Sabado, 23 de noviembre de 2024

Educar para el Amor

Educar(nos) para la santidad

La vocación de todo cristiano – sacerdote, religioso o laico – es la santidad: algo imposible para nosotros si contamos únicamente con nuestras propias fuerzas, pero posible para Dios, que con su gracia nos va perfeccionando siempre que le dejemos actuar y aceptemos en cada momento su voluntad.  

Pero cuando hablamos de santidad, debemos previamente clarificar el significado de ese término, porque a menudo se confunde la santidad con la beatería gazmoña, con un cierto clericalismo de sacristía. Y no se trata de eso. Nos hacen falta santos, no santurrones. Estos últimos, a menudo pecan de lo que el propio Cristo criticó a los escribas y fariseos: ser sepulcros blanqueados, pura apariencia que no esconde sino corrupción y muerte.  

 Santos son todos aquellos que intentan cumplir la voluntad de Dios en su vida diaria, quienes se esfuerzan por realizar bien su trabajo, quienes luchan por educar bien a sus hijos y sacar adelante a su familia, poniendo sus talentos – sus capacidades – al servicio de los demás para contribuir con su esfuerzo a la construcción del Reino de Dios. Santos son quienes aman a Dios por encima de todas las cosas y aman a sus semejantes, a su prójimo, y no viven para ellos, sino para los demás y para Dios. Y cuando uno vive desde el mandamiento del Amor, sabe que tiene que aceptar el sufrimiento y la cruz, porque quien ama sabe que ese amor le va a reportar preocupaciones, incomprensiones, angustias y, muchas veces, también persecuciones.  

 Educar para la santidad significa educar para el Amor. Pero un amor entendido no sólo como un mero sentimiento sensibleramente romántico. El Amor que Dios nos pide es una realidad totalizante que integra los sentimientos, la inteligencia y la voluntad: “Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón (sentimientos), con todo tu entendimiento (inteligencia) y con todas tus fuerzas (voluntad)”. Esto es a lo que se denomina “educación integral”. Por lo tanto, una educación verdaderamente católica debe tener en cuenta esta triple dimensión:  

1.- Debemos educar los sentimientos para que los niños aprendan a conocer sus pasiones y a controlarlas; para que el niño aprenda a quererse a sí mismo, aceptándose tal y como es, con sus capacidades y sus limitaciones, sabiéndose hijo de Dios y reconociendo que Dios le quiere tal y como es y que le ha dado la vida para que este mundo sea cada día mejor con su trabajo y su amor a los demás. ¡Cuántos problemas ocasiona en los adolescentes el hecho de no quererse como son!: guapos o feos, más listos o menos listos, más altos o más bajos… El problema de la autoestima se soluciona cuando uno se sabe y se siente verdaderamente amado por  Dios: ese es el principio y fundamento de la santidad. Cada uno es como es, pero Dios nos quiere a todos con nuestras cualidades y nuestros defectos y se preocupa de cada uno de nosotros. Dios nos amó desde antes de que nos concibieran. Para Dios todos somos valiosos, únicos e insustituibles. Y si Dios piensa así, ¿quiénes somos nosotros para enmendarle la plana? Uno aprende a quererse a sí mismo cuando se sabe amado por Dios. Y sólo así podemos pretender amar a los demás. Porque entonces sabremos reconocer en el prójimo a un hermano, querido igualmente por Dios y, en consecuencia, a alguien a quien debo respetar en su dignidad y a quien debo querer y ayudar como el buen samaritano lo hizo con el caminante herido al borde del camino. Amar al prójimo implica también que, al conocer mi pecado, mi pequeñez y mis limitaciones,  puedo comprender con caridad y misericordia los pecados y las limitaciones de los demás, sin juzgar ni condenar a nadie, porque todos estamos necesitados del perdón de Dios y de conversión constante.

  2.- Educar la inteligencia consiste en desarrollar las capacidades de los niños y lograr que sus talentos rindan al máximo. No se trata de pedir milagros a nadie, sino de exigir que la inteligencia de cada niño dé de sí todo lo que pueda dar, sin conformarnos con la mediocridad.  

Educar la inteligencia es contagiar a los niños la pasión por la búsqueda de la Verdad, a la que se puede acceder por la razón y por la fe. Es hacer ver al alumno que el mundo está bien hecho y que no es fruto del azar, sino de la voluntad de un Dios bueno que nos quiere. Como decía Louis Pasteur, “un poco de ciencia nos aleja de Dios, mucha nos aproxima”.

