Jueves, 02 de mayo de 2024
En la muerte de don Cesar Villalonga
Así en el cielo como en la tierra.
Hay personas que anteponen a todo su generosidad para con Dios. Este es el caso de César Villalonga Alonso. Nació en la ciudad de Valladolid hace 81 años, perteneció a la primera promoción de la Academia General de Aire de San Javier. Fue de los pioneros que participaron en cursos de pilotaje de reactores en Estados Unidos en los años 60. Cómo piloto militar, tuvo la oportunidad de subir muchas veces al cielo. Desde las alturas siente uno la fascinación por la obra de Dios, teniendo la sensación de estar a solas con El. Esto le debió ocurrir a Don César y le predispuso para oír la llamada de Dios.
Con la graduación de Capitán se dio cuenta de que Dios le llamaba para el sacerdocio. Dejó el ejército y se matriculó para estudiar teología, ordenándose sacerdote en 1963. El, por su condición de militar, era un hombre muy disciplinado; por ello se planteó, de forma sencilla, hacer lo que los superiores le pidiesen, seguiendo de forma disciplinada el evangelio y el magisterio de la Iglesia.
Se sintió muy a gusto en el Opus Dei, ayudando a los estudiantes universitarios a seguir el ejemplo de San Josemaría, santificarse en el aprovechamiento de sus estudios. Ejerció también su labor sacerdotal en Asturias donde, ya con 60 años estudió filología griega clásica, porque quiso conocer en profundidad la doctrina de los primeros padres de la iglesia (patrística), consiguiendo leer sus obras en el idioma original. En la bellísima capital del Principado se dedicó a la dirección espiritual de muchas personas, orientándolas para santificarse en sus propios trabajos.
Era una persona cariñosa, gran predicador, tenaz para el trabajo y humilde a pesar del brillante pasado miliatar. Hombre de oración, amaba con toda su alma a Jesús en la Eucaristia y a la Santísima Virgen.
D. César, un hombre que subió al cielo y bajó tantas veces, ahora subió para quedarse en el.
José manuel Miranda Alonso.
Comentarios
Por José Miguel G N 2019-01-15 11:26:32
Le conocí en Sevilla en los comienzos de un colegio llamado Altair. Allí dejó una profunda huella. Era un sacerdote joven que nos dejó marcados para toda la vida. Fue fundamental su ayuda para muchos de nosotros. Que Dios le pague todo lo que hizo por nosotros y por su generosa entrega a los demás por amor a Dios. Don César: siga ayudándonos desde el Cielo.
Por Cesar 2013-03-10 00:23:00
Me impresiono aquel Sacerdote de unos 40 años, que transmitia equilibrio y bondad inteligente. A nosostros universitarios de primero de medicina en Sevilla nos dejo la huella de la aproximacion a Cristo. Hoy despues de años de ver enfermos lo recuerdo como uno de mis grandes descubrimientos en el camino de la santidad.
Por por Darío Díaz 2012-01-11 16:57:00
Te felicito José Masnuel, por tu artículo y debo añadir que afortunadamente he tenido la suerte de conocer a D. César y puedo testimoniar que era muy buena persona y mejor sacerdote, pasando por este mundo haciendo el bien.
Por Jesús Menéndez 2012-01-05 17:46:00
Un ejemplo de santidad desde la sencillez y el esfuerzo. La santificación del trabajo. El compromiso y la entrega hacia los demás. El sacerdocio como la máxima expresión del amor al prójimo.
Por Olga Mª 2012-01-04 20:51:00
Comentarios : Sin dudar, es un ángel reclutado por Dios para su ejército de AMOR.
Por Lucio 2012-01-04 17:21:00
Jose Manuel, te felicito y agradezco el bonito artículo referido a don César, a quien no tuve la ocasión de conocer personalmente, si bien, me complace saber algo de él a través de esta breve exposición que resume, en parte, lo más esencial del personaje,su FE y AMOR al prójimo.
Por Carmen Alonso 2012-01-04 16:57:00
Cuanta comprensión y apoyo necesitan los sacerdotes de nosotros.Entregando,como entregan,su vida a Dios
Por FJGA 2012-01-01 19:56:00
Tuve ocasión de tratar brevemente a don Cesar en los últimos años, pues organizaba unas sabrosas charlas, a las que yo pude asistir gracias a la amabilidad de ACG, quien profesaba un cariño y una admmiración palpable por el sacerdote. Para mi fue siempre muy agradable escuchar a los conferenciantes tan intersantes que lograba llevar alli y departir con las personas bien preparadas y sensatas que los escuchaban conmigo. Era de admirar lo atento que era con todos los que acudiamos, tanto si eran conocidos, como si eramos desconocidos. Hace unos meses me crucé con él paseando por mi calle. Al saludarle me dio la impresión de que interrumpia algo importante. Es que estoy rezando el rosario, me dijo. Fue la última vez que lo ví. Estoy convencido que Dios, nuestro Señor, ha recibido a don Cesar tan bien como el nos recibía a nosotros y le habrá sonreido como don Cesar sabía hacer.
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