Nacida del genio de un autor, el italiano Viencenzo Bellini, que cautiva, de principio al fin, por el torrente melódico, siempre renovado que impregna toda la partitura. Es imposible no preguntarse a la vista del talento que derrocha cada una de sus notas que  nos habría legado si la muerte no se lo hubiera llevado antes de cumplir treinta y cinco años.

Bellini estaba ya impregnado de romanticismo, aunque sus obras fueron escritas en el primer tercio del siglo XIX por tanto antes de la revolución de 1848.

         Norma es quizá su obra más conocida, sobre la que planea el "pathos" sombrío y mortuorio, tan caro al romanticismo, pero es asimismo una obra en la que se exalta el sentido del deber, la compasión, la autocrítica y por último el sacrificio llevado a sus últimas consecuencias.

Se podría decir que con Norma el autor quiso crear la contrafigura de Medea la heroína clásica que también dio lugar a una ópera del mismo nombre.

         Este título fue interpretado en nuestro teatro por las más grandes voces del momento, siendo una de las últimas Montserrat Cavallé, acompañada por una Fiorenza Cossotto, en estado de gracia, como Adalgisa.

         Es de agradecer que no se olvida este género de ópera –la belcantista- aunque cada vez esté menos en boga debido a la falta de voces adecuadas y especialmente a los gustos de los que hacen las programaciones de los teatros, demasiado, en general, obsesionados con las novedades, a costa de lo que sea, y sin advertir que en la mayoría de los casos esas “novedades” como dice un amigo es un “moderno viejo”.

         Ayer asistimos a una versión digna de Norma que hizo gozar al público porque una obra de estas características se está convirtiendo en una “especie en riego de extinción” y por tanto muy difícil de ver.

         Roberto Tolomelli fue de menos, con una obertura desdibujada, a más, especialmente en los dúos finales. En alguna ocasión no supo adaptar la sonoridad de la orquesta a las posibilidades de los cantantes y en otras como en la citada obertura no supo sacar todo el potencial sonoro que encierra la OSPA.

         Aquiles Machado, muy menguado de figura y algo mermado de potencia vocal, fue un Pollione notable a pesar de su “gallo” en el dúo con Adagisa, pero aún conserva la belleza del tono la emisión uniforme, redonda y segura y en ocasiones un fraseo de gran belleza, en términos generales no es fácil encontrarse por estas tierras un tenor de su fuerza, pasión y entrega.

         Sondra Radvanovsky antes de salir a escena para interpretar a Norma, ya fuimos avisados de que padecía una afección catarral que podría menguar sus facultades. No fue una excusa porque la oímos toser, algunas veces en escena. No obstante su interpretación fue algo plana, sus agudos carecían de armónicos, el registro medio era opaco, quizá debido a su indisposición, pero tuvo claros desajustes en el primer dúo con Adalgisa y no supo transmitir toda la épica romántica de su decepción, desamor, dudas horribles y finalmente de su sacrificio, aunque esta última parte fue la mas lograda. El esperado “Casta diva” fue despojado de sus adornos belcantistas, sin conseguir a cambio, una mayor intensidad dramática, quizá sea un aria excesivamente exigente desde el punto de vista vocal para los elencos a los que últimamente estamos acostumbrados´

         Dolora Zajick fue una Adalgisa poco relevante, no consiguió en ningún momento transmitir a su personaje el horrible drama que se desarrolla en su interior, los dúos, especialmente el primero con Norma, no  fueron lo mejor de su actuación llena de desajustes, no fue su noche.

         Carlo Colombara fue un Oroveso notable, con una bella voz y un buen fraseo, aunque en algún momento haya “calado” o la voz perdiera frescura en la emisión.

         Maribel Ortega como Clotilde, sirvienta de Norma y Jon Plazaola como el legionario Flavio estuvieron correctos en sus papeles.

         El coro, como viene siendo habitual, estuvo más que notable, ajustado, como una emisión bien controlada y una sonoridad perfectamente empastada fue de lo mejor de la velada. Además su quehacer en escena va a más y está elevando a esta formación al rango de imprescindible en la temporada si ésta última aspira a tener algo de lo que sentirse satisfecha.

         Se nos vino anunciando que esta obra sería ofrecida en versión concierto, en el programa ya se nos dice que es versión semi-escénica. Que en adelante sean todas en esta versión porque por primera vez la escena fue notable. Se le puede aplicar con toda justicia el dicho minimalista “menos es más” con los mínimos elementos, una buena iluminación, un vestuario atemporal y un magnífico movimiento de los cantantes, muy especialmente el coro se nos transmitió a la perfección toda la acción sin recurrir  los lugares comunes y al mal gusto imperante, disfrazado de creatividad, que sólo convence a los que lo hacen y a los “papanatas” que “lo compran” creyendo con ello que han sacado “carnet de socio del club de la modernidad”

         En definitiva que ayer vimos una versión más que aceptable de un título que ya figura por méritos propios en el “olimpo” de la Opera de todos los tiempos

Cósima Wieck