Sabado, 23 de noviembre de 2024
Leyes contra el hombre
Persecuciones II: la España actual
En el artículo anterior repasaba el panorama de las persecuciones a la Iglesia en el ámbito internacional: China, Corea del Norte, los países islámicos, los de mayoría budista, etc.
Quisiera ahora reflexionar brevemente sobre la situación de la Iglesia en España. Resulta obvio que aquí, al menos por ahora, no se asesina a sacerdotes ni se queman iglesias. Eso forma parte de nuestra memoria. En los años treinta, España sufrió una de las mayores persecuciones religiosas de la historia. No es el caso en la actualidad.
Hoy por hoy, y desde la aprobación de la vigente constitución de 1978, España se constituye como un Estado aconfesional; es decir, que el Estado español no se identifica con ninguna religión, aunque se especifica que, por ser la católica la religión mayoritaria, se debe mantener una especial relación de colaboración con la Iglesia Católica. El Estado no es católico, pero sí lo somos la mayoría de los españoles y esa realidad debe ser respetada por las Instituciones de la Nación.
No obstante, en los últimos tiempos, el gobierno socialista se ha empeñado en poner en marcha una auténtica cruzada contra la Iglesia. De la laicidad positiva, que considera que la religión es un hecho bueno y enriquecedor para la sociedad que se debe favorecer y apoyar, pasamos al laicismo agresivo que busca eliminar cualquier referencia religiosa de la vida pública.
Las medidas legislativas que se han ido aprobando en los últimos años en este sentido laicista son de todos conocidas:
1. Asignaturas adoctrinadoras, como Educación para la Ciudadanía, que pintan generalmente a la Iglesia como el malo de la película y plantean, de manera obligatoria y para todos (con exámenes y notas), contenidos abiertamente contrarios a la moral católica, sin tener en cuenta que las decisiones en este ámbito corresponden a los padres.
2. Leyes abiertamente contrarias a la familia, como la que legaliza el mal llamado matrimonio homosexual o la del “Divorcio Express”, que facilita el repudio sin tener que justificar motivo alguno para la ruptura.
3. Un ley del aborto que convierte el crimen abominable de la matanza de niños inocentes a la categoría de derecho de la mujer y que pretende igualmente pervertir a nuestros hijos en la promiscuidad y en la irresponsabilidad en el ámbito de la sexualidad, desde planteamientos hedonistas hasta la náusea.
4. La llamada Ley de la Memoria Histórica, que desde unos presupuestos maniqueos (en donde los católicos somos los malos, claro está), demagógicos y populistas, pretende llevar a cabo un revisionismo histórico sectario y mentiroso sobre lo sucedido en la Guerra Civil Española. Pero el laicismo agresivo contra la Iglesia no se manifiesta sólo en las leyes. Va mucho más allá. Los ataques reiterados y ofensivos hacia los sentimientos religiosos de los católicos españoles desde los medios de comunicación afines al gobierno (intelectuales orgánicos y medios al servicio del poder) se repiten una y otra vez: exposiciones blasfemas; marchas del “Orgullo Gay” que aprovechan para ridiculizar a curas, monjas y obispos; programas de radio y televisión que no pierden ocasión de burlarse de la Iglesia; películas que presentan a los cristianos como bárbaros asesinos; otras que sirven de propaganda anticlerical o a favor de la eutanasia, etc. Y añadamos a todo lo anterior el intento permanente de eliminar crucifijos y símbolos religiosos del ámbito público con el pretexto de que “ofenden” a los no creyentes. El cierre de la Basílica del Valle de los Caídos al culto constituye el último ataque a la libertad de este gobierno tan “tolerante” con todos menos con los católicos. Y lo hacen coincidir con la visita del Papa a España. El sectarismo de un Ejecutivo que gobierna contra más de la mitad de los Españoles no tiene parangón, al menos en Europa.
Medidas legislativas y educativas contra los católicos, burlas, ridiculizaciones, blasfemias, demagogia, populismo de la peor calaña y mentiras descaradas contra la Iglesia y los católicos. Veamos algunas de estas mentiras:
1.- Los curas son todos unos pederastas o gente de moral dudosa. Es cierto que resultan escandalosos y reprobables los casos de pederastia entre clérigos y religiosos que se han destapado en los últimos años. Pero de ahí a extender la sospecha sobre la totalidad de los sacerdotes media un abismo. La mayoría de curas y religiosos son personas de una moralidad ejemplar y entregados en cuerpo y alma a su ministerio.