  Educar la inteligencia consiste, en definitiva, en hacer que el niño se conozca a sí mismo y a su entorno y sepa admirar la belleza, la verdad y el bien que Dios ha puesto en el mundo para nuestra felicidad. Y también que el alumno aprenda a rechazar, con espíritu crítico, las mentiras, los crímenes, la corrupción y todo aquello que atenta contra la dignidad de las personas y contra la belleza de la creación.

  3.- Tal vez sea la educación de la voluntad el aspecto más dejado de la mano de Dios en los últimos años. Los presupuestos buenistas y emotivistas (¡qué daño ha hecho Rousseau!) que han destrozado la educación de nuestros niños en los últimos años han hecho olvidar un aspecto fundamental: que no hay aprendizaje sin esfuerzo. La voluntad es nuestra capacidad para proponernos metas y objetivos y luchar por alcanzarlos. Me atrevería a decir que es más importante para un niño ser trabajador que más o menos listo. A los padres muchas veces nos preocupa lo inteligentes que puedan ser nuestros hijos y se nos pasa por alto el hecho de que tiene muchas más posibilidades de salir adelante un niño que se esfuerza, un niño tenaz y constante, que un niño muy inteligente. Si la inteligencia no va acompañada por la capacidad de esfuerzo, de nada sirve: ¿Cuántos niños inteligentísimos fracasan en los estudios por falta de horas de estudio? La voluntad es la capacidad de hacer lo que debemos de hacer y lo que es bueno para nosotros; y no dejarse llevar sólo por lo que nos apetece o lo que nos gusta. La voluntad forja el carácter del niño y lo prepara para afrontar los retos que la vida le va a poner por delante con espíritu de sacrificio y de superación. Ya dice el refrán que “hace más el que quiere que el que puede”.

  En conclusión, una educación católica, una educación para la santidad tiene que propiciar que el niño se sepa hijo amado por Dios; tiene que enseñar al joven a conocerse a sí mismo para potenciar sus cualidades y perfeccionar sus limitaciones; tiene que ayudarle a forjarse un espíritu de esfuerzo y de trabajo y a trazarse un proyecto de vida enfocado a poner toda su persona al servicio de los demás para que el mundo sea más bello, más justo y mejor para todos. Una educación para la santidad debe preparar al alumno para luchar contra el mal que habita en uno mismo y en el mundo, sabiendo que sólo Cristo es el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo y que sólo Él es Santo y sólo su gracia nos puede ir santificando a nosotros y a la realidad que nos rodea. Una educación para la santidad debe grabar en la conciencia de los niños que la Verdad es Dios y que la mentira es despreciable y diabólica; y que cualquier disciplina científica o humanística nos puede ayudar a acercarnos más a la Verdad, y por lo tanto a Dios. Educar para la santidad, en definitiva, consiste en hacer comprender al niño que la dignidad de todo ser humano es sagrada y que la mentira, la corrupción, el robo, el asesinato, el paro o la pobreza son frutos del pecado que todos debemos combatir con las armas de la virtud. Educar para la santidad, en definitiva, consiste en que en nuestros colegios y en nuestros hogares, la fe sea una realidad tangible: debemos poner a los niños en el camino de encontrarse con Cristo para que Él – el único y verdadero Maestro – nos transforme y nos santifique a través de la oración y de los sacramentos, sabiendo que solo el Señor es el camino, la verdad y la vida y que sólo Él puede dar sentido a nuestra existencia y conducirnos hacia la plenitud. ¿Y no es la felicidad lo que todos los padres deseamos para nuestros hijos y lo que cada uno de nosotros anhelamos alcanzar?

  Una verdadera educación cristiana o es una educación para la santidad o no es cristiana. Y esa educación ha de ser impartida, con la palabra y con el ejemplo, por los padres a sus hijos en casa; y debe ser complementada por los colegios que se llaman a sí mismos “católicos”, con la palabra y el ejemplo de los profesores. La educación para la santidad es un proceso que dura la vida entera y es la educación permanente que realmente merece la pena que todos cultivemos, con la ayuda y el ejemplo de los Santos y desde la fidelidad a la Iglesia, que es Madre y Maestra en este camino de perfección que todos recorremos hacia Dios.  


