Viernes, 27 de diciembre de 2024
Se reunió con los reyes y zapatero
Benedicto XVI se despide de España tras dos jornadas maratonianas
Benedicto XVI llegó cansado a Barcelona tras su visita relámpago a Santiago de Compostela. Tras su llegada al Aeropuerto del Prat, donde saludó a los asistentes al bajar del avión, se dirigió al Palacio Arzobispal acompañado por su séquito. Allí le esperaban un millar de católicos, la mayoría jóvenes y procedentes de todos los países de España. El Papa se dirigió micrófono en mano a los fieles y les bendijo, rompiendo el protocolo que no contemplaba ningún acto a la llegada a Barcelona.
A la mañana siguiente, Benedicto XVI partía hacia la Sagrada Familia como estaba previsto. Hizo el recorrido en el Papamóvil, al igual que en Santiago de Compostela. Pero en esta ocasión lo hizo de un tirón, sin bajar la ventanilla del vehículo y en apenas diez minutos, a diferencia del día anterior, cuando se detuvo a bendecir a varios bebés. El Papa avanzó en medio de los vítores de los asistentes, que formaban una fina y larga hilera durante todo el recorrido, en el que no faltó tampoco público en los balcones.
Una vez en la Sagrada Familia, y antes del inicio de la solemne misa que dedicó al culto del edificio diseñado por Antoni Gaudí, mantuvo un encuentro con los Reyes don Juan Carlos y doña Sofía. Una entrevista muy cordial, que se desarrolló sin intérpretes y en un clima de "absoluta normalidad y simpatía" donde dialogaron en italiano, español y alemán. Al finalizar, los monarcas regalaron a Benedicto XVI un facsímil del Código Áureo del siglo XI, que contiene una colección de los cuatro evangelios, y éste les ha obsequiado con La historia de los Papas a través de las medallas pontificias del siglo XV al siglo XX.
Tras este encuentro, el Santo Padre entraba en la Sagrada Familia, donde 6.500 fieles estaban presentes para presenciar la misa dedicada al culto del edificio de Gaudí, que tras la bula otorgada ya es una basílica para el culto. Los asistentes rompieron el protocolo y rigor propio de estos actos religiosos, recibiendo y despidiendo a Benedicto XVI con aplausos, de pie y algún Viva el Papa.
El Pontífice respondió risueño y alzando su mano, llegando a pararse para saludar a algunos asistentes a lo largo del pasillo, especialmente a los niños cantores de la Abadía de Montserrat.
La ceremonia duró tres horas, y aparte de los Reyes, también asistieron numerosas personalidades. En los primeros bancos se encontraban los principales representantes del templo, como el presidente delegado de la Fundación de la Junta Constructora de la Sagrada Familia, Joan Rigol, y los miembros Helena Cambó y Joaquima Alemany; y el arquitecto jefe, Jordi Bonet. Entre los políticos, el presidente del Congreso, José Bono; el ministro Ramón Jauregi; el presidente de la Generalitat, José Montilla; el vicepresidente, Josep Lluís Carod-Rovira.
El discurso del Papa fue una defensa de la vida y el matrimonio entre hombre y mujer. Pero también hizo referencia a la Sagrada Familia, definiendo a la basílica menos como un espacio de "belleza, fe y esperanza". El arquitecto jefe, Jordi Bonet, intervino antes de la misa para afirmar que el templo muestra la utilidad del arte para la fe; en el caso de Gaudí, con una catequesis simbólica a través de la geometría y las alegorías de la naturaleza.
El Santo Padre utilizó el catalán para iniciar y cerrar su homilía, e hizo referencias a la Virgen de Montserrat y a la Mercè, patronas de Cataluña y Barcelona, respectivamente. Así, al término de su discurso se dirigió a los fieles en esta lengua para pedir que la Madre de Dios interceda ante quienes acudan al templo en el futuro, "para que los pobres encuentren la misericordia, los oprimidos alcancen la libertad verdadera y todos los hombres se revistan de la dignidad de hijos de Dios".
Tras la misa, Benedicto XVI se reunió con el presidente de la Generalitat, José Montilla. Éste regalo al Papa un juego de ajedrez con figuras inspiradas en la obra del arquitecto Antoni Gaudí y un libro editado con motivo de la feria de Frankfurt sobre los 800 años de historia de la cultura catalana.
EL PAPA FUE ACLAMADO POR 250.000 PERSONAS
El Ayuntamiento de Barcelona ha cifrado en 250.000 las personas que siguieron la visita del papa Benedicto XVI por las calles de la capital catalana y en la Sagrada Familia. Y es que la misa también la pudieron seguir unas 13.000 personas en la plaza de toros Monumental. Tras ella, el Papamóvil inició el camino de vuelta al Arzobispado de Barcelona, jaleado por los ciudadanos y familias que enarbolaban senyeres y banderas del Vaticano, y coreaban palabras de elogio a Ratzinger.
El almuerzo tuvo lugar en el salón del Trono del Palacio Arzobispal ante 150 obispos y cardenales, la mayoría españoles, y los prelados de su séquito. La comida, a base de gastronomía catalana, fue íntima, y tuvo lugar sobre las 15 horas, con una de retraso. Pese a ser una comida privada, trascendió que el Papa resumió su visita relámpago como "Un día inolvidable que servirá para la evangelización".
SU IMAGEN MÁS CERCANA, CON LOS NIÑOS DEL NEN DÉU
Por la tarde, Benedicto XVI visitó la Obra Benéfico-Social Nen Déu, que atiende a discapacitados físicos y psíquicos. Fue donde proyectó su imagen más cercana y próxima con los niños y sus familias. El Papa se mostró muy entregado, sobre todo cuando los niños le dirigieron unas palabras y otros le entregaron regalos manuales, como un álbum de fotos o un cuadro pintado de la Sagrada Familia.
María del Mar Gajo, procedente del centro que la institución también tiene en Tiana, se dirigió en nombre de sus compañeros al Papa, para agradecerle su presencia: "En nombre de mis compañeros del Niño Dios le quiero dar las gracias por venir a nuestra casa y por hacernos sentir felices. Porque aunque somos diferentes nuestro corazón ama como los otros corazones y queremos ser amados".
EL REY LE AGRADECIÓ LA VISITA Y ZAPATERO TUVO UN ENCUENTRO DISTENDIDO
En el Aeropuerto de Barcelona tuvo lugar el último acto oficial de la visita de Benedicto XVI a España, que volverá en agosto de 2011 con motivo de la Jornada Mundial de la Juventud. El Rey Juan Carlos I consideró que había tenido un "indudable significado" para España y la Iglesia Católica. En su discurso, el monarca se mostró contento tras las expresiones de cariño, gratitud y cariño recibidas por el Pontífice.
Por su parte, el presidente del Gobierno mantuvo un breve encuentro, que fue distendido y amable. Duró tan sólo diez minutos, poco antes del acto oficial de despedida al Papa, quien agradeció a Zapatero el esfuerzo del Gobierno para que la visita saliese bien. Por su parte, Zapatero transmitió al sumo pontífice la disposición del Ejecutivo para la colaboración con la Jornada Mundial de la Juventud.
La Moncloa informó de que el Jefe del Ejecutivo ha comentado al Papa la relación fluida del Estado español con el Vaticano, fruto de lo que expresa la Constitución española como Estado aconfesional que reconoce el peso e la Iglesia Católica en España, "pero que garantiza la libertad de todos".
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