2.- La Iglesia es homófona. Falso. La Iglesia respeta la dignidad de todo ser humano, independientemente de su tendencia sexual. Se condenan como pecado las prácticas homosexuales, pero no se cuestiona la dignidad de los homosexuales: se condena el pecado, pero no al pecador. Y, desde luego, nos parece una barbaridad que se persiga o se discrimine a los homosexuales o que, como ocurre en otras “culturas”, se les cuelgue en la plaza pública.
3.- La Iglesia es rica. El Vaticano está lleno de oro y de obras de arte. Otra mentira muy extendida. El Vaticano y sus obras de arte son patrimonio de todos los católicos (presentes, pasados y futuros): no del Papa. ¿Sería mejor vender la Capilla Sixtina? ¿Quién iba a comprarla? ¿Cuánto valor tiene? La Iglesia es la Institución que más recursos destina a ayudar a los más necesitados del mundo. Caritas no es una organización al margen del Papa o de los obispos: es la Iglesia misma que, en España, hoy por hoy, está ayudando a más de 800.000 familias sin recursos. Esto, por no hablar de la labor de los misioneros en los países más pobres. Algunos piensan que la Iglesia de la Madre Teresa de Calcuta es otra distinta a la del Papa y eso sólo demuestra su ignorancia total de lo que es la Iglesia. Si no hubiera Papa ni obispos, tampoco existirían las Hermanitas de la Caridad. En la Iglesia hay distintos ministerios, distintas funciones y distintos carismas, pero la Iglesia es una. Y es el Santo Padre el que garantiza la unidad de todo el cuerpo eclesial del que formamos parte con igual dignidad todos los bautizados: cada uno en nuestro puesto y con nuestras características diferenciales y nuestra responsabilidades.
4.- El gobierno financia a la Iglesia y paga a los curas y obispos. Otra mentira más. La Iglesia se financia con la crucecita que los católicos ponemos en nuestra declaración de la renta y con los donativos que los fieles aportamos libremente para el sostenimiento de la Iglesia.
5.- Para la Iglesia, todo lo que tiene que ver con el sexo es pecado. Esta es otra mentira con mucho gancho. El sexo forma parte de la naturaleza del ser humano y, como cualquier realidad creada por Dios, es algo bueno y positivo. Pero para los católicos, las relaciones sexuales deben ir vinculadas a otros valores como el amor, la fidelidad o la familia. Lo que para nosotros resulta inadmisible es que se banalicen las relaciones sexuales y que se fomente la promiscuidad y el hedonismo zafio y ramplón entre nuestros niños y jóvenes, como una forma de alienación y de búsqueda irresponsable del placer a toda costa. O que se favorezca una imagen del hombre y de la mujer como pura mercancía sexual; o que se promueva la pederastia o las prácticas sexuales más aberrantes como si valiera todo, con tal de conseguir placer.
Con todas estas mentira, con todas estas leyes beligerantemente anticatólicas, con este panorama que acabamos de presentar, ¿cómo va a acabar esto? Primero se ríen de nosotros, luego legislan contra nosotros, nos ridiculizan, blasfeman, injurian; nos acusan de fascistas y de retrógrados… ¿Cuál es el siguiente paso? ¿Prohibir las festividades católicas? Los belenes ya están prohibidos en algunos colegios y las cruces ahora resultan “ofensivas” en las escuelas y hay que quitarlas. ¿Prohibirán las procesiones de Semana Santa? ¿Denunciarán el Concordato con la Santa Sede? ¿Prohibirán los Colegios Católicos? ¿Les quitarán los conciertos? ¿Cuánto tardarán en pasar de reírse de nosotros a la agresión violenta? ¿Cuánto tardarán en surgir grupos de “radicales incontrolados” que traduzcan ese odio en violencia? ¿Volverán a quemar templos? ¿Y a fusilar católicos? Ya veremos, pero no vamos por buen camino. Primero se siembra el odio hacia los católicos, luego se va a por ellos.
¿Estaría el Santo Padre tan equivocado cuando, en su reciente visita a España, se refirió al laicismo agresivo que se vive hoy en España?
Pedro L. Llera Vázquez
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