Esa es una idea muy romántica y muy bonita, a mí la verdad es que me emociona hasta el punto de casi saltárseme las lágrimas con tanta candidez. Lo paradójico de la cuestión es que esa solución o alternativa no se le ocurrió a nadie hasta que vio que no podía pagar la hipoteca. Lo cual es bastante gracioso. Vaya por Dios, mira que no habérsele ocurrido antes de firmar el crédito hipotecario ¡con lo fácil que hubiera sido y la de problemas que nos habríamos evitado!

  Porque los bancos podrán ser muchas cosas y haber hecho muchas cosas rematadamente mal (pero este artículo no va de eso), pero no podremos negar que los bancos, como empresas que son, procuran dar solución y crear productos para satisfacer las demandas del público. A estas alturas no vamos a descubrir que los bancos son empresas sumamente creativas a la hora de diseñar y ofrecer productos y servicios, pero claro, productos y servicios que sean demandados por la gente y, en su momento, la verdad es que nadie demandó las hipotecas con dación en pago.

  Así, dada la avaricia generalizada de los españoles, ávidos de productos que abarataran el coste de sus hipotecas, los bancos lanzaron al mercado las hipotecas en divisas y temerarios jugadores de apuestas se liaron a hipotecarse en yenes, francos suizos y dólares canadienses. Los bancos dieron respuesta a una demanda del mercado y ahora, los valerosos españolitos que se embarcaron en la aventura del yen, ven cómo los intereses que pagan por su hipoteca se ha cuadriplicado o quintuplicado y tienen que solicitar carencias en el pago del principal en espera de una eventual revalorización de la divisa nipona.  

 Después, los españolitos, que para eso nos las damos de listillos y espabilados, ante una eventual subida de los tipos de interés, fuimos a los bancos pidiendo hipotecas con techo para así protegernos. Así que los bancos, viendo la demanda, se liaron a ofrecernos los famosas hipotecas swaps. Y el español, que tan listo se cree, pensaba que su hipoteca tendría techo pero no suelo o sea, que el banco siempre perdería. Vamos, algo que alguien con dos dedos de frente sabía que era absurdo. O sea, que si los tipos de interés suben, el coste lo asume el banco, pero si bajan, también me bajan y el banco no gana nada, operación redonda. Pero es evidente que no puede haber techo sin suelo o sin un diferencial mayor. Ahora, esos que se creían tan listos y que se la habían pegado al banco, se desgañitan diciendo que les han engañado y se tiran de los pelos al ver cómo los tipos de interés, en vez de subir hasta el 7 u 8%, han bajado y se han estabilizado por debajo del 1% mientras ellos tienen un suelo del 3%.   

   Pero lo mejor estaba por llegar, los listos de la dación en pago, que tienen la desfachatez de exigir que les condonen la deuda a cambio de las llaves de una vivienda que nunca debieron comprar y que vale un 50% menos que el crédito que les queda por pagar ¡Vaya jeta!  

 Lo curioso de todo esto es que estos señores que ahora quieren devolver las llaves y lavarse las manos, son los mismos que clamaban por el derecho a una vivienda digna y en propiedad. La dichosa vivienda digna que les prometieron los midas socialdemócratas. Son, en definitiva, los mismos que jamás deberían haberse comprado una casa, una casa por encima de sus posibilidades.

  Pero lo más gracioso de todo, es que la idea de la dación en pago no la tuvieron cuando fueron al banco a pedir su hipoteca y no la tuvieron porque sabían perfectamente que jamás se podrían haber comprado esa casa a la que los socialdemócratas les habían dicho que tenían derecho. Porque con hipoteca con dación en pago, el diferencial no habría sido de 0,5 o 1,5 puntos sobre el euribor, sino que habría sido de 10 o 15 puntos y, como máximo, le habrían otorgado un crédito por el 50 o 60% del valor de la casa, no del 100 o del 110%. Y con esas condiciones, jamás de los jamases se podrían haber comprado la casa cuyas llaves ahora quieren devolver e irse de rositas. Porque además, si hubiera habido demanda en el mercado, no les quede la menor duda que los bancos habrían comercializado esas hipotecas, pero ¿quién estaba dispuesto, en los años de la abundancia monetaria socialdemócrata, a pagar un tipo de interés del 16 o del 17% a cambio de no responder personalmente de la hipoteca pudiendo pagar un 2%? Nadie.  

 Habría resultado sumamente divertido ver movilizarse a los que ahora quieren librarse de sus casas -endosándonoslas a los demás- para lograr una iniciativa legislativa popular para prohibir las daciones en pago y así poder conseguir que el banco les diese una hipoteca con la cual comprar una casa ¿Se lo imaginan? Yo sí, porque eso es precisamente lo que habría sucedido. La progresía habría exigido la prohibición de la dación en pago, auténtico impedimento para alcanzar el sueño proletario de viviendas dignas en propiedad para todo quisqui. Porque para la izquierda la dación en pago no sería más que el artificio de los ricos para evitar que los pobres tengan su propia casa, una institución burguesa para subyugar al obrero.

  Al final de todo, está la idea tan asentada en las Sociedades del Bienestar de que el Estado me tiene que resolver mis problemas. El Estado Omnipotente ha creado un pueblo irresponsable, infantil e inmaduro, incapaz de asumir la responsabilidad sobre sus propias decisiones. Ah y como no, no podía faltar un ingrediente presente desde que el hombre es hombre: la avaricia y la codicia. Y es que al final siempre acabamos regresando a lo de siempre, a los “pecados capitales”.