatura, es un tema que ya empieza a oler mal. Es un mensaje gastado, tardío como referencia y trasnochado, que no tiene que ver con la supuesta euforia triunfalista que en la convención se ha querido mostrar sobre un futuro a corto plazo.

Las referencias al empleo, que creo que es hoy la gran preocupación de la mayoría de los españoles, han sido tímidas. Quizás el señor Rajoy hubiera sido más convincente si, dirigiéndose a esa masa de jóvenes que ya pasan de los treinta años, les hubiera hecho concebir esperanzas de poder alcanzar un trabajo estable, en un futuro próximo, y habría dado un mate final sin paliativos si, además de hacer creíble su discurso, hubiera dado razones para la esperanza. Pero sus referencias a lo que tal vez más preocupa a muchos han quedado como aquellas gambas con gabardina que daban en las bodas baratas, flacas y pequeñas, apenas perdidas entre tanta cobertura aceitosa.

Honorio Feito