Sabado, 23 de noviembre de 2024
El otro día leí una noticia que me llamó poderosamente la atención.
El ejemplo colombiano
Concretamente yo la leí en La Gaceta, aunque el resto de medios también se hicieron eco de la misma. La noticia mencionaba que el ex-presidente de Colombia, D. Álvaro Uribe, se apresta a crear una nueva formación política para desalojar del poder a su ex-delfín y actual Presidente de la república caribeña, D. Juan Manuel Santos.
D. Álvaro Uribe gobernó Colombia durante dos legislaturas, 10 años, en los que sacó al país del caos y lo salvó de sucumbir ante el empuje de las FARC, organización narco terrorista de izquierdas, al tiempo que logró la desmovilización de las fuerzas paramilitares.
La política de Uribe de firmeza con los terroristas y de lucha contra la corrupción permitió garantizar el respeto a los derechos y libertades civiles, alcanzando una estabilidad desconocida desde hacía décadas en el castigado país hispanoamericano.
Gracias a la seguridad interna conseguida y al arrinconamiento de los narcosocialistas en las profundidades selváticas y a la reducción de las tasas de criminalidad, la economía colombiana se desarrolló con fuerza, mejorando espectacularmente todos los indicadores existentes y posicionando a Colombia entre los 30 países con mayor Producto Interior Bruto del mundo.
Agotados los dos mandatos, D. Álvaro Uribe eligió a dedazo a su sucesor, su entonces ministro de Defensa y actual presidente de Colombia, D. José Manuel Santos. Al poco de llegar éste a la presidencia, ya empezó a desmarcarse de las políticas practicadas por Uribe e inició su cortejo a Chávez, el Gorila Rojo.
Desde entonces, las diferencias entre el ex-presidente y el ex-delfín empezaron a acrecentarse, hasta el punto de que, cansado del giro entreguista de Santos y arrepentido de la elección de su sucesor, Don Álvaro se ha decidido a poner fin al desvarío y ha montado un nuevo partido político, Puro Centro Democrático, para desalojar del poder a su antiguo discípulo.
Hasta aquí el resumen del culebrón colombiano, pero ahora recapitulemos un poco: un Presiente que llega al poder en un país en franca descomposición, un Presidente que con mano de hierro pone de rodillas a la izquierda terrorista, que hace crecer la economía del país hasta extremos desconocidos, que llega al término de su mandato y que a dedo coloca a su sucesor. Un sucesor que, llegado al poder, da muestras de una indecisión pavorosa, tibio con la izquierda terrorista e implacable con sus votantes. Un sucesor que evita las recetas de su predecesor, que se aparta del camino marcado, lleno de complejos y de inseguridades. Un ex-presidente que procura, a través de reiterados mensajes, hacer rectificar a su sucesor. Un ex-presidente y un discípulo que apenas se saludan ¿Les suena de algo? La historia se parece demasiado como para tener un final distinto.
Sr. Aznar, ¿para cuando la nueva formación? ¿cuándo tendremos nuestra Pura Derecha Democrática?
Columnistas
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