Su nombre era Francisco Javier Girón y Ezpeleta de las Casas y Enrile, nació en Pamplona el día 11 de marzo de 1803, precisamente en el palacio del Virrey, cargo este que desempeñaba a la sazón su abuelo paterno; con el devenir del tiempo, se convertiría en Teniente General del Ejercito y en el primer Inspector General de la Guardia Civil, siendo considerado como Fundador de esta institución. Fue Gentilhombre de cámara de S.M., Grande de España de 1ª Clase, II Duque de Ahumada y V Marques de las Amarillas. Estaba en posesión de múltiples condecoraciones, entre otras las Grandes Cruces de Carlos III , de la Real y Militar Orden de San Hermenegildo, de San Fernando, la de la Real Orden Americana de Isabel La Católica (por el merito logrado en la organización del Cuerpo de Ejercito de la Reserva y la Pacificación de la Mancha) y de Caballero de la Legión de Honor Francesa (Presumiblemente esta ultima, concedida por el rescate de la Infanta Luisa Fernanda, con ocasión del derrocamiento de los Orleans en febrero de 1848). Casó con Dña. Nicolasa Aragón y Arias Saavedra, fue padre de 14 hijos, de los que le vivieron 9, alcanzando varios de ellos el Empleo de Tte. General. Los años finales de su vida desempeño el cargo de Comandante del Cuerpo de Alabarderos.   Seria excesivamente prolijo hacer un relato detallado de su vida. Brevemente se puede apuntar que inicio su carrera Militar con pocos años; participó en varias acciones de combate y llegó a comandar todo un ejército, demostrando una gran valía, tanto directiva como organizativa.  

 Padeció algunos reveses en su andadura, vio a su padre -D. Agustín Girón, también Teniente General y Ministro de la Guerra- perseguido por cuestiones políticas, (Padeciendo exilio en Gibraltar ambos, teniendo que huir de Madrid durante los sucesos de 1822, cayendo en desgracia durante el sexenio, etc.). Fue precisamente de un proyecto de su progenitor: “La Legión de Salvaguardias Nacionales”, del que se sirvió para diseñar inicialmente el Instituto de la Guardia Civil.  

 Era un hombre riguroso, ordenancista y muy disciplinado; no obstante ejercería el Mando de una forma paternalista, humana, digna y siempre correcta en el trato e infatigable en el trabajo, preocupándose del bienestar de sus subordinados en todo momento. Fundó la Compañía de Guardias Jóvenes, para premiar en los hijos el esfuerzo de los padres, según decía en la Orden (en la actualidad Colegio de Guardias Jóvenes en la Madrileña  localidad de Valdemoro), y en múltiples ocasiones antepuso lo que consideraba justo, a su propia carrera y alguna vez se la jugó por defender a un Guardia Civil.  

 A este respecto, se cuenta que en la inauguración del Teatro Real, el día  de Santa Isabel del año 1.850, con la representación de la opera “La Favorita” de Donizetti y asistencia de la Reina Isabel y las más importantes Autoridades de la Patria; un Cabo de la Guardia Civil destinado en el Escuadrón de Caballería del Tercio de Madrid, prestaba Servicio de Seguridad en la puerta principal del citado Teatro, con la misión de que pasase únicamente el carruaje Real; en un determinado momento, pretendió pasar el Faetón del General Narváez, (El Espadón de Loja), a la sazón Presidente del Consejo de Ministros y Militar de pésimo genio, quien al oír discutir a su cochero con el Cabo, increpó a este último de forma desabrida, diciéndole: “Oiga Cabo, ez que no zabe uzté quien zoy yo” a lo que este le contesta: “Zi mi henerá, zi ze quien e vuezenzia, pero para pazá por aquí ha de ze po enzima del honor de ezte arma”, a la vez que adoptaba la posición de “prevengan”.

  Ante semejante determinación, Narváez ordena dar la vuelta y entrar por otra puerta. En uno de los entreactos de la función operística, a la que también asistía Ahumada, le ordenó que impusiera un arresto al Cabo. El Duque de Ahumada, después de enterarse fehacientemente de lo sucedido, se presentó al día siguiente en el despacho del Presidente con su dimisión y la Orden para que se hiciese cargo de forma interina del Mando de la Inspección General del Cuerpo el Coronel más antiguo; vistas las consecuencias, D. Ramón María Narváez, sacando al fin su vena castiza, desistió de su empeño y hasta le regaló un habano al Cabo, bromeando con el Duque de Ahumada, sobre lo bien que habían hablado los dos en andaluz. Por supuesto, las dos órdenes se rompieron.  

Falleció el 18 de Diciembre de 1.869, a los 66 años. Al tercer día de su defunción, en la Iglesia de Santa María la Real de la Almudena, se celebró el Funeral por su Eterno descanso, siendo trasladado a continuación al cementerio de la Sacramental de San Pedro y sepultado en el Panteón 926, del patio 2º. Dispuso en su Testamento que su cadáver fuese amortajado con el uniforme de Inspector General de la Guardia Civil, llevado al nicho en hombros de Guardias Civiles y rogando a estos que asistieran todos a su entierro; queda claro, cual fue la obra de su vida que más valoró.

  A día de hoy, permanece su obra ingente, el enorme beneficio que supuso para el Orden Público, la Seguridad Ciudadana y el desarrollo de nuestra querida España la creación del Benemérito Instituto, y sin embargo, la Sociedad Española en su gran mayoría, no conoce en absoluto a este personaje fundamental de nuestra historia moderna.  

 IN MEMORIAM: Dedicado a todas las victimas del terrorismo, y especialmente a los Guardias Civiles D. MARIO LEAL VAQUERO, asesinado  en Zarauz en 1.985. D. JOSÉ FERNANDEZ PERTIERRA, muerto al explosionar un coche-bomba en Madrid en 1.986. D. ANTONIO LÓPEZ MARTINEZ, muerto en atentado con coche-bomba en Guipúzcoa en 1.987. D. JOSÉ MANUEL GARCÍA, asesinado por eta de un tiro en la nuca en Vizcaya en 1.997 y D. JUAN CARLOS BEIRO, asesinado con una bomba-trampa en Navarra en 2.002.