Comentarios

Por Lo que hay 2012-02-08 17:56:00

Los curas no tienen hijos dicen en todo caso sobrinos pero bueno ellos les confían a la educación muchos hijos de otros tantos padres que a la vez estos fueron hijos de otros colonizados por el clero católico. Las estadísticas y las denuncias de las supuestas victimas del clero católico salen todos los días como las setas en su tiempo propicio. El ejemplo mas palpable este mejicano de los legionarios de Cristo y como toda la ejecutiva fue complice de sus actividades, los abusos y también el imperio económico creado. Estas gentes cuando se enrollan en Dios son muy peligrosas , se creen con patentes de estar por encima de todo lo establecido, no tiene desperdicio esas "muertes " que también eran tan bien recibidas por ellos no matan liberan las almas de los cuerpos, eso era al menos lo que los sicarios pensaban, personajes victimas como Juan Pablo I banqueros y personalidades de poder que en algún momento tuvieron alguna conexión. Países como Filipinas México Irlanda Argentina,ESPAÑA y Alemania que esta ultima todos los años les genera unos ingresos de mas de quince mil millones de euros, entre otros muchos países y multinacionales en nada pueden ser ejemplos o reflejos del Jesús rebelde y salvador que se conoce por el Jesucristo de la Cruz.


Por Juan Carlos 2012-02-08 13:26:00

En primer lugar, una persona que ha sido obligada a participar de niño en todos los ritos y bobadas de una religión ha ganado el derecho a echar espumarajos (como mínimo) de adulto. En segundo lugar, contestamos en nombre de esa libertad de expresión que usted invoca. En tercer lugar, dado que costeamos con nuestros impuestos a la iglesia católica, tenemos derecho a opinar cuando y lo que nos venga en gana. En cuarto lugar ¿porque no mantienen los católicos de su bolsillo a Rouco y a su cuadrilla?


Por Pedro Luis Llera Vázquez 2012-02-07 20:28:00

Algunos parecen la niña del exorcista. Se les enseña el crucifijo y empiezan a echar espumarajos por la boca... No sabía yo que un artículo sobre educación católica escrito para católicos y publicado en una Web católica pudiera provocar reacciones tan airadas. Al final va a resultar que aquí todo el mundo tiene derecho a expresar lo que le da la gana, menos los católicos. ¿Tenemos todavía libertad de expresión? ¿Quiénes son los inquisidores ahora?


Por bbbbbbbbbbbbbbbb 2012-02-07 15:53:00

Virus sois vosotros que estáis con el síndrome de Estocolmo . España no sois vosotros ni tampoco vuestra Iglesia, vosotros sois monaguillos de curas al servicio de un poder forastero. No soy Juan Carlos pero en esto estoy con el. Tampoco soy del PSOE ni de ningún partido de izquierda , me tengo por Español y Ateo con mucha honra por tanto enemigo de todo Farsa y toda Invasión


Por Fascio 2012-02-07 13:00:00

Muy acertado el comentario de Crítico. Juan Carlos no se entera de nada porque está anclado en el siglo XIX y en sus excesos anticlericales. En realidad es una especie de virus infiltrado en una tertulia seria que trata sobre temas demasiado elevados para su limitada comprensión.


Por Crítico 2012-02-07 11:05:00

Creo que era Papini quién decía que era un católico escritor antes que un escritor católico. Viene esto al caso porque, en mi opinión, se está desviando el asunto de educar para la santidad con el de la libertad de educación o el librepensamiento. No sé si ha sido Juan Carlos, intencionadamente o no, el que ha dirigido por ahí el asunto, sin entrar en el meollo del artículo, y parece haber tenido éxito por los comentarios que le han seguido. Me declaro a favor del autor, ya que empieza diciendo que educar para la santidad es educar en el amor. Con eso hubiera bastado, pues en sí mismo esto lo encierra todo. No obstante, ha desarrollado el tema con tres disciplinas: conocer nuestras debilidades y aceptarlas, desarrollar la inteligencia y dominar nuestras pasiones a base de voluntad. Si aquí no se hablara de religión, las tres disciplinas que propone el autor, serían perfectamente asumibles por cualquiera que quisiera educar bien a sus hijos, sea católico, maxista, o hippie. Las animadversiones enpiezan cuando se mezcla todo eso con Dios, pero ¿no es congruente que si un padre cree y siente a Dios, no le inculque esa creencia a lo que más quiere en este mundo? Lo contrario sería una falta de amor considerable. Sin embargo, si uno no es creyente, hará lo propio con su hijo. Lo que no hay que confundir es la educación para la santidad con la educación del tipo "La religión con sangre entra", eso ni es católico ni lo quiere Dios, a pesar de que los pobres humanos cristianos lo hayan aplicado siglo tras siglo. Así pues, educar en santidad es educar en el amor de Dios, lo que conlleva unos valores que son universales, que se aplican tanto por los creyentes como por los ateos.


