Martes, 23 de abril de 2024

¿Como hemos llegado a esta situación?

  Pero vuelvo a mi pregunta primigenia, y he tenido que retroceder bastante en el tiempo para contestarla.   

  Recuerdo, cuando yo era mucho mas joven de lo que soy, me quise comprar el disco blanco doble los The Beatles, alrededor del año 1968, mi abuela me decía “JUNTA, JUNTA” animándome para que a que no parase de ingresar y ahorrar hasta que alcanzase mi deseo, eran tantas las ganas que hacía esfuerzos extra como sableadas familiares, “pequeñas sisas” nada comparables con las del electricista de la Catedral de Santiago, cantidades que iban a parar a mi cajón. Mientras mi abuela me repetía “las cosas llegan cuando tienen que llegar”. Esperar era ahorrar desesperadamente, pero cuando lo conseguí era “el no va mas”.  

  Todo eso se desvaneció, hasta la teoría económica de mi abuela, cuando Keynes combatiendo los postulados económicos clásicos en los que para invertir era necesario la obligación de haber ahorrado. Gracias  a Dios mi abuela no vivió para saberlo.  

  Pero para gastar hay que tener dinero y este solo se puede obtener de tres formas: Fabricándolo, cobrar más impuestos y endeudarse mas, y no solo hablo de a nivel publico sino personal. Pero quien la hace la paga, valga la redundancia,  y Keynes puso una condición en que los buenos tiempos habría que pagar esa deuda. ¿Que he dicho pagar? La magia del dinero y del objeto propiedad de uno se ve empañada por las ganas de estropearlo todo: el pago. Y durante una larga temporada los saldos deudores fueron creciendo y creciendo tanto en la economía pública como privada, haciendo del crédito “una droga”. Convirtiendo al crédito en unos de pilares de la economía, del cual hasta la fecha era el ahorro el único. 

  Y de este pasamos al acto del consumo, el cual es el único acto plenamente libre dado que el se juntan la libertad de elección y el poder, la razón para ese acto, convirtiéndolo en un acto democrático. Con nuestro consumo premiamos o castigamos tipo de sociedades: si compramos un ordenador Apple estamos premiando a la sociedad innovadora norteamericana, si compramos una prenda china estaremos premiando a dictadura que no respeta los derechos humanos convirtiendo el consumo en algo tan importante como un voto. Así funcionan las cosas y hasta aquí hemos llegado.

   Ninguno de nosotros votaría a quien promete sudores, sacrificios y lágrimas y durante los procesos electorales todo se simplifica, las adhesiones pasionales y a las descalificaciones mutuas y este posiblemente sea el “yang” de nuestra  democracia occidental. Y es que sin límites, todos los sistemas acaban siendo malos,…            


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