Como casi siempre ocurre, la memoria es a veces torpemente selectiva, aunque esta vez no sea reflejo de un olvido voluntario, porque la causa del silencio cercano en torno al poeta Luis Cernuda, no lo fuera por motivaciones extrañas a su condición de escritor, ni restado en una obra literaria que lo ha promovido especial significación en el mundo de las letras. Pero acaba de cumplirse el 50 aniversario de la muerte del poeta sevillano en el exilio mexicano,  dejando allí, el  irreversible recuerdo de su patria de origen, y ofreciendo un legado extraordinario en obra y vida. Alejado de su Sevilla y de España por aquella sinrazón de exclusión y persecución social inventada por censores mutilados de inteligencia y de libertad murió en silencio.  Fue en Sevilla donde amaneció a la poesía, 1927, con un verso que le abriría para siempre la puerta de la creatividad en plena juventud, Perfil del aire, que daría paso en 1934 a su gran obra Donde habite el olvide, título que le consagraría a la altura de sus contemporáneos del 27 y le daría nombre de poeta grande que ya le correspondería para siempre.

 Cernuda sufre la irresponsabilidad de la guerra fratricida y nada civil que asoló a nuestra nación a finales de los años treinta, y el poeta se vio balanceado en una situación extraña, difícil, que le hizo tomar conciencia y partido en una sociedad ya partida; y no obstante, su alma de escritor le ofrecía ocasiones especiales para ser testigo y testimonio de una época, y escribe en prosa la única novela que se le conoce, La nubes, que por otra parte le supone absurda discriminación y le induce al exilio, pues esa obra será la excusa para no permitirle el regreso a España. Desde Londres, donde fue a dar unas conferencias, su periplo lo deposita en México y allí, junto a miles de compatriotas igualmente exiliados, Luis Cernuda prosigue su obra literaria escribiendo poesía en las mejores instituciones de aquel país. En México publica una obra igualmente capital como es Poemas para un cuerpo, (1947)  y la fama de su calidad se extiende por toda la geografía de la literatura en español.

Hoy, en esta fechas, se edita un libro a su memoria; un libro antología de lo más cierto de la poesía que nos dejó, en la que un puñado de poetas actuales como Francisco Brines, Villena, Luis Alberto Cuenca, Gamoneda, o nuestro buen amigo y poeta murciano Eloy Sánchez Rosillo, entre otros,  aportan su firma y un regalo de sus versos. El libro,  es un merecido homenaje a una figura excelsa de la poesía en castellano, torpemente obligado a vivir lejos de los suyos, de su tierra, de su país, siendo como era un enamorado de cuanto significaba nacer en la tierra de María Santísima- Por suerte y por justicia, Cernuda no fue jamás olvidado, y sus versos, precisamente aquellos que nos hablan del Olvido, tienen entre nosotros los que amamos la poesía, el valor de un poeta inolvidable. Quizá por esto, sea oportuno, recordar aquí, sus versos más entrañables:

 Donde penas y dichas no sean más que nombres / cielo y tierra nativos en torno a un recuerdo, / donde al fin quede libre sin saberlo yo mismo / disuelto en niebla, ausencia, / ausencia leve como carne de niño, / Allá, allá lejos, / donde habite el olvido..

Para él, seguro, no habrá olvido porque ya esta instalado en el corazón y la memoria de quienes por aquí abajo tenemos vocación de poetas, y podemos vencer con un verso, ridículas partidas de cultura y sexo, de ritos y de bandos, de color y raza, o al menos así me lo enseñaron en las viejas escuadras azules del amor y la poesía.

                                                                                       EDUARDO LÓPEZ PASCUAL