Qué quieren que les diga, después del último esperpento del Partido Popular en la villa de Jovellanos, perpetrado en la tarde de ayer en la sala Albéniz y que está siendo el hazmerreír de todo Gijón, uno no puede menos que evocar el lema publicitario de la pareja de cómicos que fueron protagonistas de una película (“Ay, Carmela”) con más de dos décadas a sus espaldas: “Carmela y Paulino, varietés a lo fino”. O mejor dicho, en este caso, Pilarín y Gabino… y continúen ustedes mismos.  

Y es que las varietés, ciertamente no demasiado finas sino más bien tirando a lo chusco y chabacano, parecen ser las especialidades de los dirigentes populares en el Principado de Asturias.

La semana pasada fue el regreso al sainete, ¿alguna vez lo habrá abandonado?, del alcalde de Oviedo. Y ayer mismo, no se pierdan las imágenes, todo un repertorio que va desde el baile “waka, waka” del inefable Ovidio, al momento “Paulina” de la candidata a la alcaldía de Gijón, que no gijonesa (¡gracias a Dios!), que a dúo con un frustrado triunfito local nos deleitó (para risión de la mayoría), con el “Zapatero, fue un error”.  

Que Zapatero fue un error lo saben hasta las piedras, y no hace falta ni gritarlo, ni cantarlo, ni casi decirlo.  

Lo que una sociedad como la nuestra, y también la gijonesa, necesita no son políticos metidos a  titiriteros o cómicos que nos hagan palidecer de vergüenza ajena, sino líderes serios que sean capaces de ofrecer la regeneración política y moral de la vida pública que los ciudadanos demandan, y soluciones  eficaces para resolver los problemas que les preocupan.  

Evidentemente que Zapatero fue un error, pero parece que no el único.  La política-cantante debería respondernos a bastantes preguntas, antes de subirse al escenario de la frivolidad.  

-¿Fue un error la designación de Carrillo como HP (Hijo Predilecto) de Gijón con el voto, si es que no fue con la entusiástica promoción, del PP?  

-¿No ha sido otro error el bochornoso espectáculo que nos ha ofrecido el PP regional en los últimos tiempos, anteponiendo los intereses personales y el “agárrate al cargo” a todo lo demás, en la designación del candidato/a de su partido a la presidencia del Principado?  

 -¿Tampoco es un error la división (en efecto nunca un partido ha estado más partido) que dicha fuerza política ha escenificado en Asturias en los últimos meses (en Gijón gracias a la cantante desde mucho antes), y la evidente falta de democracia interna en su funcionamiento?.  

Podríamos seguir con el repertorio de preguntas para Dña. Paulina, digo Dña. Pilar, pero no pretendemos aburrir a nuestros lectores.  

Lo que es evidente es que Zapatero no ha sido, ni es, el único error. Y lo que tampoco puede negarse, y la compañía de “varietés” en que parece haberse convertido algún partido lo comprobará bien pronto, es que los errores se pagan.

                                                             Macero Macerado