Viernes, 19 de abril de 2024
Algunas preguntas y respuestas entorno al Catecismo
“El amor de Dios a las criaturas no es sólo precedente a su existencia. La Creación sigue existiendo sólo porque Dios sigue amándola. “Realizada la creación, Dios no abandona su criatura a ella misma. No sólo le da el ser y el existir, sino que la mantiene a cada instante en el ser, le da el obrar y la lleva a su término”, dice el Catecismo (nº 301). Por lo tanto, si Dios crea por amor, el amor es el alma de la Creación, la sangre que fluye por sus venas. Y cuando no existe el amor, la Creación languidece y muere. De ahí la importancia del pecado como destructor del plan de Dios sobre la Creación”.
La Creación no está concluida. La divina providencia entra en juego precisamente en este punto. Ésta será la manera que tiene Dios de mantener el ser a todas las cosas y de proteger especialmente al hombre a fin de conducirle hacia el bien último, que es la unión con él. A propósito de la divina providencia dice el Catecismo: “La creación tiene su bondad y su perfección propias, pero no salió plenamente acabada de las manos del Creador. Fue creada en ‘estado de vía’ hacia una perfección última todavía por alcanzar, a la que Dios la destinó. Llamamos divina providencia a las disposiciones por las que Dios conduce la obra de su creación hacia esta perfección” (nº 302)”.
“La divina providencia es la forma de amar permanente que Dios tiene hacia sus criaturas y, precisamente porque existe, es por lo que éstas pueden sentirse tranquilas ante el devenir de los acontecimientos, con frecuencia sorprendentes y dolorosos. “Jesús pide un abandono filial en la providencia del Padre celestial que cuida de las más pequeñas necesidades de sus hijos: ‘No andéis, pues, preocupados diciendo: ¿qué vamos a comer? ¿qué vamos a beber?... Ya sabe vuestro Padre celestial que tenéis necesidad de todo eso. Buscad primero el Reino de Dios y su justicia, y todas esas cosas se os darán por añadidura’ (Mt 6,31-33)” (nº 305)”.
“El hombre experimenta con frecuencia el dolor y el triunfo del mal en el mundo. Ante esto no puede dejar de preguntarse por la actuación de la divina providencia. Al tratar de la existencia del dolor y del mal, hay que remitirse a la cuestión del pecado original. Pero además conviene recordar, con el Catecismo, que “Dios puede sacar un bien de las consecuencias de un mal, incluso moral, causado por sus criaturas. Del mayor mal moral que ha sido cometido jamás: el rechazo y la muerte del Hijo de Dios, causado por los pecados de todos los hombres, Dios, por la superabundancia de su gracia, sacó el mayor de los bienes: la glorificación de Cristo y nuestra Redención. Sin embargo, no por esto el mal se convierte en un bien” (nº 312). En el artículo siguiente, el Catecismo concluye, citando la carta de San Pablo a los Romanos: “Todo coopera al bien de los que aman a Dios”; completa esta afirmación con varias citas de santos, entre ellas de Tomás Moro que, escribiendo desde la prisión poco antes de ser decapitado, afirmaba: “Nada puede pasarme que Dios no quiera. Y todo lo que Él quiere, por muy malo que nos parezca, es en realidad lo mejor” (nº 313)”.
Preguntas y respuestas seleccionadas por el P. Santiago Martín
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