Por Libertad de Pensamiento 2012-02-04 23:53:00

Pues nos puede gustar o no gustar lo que dice Juan Carlos, a mi particularmente lo veo acertado y es del todo cierto que a los críos se le impone la Religión a modo de medicina ahí están los curas y sus ayudantes siempre dispuestos a dar palizas verbales con labados y centrifugados " educandonos para la santidad" Esas mentes claras y limpias de todo adoctrinamiento y contaminación para que estos personajes les empiecen a emponzoñar y amargar su existencia. Todo el mundo o la gran mayoría critican y con alguna razón ese texto socialista de "educación para la ciudadanía", dicen que eso es adoctrinamiento sera digo yo, los de los curas ¿que es?. Los que nacimos hace ya tiempo nos metían "el catecismo a sopapos y patadas en el culo, imponiéndonos confesiones y rezos que hoy rayarían el delito en algunos casos, si para mayor desgracia tenias algún familiar en casa como dice el anterior comentario de TALIBAN apaga y vámonos. Acabare haciendo una simple reflexión que de una mentira por grande que esta sea y poderosa nunca saldrá una verdad. El nacional catolicismo y las circunstancias en que se dio produjo muchos estragos y daños a generaciones de las que nuca se pudo levantar cabeza arruinando la vida a tanta gente. Una sociedad de gente amargada y frigida, una sociedad de zumbéis y zoquetes la gran reserva espiritual de occidente.


Por Rapido borrador 2012-02-04 16:49:00

La iglesia catolica ha creado a talibanes que tienen hijos, algunos los habria que examinar antes si reunian condiciones, por que poner a gentes indefensas a merced de tales sujetos. Un caso real mi padre era muy pobre y sus circustancias a los que que nos toco por "suerte" ser sus hijos, fuimos mas asi como nuestra madre y hermanas de ella, por citar un ejemplo, se cocinaba con grasas de animales sebo y mantequilla de cerdo, pero El lo pocos dineros que ingresaba los gastaba en aceite de oliva para alumbrar al Santismo, un llama perpetua y continuada en la iglesis del pueblo. Nuestro padre nos imponia rosarios y varios rezos diarios y continuos asi como misas comuniones mensuales, junto con los madrugones que conllevaban estos rezos. Nuestra vida era una disciplina y una dictaura no solo de cuerpo tambien de la mente a la que el se encarga de alimentar e imponer a diario, nos decia SI o No como Cristo nos enseño, en caso eran todo silencios impuestos salvo los ruidos provocados por rezos cuando el entendia que habia llegado la hora del Rosario. La mujeres de la casa deberian ser calladas como sepulcros, sumisas y obedientes como la virgen santisima. Los hombres ser siempre los capitanes de la casa y estar en todo momento en comunicacion con el cura que era quien nos alumbraba y dirigia para ser cristianos de verdad y vivir el Evangelio. En mas de ochenta años vividos por tal portento de persona como hijo nunca le conoci virtud alguna. En su oscuro mundo fue tod de rezos de limitaciones y sobre todo de un afan de impedir que nada descubriese su necedad. Todo lo que no fuese parecerse a el era ponerle de mal humor los libros o cualquier cosa que se le escapase era motivo de situaciones tensas y disgusto general. Torcio vidas y haciendas, busco y se creo enemigos con derecho de herencia y al final el cura que oficio sus funerales dijo envalentado y ufano que siempre habia vivido su vida de acuerdo con las enseñanzas de evengelio. La necedad con la que algunos vienen al nacer si las juntamos en estas circustancias del gusto por la religion crean moustros que matan y se comen a sus hijos como se ve en ese cuadro de Goya, Marte devorando a sus hijos. Las Religiones deberian estar vigiladas en el C. Penal.


Por Juan Carlos 2012-02-04 12:58:00

Ya veo, un niño de siete años tiene libertad para rechazar las clases de doctrina cristiana que le imponen sus padres. A usted el gobierno no le impone nada pero usted es capaz de imponer sus creencias a un niño, es decir le importa un rábano la libertad de conciencia del niño. La libertad es sagrada para usted pero al niño que le den dos duros.


Por Pedro Luis Llera Vázquez 2012-02-04 10:57:00

¿Dónde se dice en mi artículo que haya que imponer nada a nadie? La fe no se impone: se propone. La libertad es sagrada y cada padre tiene la obligación de educar a sus hijos conforme a sus principios religiosos o morales. Yo no quiero obligar a nadie a nada. Pero - insisto - el deber y la obligación de educar es de los padres: nunca del Estado. A mí no me va a imponer un gobierno la manera de educar a mis hijos: quede claro.


