Dado que la firma de las escrituras no es un espectáculo público cabe pensar que si vio a tantos notarios leyendo escrituras debe tener alguna relación profesional con el asunto: empleado de banco, agente de la propiedad inmobiliaria, miembro de una gestoría bancaria, promotor o tal vez abogado, aunque estos últimos son espectadores menos asiduos.

 En cualquier caso no sé por qué arremete contra los notarios ya que en casi todos esos supuestos sería usted un agente de los males que denuncia y digo casi porque  abogados los hay en todos los bandos.

 Entre las muchas inexactitudes que vierte se encuentra que el arancel notarial, por la adquisición de una vivienda de 200.000 euros de valor seguida de una escritura de hipoteca de 150.000 euros de principal ascenderían a la cantidad de alrededor de cuatro mil euros. Haciendo las facturas respectivas sobre esas bases, y siendo generoso en copias y sobre todo en folios, en ambas escrituras, sólo me salen 774,95 por la primera y 819,06 por la segunda, es decir, no llega a 1.600 euros, tiene usted una ligera desviación de más del cien por cien.

Por otra parte es posible que usted pase a los anales de la ciencia jurídica como inventor de la “hipoteca etérea” puesto que la hipoteca es un derecho de garantía y por lo tanto siempre garantiza el cumplimiento de algún tipo de obligación: préstamo, deudas contraídas con anterioridad, precios aplazados, etc.

Indudablemente, notarios en números redondos hay tres mil y en un colectivo tan grande –en eso sí puede tener razón- hay gente de todo tipo, pero todas esas cosas: principal del préstamo, intereses ordinarios, intereses de demora, costas y gastos judiciales, tipo para la subasta, seguro, tipo de interés sustitutivo, diferenciales de los intereses variables, diversas comisiones y el llamado “suelo”, aunque el notario no sea muy escrupuloso, siempre se suele leer porque el banco quiere constatar que están recogidas las condiciones que impone.

Por cierto, los representantes de las entidades bancarias siempre prestan suma atención a estos pormenores, cosa que muchos particulares no hacen desafortunadamente, aunque no sé si tan desafortunadamente porque los que atienden, o bien marchan apesadumbrados, o los más optimistas piensan que ya escampará, pero nadie por ello deja de firmar las escrituras.

Olvida usted que en la mayor parte de las ocasiones, cuando los ciudadanos llegan a la notaria, lo hacen condicionados por compromisos ya adquiridos, muchas veces también con otros particulares, y por lo tanto nos encontramos ante una situación forzada por las circunstancias que, desde luego, no está en la mano del notario su solución.

En lo que no le falta razón, es en la imposición de notario por parte de los grandes agentes económicos, pero eso, no es algo que los notarios hayamos deseado sino que es consecuencia de la presión que sobre los mismos ejerce la oligarquía político-financiera. Factor determinante de esta circunstancia es la desaparición de facto del turno lo que comienza con la ley cambiaria y del cheque que hace desaparecer de las notarias los protestos de letras de cambio y demás documentos de giro ya que permite al banco tenedor hacer el protesto, lo cual no deja de ser escandaloso al convertirlo en fedatario y parte a la vez. También influyó el cambio de la legislación de contratos del Estado que redujo, sino eliminó, la intervención del notario, medida precautoria ante el cariz que iba a tomar la Administración española. La situación se agrava al excluirse del turno oficial a las cajas de ahorros por haber pretextado éstas estar en condiciones desiguales a los bancos, se mitigó la medida por parte de los colegios notariales apoyados en la normativa que excluía a las cajas del turno, mediante el establecimiento de compensaciones en dinero. Pero la irrupción, cual horda de vándalos, del tribunal de la competencia que quiere convertir al notario en un comerciante y desposeerlo de su condición de funcionario facilita los males que usted denuncia, es decir, que el notario que quiere seguir siendo un funcionario imparcial y que protege a los débiles se encuentra arrollado por aquellos notarios, en realidad minoritarios, que acogieron con entusiasmo su nueva faceta mercantil, que cuentan con el favor de los poderes económicos y el apoyo de la Administración que trata de acosar a los que intentan permanecer fieles a su función.

Por si todo ello fuera poco, también perjudica la situación del notariado el deslizamiento que está sufriendo nuestro derecho del sistema continental al sajón, del precedente judicial, dando lugar a un crecimiento de la arbitrariedad en el mundo judicial y a un desconocimiento de lo que es el notariado de tipo latino que en nada beneficia al ejercicio de la fe pública.

Si usted es una persona bienintencionada pero equivocada debe corregir el tiro hacia blancos más certeros porque está contribuyendo a deteriorar el notariado que parece querer defender.

 Si por el contrario es un agente de los poderes político-financieros tiene una eficaz actuación a base de sembrar verdades a medias, tergiversar hechos y acumular errores para hacer realidad aquella famosa frase atribuida a diversos conspicuos totalitarios de que la verdad sólo es una mentira repetida cien veces.

Me agradaría mucho que usted perteneciera al primer supuesto y, mejor informado, contribuyera a ayudar a los notarios que deseamos restablecer la mayor eficacia de tiempos pasados. Si pertenece al segundo grupo le deseo que por lo menos sus servicios le sean bien retribuidos.