Atribuyen al presidente norteamericano, Teodoro Roosevelt, la siguiente frase: “Los partidos políticos existen para asegurar la formación de un gobierno responsable y hacer valer la voluntad del Pueblo”. En los comicios electorales celebrados en España el pasado 20 de noviembre de 2011, los españoles entregaron un cheque en blanco al Partido Popular para que, a voluntad de ellos mismos, los responsables de formar el nuevo gobierno de la Nación tomaran las decisiones pertinentes para arreglar el desaguisado causado por la crisis económica y los desaciertos del gobierno socialista que presidía el señor Rodríguez Zapatero. El señor Rajoy, el ganador de los comicios, ha tenido la ocasión, desde el mes de enero que se estrenó en el Palacio de la Moncloa, de disponer de cuantas medidas considerase necesarias para cumplir la voluntad de los españoles, de forma mayoritaria, sin dudas, sin reproches.  

 Al día de hoy, diez meses más tarde, finalizando el mes de octubre, en plena celebración de Halloween,  nuestro Don Juan Tenorio, que es el galán conquistador por excelencia, parece que ha hecho mutis dejando su sitio a la calabaza, que en la cultura española es el rechazo de la moza pretendida y símbolo de suspenso estudiantil.  

 Tomar el poder en las condiciones que lo hicieron los responsables del Partido Popular no es un plato de gusto y requiere,  a saber, la aplicación de dos paquetes de medidas urgentes. Las primeras, de efecto inmediato; las segundas, deberían dar sus frutos a continuación. Es evidente que, entre las primeras, la más urgente es contener el gasto público (adelgazar el presupuesto de las instituciones sacrificando a los asesores, las prebendas y todo el maquillaje que lleva aparejada la gestión pública en épocas de bonanza económica), lo que no se ha hecho hasta la fecha.  

 El señor Rajoy ha perdido la oportunidad de coger el toro por los cuernos, como apunta el dicho popular, y cercenar de raíz cualquier manifestación de protesta de los ilegitimados sindicatos  (que se benefician de las subvenciones y formar parte de las dádivas políticas), que están convirtiendo las calles en escenario de ridículas manifestaciones, como tenemos ocasión de observar a diario, y ponen en evidencia acontecimientos de alto rango, como hemos tenido ocasión de observar el pasado viernes, en la entrega de los Premios Príncipe de Asturias. ¿Qué conclusión puede sacar la comunidad científica e internacional, ante los abucheos, los silbidos, las pancartas, las banderas republicanas…? Y quede claro que el que yo no comparta estos actos no quiere decir que les quite la razón de sus protestas.

  Pero es que el señor Rajoy también ha perdido la ocasión de emprender los contactos pertinentes, aprovechando su mayoría en la Cámara, para comenzar una reforma constitucional con el objetivo de devolver transferencias al Estado Central, en detrimento de las Comunidades Autónomas. La mayoría de los españoles coinciden en que, en al menos tres departamentos, sería posible y necesario (Educación, Sanidad y Justicia), aunque a Alicia Sánchez Camacho, próxima candidata del Partido Popular a la Generalidad de Cataluña, no le guste.    

 Voy a terminar con la cita de Teodoro Roosevelt: “sin embargo, en vez de promover el bienestar general (los partidos) se han convertido en instrumentos de corrupción sirviendo propósitos egoístas”, y termina:“ destruir esta alianza malsana entre el negocio inmoral e ilícito y la política corrupta que forma el gobierno invisible, es prioridad del gobierno legítimamente establecido”.    

Honorio Feito