Por Juan Carlos 2012-02-03 23:54:00

Si el estado cumpliese con su obligación de impedir la manipulación de niños indefensos la iglesia duraría dos telediarios.


Por Libertad de Pensamiento 2012-02-03 23:18:00

Todo lo que se intente imponer por cualquier variante de la fuerza carece de razon y de utilidad, es degradar al ser humanano y mas si es un niño, algo asi como castrarlo.


Por Razonando 2012-02-03 20:51:00

No la tiene, tiene razón el autor


Por Ángel 2012-02-03 19:23:00

A Juan Carlos hay que le dar la razon cuando la tiene como en este caso.


Por Fermin 2012-02-03 16:42:00

JHA visto el razonamiento es consecuencia de los daños colaterales de los curas, causa efecto, para mi crea alarma social, imponer a gentes recien venidas al Mundo la condicion de zombies en este caso como dice JHA de su Fe.


Por Fascio 2012-02-03 09:29:00

No hagáis caso a Juan Carlos, que discuta con su querido Zapatero.


Por JHA 2012-02-03 00:45:00

Educar a los hijos en libertad y con espíritu crítico por saber discernir lo bueno y lo malo, dónde está la verdad y donde el engaño, para que encuentren la felicidad: por supuesto. No quiero otra cosa. A un hijo hay que darle lo mejor para su futuro. Si lo mejor que yo tengo es la fe, por chiquitita que esta sea, en un DIos que se ha hecho hombre por amor, para mostrarnos el camino de la felicidad, que me proporciona sentido a este mundo loco, que me permite llegar a vislumbrar un horizonte en medio de los sufrimientos de la vida... ¡qué padre sería yo si no se lo mostrara a mis hijos!


Por Juan Carlos 2012-02-02 17:33:00

La educación de un niño debe, entre otras cosas, desarrollar la capacidad de pensar por si mismo y decidir con libertad. Si a lo largo de su vida siente la fe, bienvenida sea. Manipular el cerebro de un niño de corta edad para que crea en la existencia de dios es un abuso de poder y una manipulación inmoral.


Por Una replica humilde 2012-01-31 17:44:00

Sin duda amigo Miranda, los padres siempre quieren y desean lo mejor para sus hijos hasta ahi correcto. Otra cosa es la oferta y demanda de aquello que sea apropiado y correcto para su educación y formación, algunos la mayoria asocian a Dios, lo bueno la excelencia y todo aquello que seran postes y apoyos para garantizar el triunfo y el bienestar de sus hijos con los curas y su singular y egoísta manera de "educar" y al final vemos que no todo no es lo que parece y menos aun que los montes sean de orégano, para ello remito al que quiera a estar al dia de lo que pasa y si quiere y le apetece a quitarse la venda de sus ojos aunque no sea mas que por el interés de sus hijos. Muchos como el articulista pueden escribir y argumentar hasta bien y de una manera convincente pero que nadie se engañe que aqui nadie regala nada a nadie, si tan buenos fuesen se podrían poner en las esquinar a regalar billetes de quinientos euros a los que los necesitasen, esto es propaganda cuando hay escasez de clientela, no hay que olvidar que el movimiento se demuestra andando y por la barrigas que tren andan muy poco o nada. Un saludo.


Por JMA 2012-01-31 16:35:00

Buen artículo. Las universidades y colegios católicos sólo tienen sentido si imparte una educación católica


Por MIRANDA 2012-01-31 16:05:00

Por ser individuas y por ser libres somos responsables de nuestros actos.Los padres somos responsables de la educación de nuestros hijos y debemos educar hacia el bien,así conseguiremos formar buenas personas


Por Extrañezas 2012-01-31 15:58:00

Menuda resaca, es que a ciertas edades se ve que no aprendimos nada y hacemos trampas ya no por copiar que es lo de menos, lo mas grave y que asi se demuestra que no solo no aprendimos nada y lo único que nos sacamos en conclusión que hasta el sentido comun nos quedo hipotecado. Hablaba alguien en este foro que sin ideologías y creencias seriamos zombies, no se no tengo muy claro lo que seriamos asomados a este balcón del autor que escribe el articulo, sin duda muchas cosas, menos personas normales y libres, que el pensamiento es una finca a la que todos deberíamos tener derecho por eso de ser individuos.


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