El papelón que se le presenta a mariano Rajoy es de aúpa. Quién podría negarlo. Un país empobrecido, al borde de la bancarrota; una nación desnortada, con una crisis de identidad brutal y un pueblo mansurrón e infantilizado a base de subsidios y prestaciones “sociales”. Efectivamente, no lo va a tener fácil. De ahí que no pare uno de oír expresiones del tenor de “no me gustaría estar en el pellejo de Rajoy”. Sin embargo, yo pienso que su situación es envidiable, que nunca la vio más gorda, que nunca nadie lo tuvo más fácil para transformar su país, para corregir los errores de la Transición y abordar las reformas necesarias para relanzar España y prepararla para los retos del futuro. 

Hoy no hay tabúes y muchísimas cosas y reformas que hubieran sido implanteables hace tan sólo unos años, hoy pueden perfectamente ponerse encima de la mesa. Ya no hay vacas sagradas, ni líneas rojas. Hoy nadie respeta ni teme a los sindicatos. Los partidos antiespañoles han quedado desarbolados y no son decisivos, su chantaje es inofensivo y ya nadie necesita comprar sus sucios votos, convertidos tan sólo en un molesto soniquete al que nadie hace caso. Ya no hay miedo a reformar la Constitución, pues ya se ha demostrado que, con la anuencia de los dos grandes partidos, se puede reformar en un visto y no visto, sin grandes alharacas ni aspavientos.

 Sin subvenciones y sin espectadores, los artistillos con ínfulas intelectuales de la progresía están desarticulados, condenados a un subgénero de porno blando y de malgusto incapaz de articular un discurso atractivo y constructivo. Internet y la TDT han roto el monopolio informativo creando nuevos espacios de libertad a través de los cuales una nueva intelectualidad de derechas encuentra su hueco para hacer llegar al pueblo español un mensaje nuevo, vital y seductor, apartado de la inconsistencia intelectual. Hoy se editan y reeditan libros, ensayos, estudios y novelas que hace tan solo un lustro no habrían encontrado quien las publicara. Hoy España es más plural y la derecha sociológica se ha sacudido sus complejos y se ha armado desde abajo constituyendo multitud de movimientos cívicos y culturales que no están dispuestos a dejarse dirigir políticamente, demostrándonos que aun hay esperanza y que el pueblo español está vivo.

 Con una izquierda desarbolada y una derecha cultural en ascenso, Mariano Rajoy tiene la oportunidad de reconducir el rumbo tambaleante e inseguro de los últimos años. Puede demostrar que hay una alternativa al socialismo, a la social democracia, una alternativa que consiste en un pueblo libre y responsable, en que el Estado sea garante de las libertades y no dueño de nuestras vidas. 

Hoy la inmensa mayoría de los españoles estamos disconformes con el Estado de las Autonomías, muchos querríamos que se suprimieran y casi todos estamos de acuerdo en la necesidad de que el Gobierno de la nación recupere competencias básicas: educación, sanidad y justicia. Hoy los españoles estamos de acuerdo en suprimir los privilegios sindicales, en eliminar los liberados y los “representantes de los trabajadores” o al menos deflactar la escala. Hoy, la mayoría de los españoles estamos a favor de la libertad lingüística, la familia natural y la protección a la vida humana. Los españoles también queremos poder elegir el centro y el modelo educativo de nuestros hijos.

 Hoy los españoles queremos una auténtica separación de poderes, con un judicial completamente independiente del poder político. Lo mismo queremos para los organismos reguladores.

Hoy los españoles queremos una reforma de la Ley Electoral que garantice el principio de representatividad y el de una persona un voto. También queremos partidos con funcionamiento democrático y financiación privada, al igual que los sindicatos empresariales y de trabajadores. Hoy los españoles queremos una nación, un país, basado en los principios de excelencia, mérito y capacidad. Queremos un pueblo responsable y trabajador, no un pueblo sedado y mantenido a base de subsidios, de la papilla presupuestaria de papá Estado. Queremos un Estado más pequeño pero más fuerte. Hoy muchos españoles pensamos que una elevada fiscalidad destruye la iniciativa individual, las instituciones sociales, la familia, la ética de la responsabilidad y la caridad, al ser sustituidas por la solidaridad obligatoria y coactiva del Estado y las prestaciones “sociales”. 

Hoy los españoles queremos ir por el mundo orgullosos de serlo, de nuestra historia, de nuestro presente y de nuestro futuro. De nuestra bandera, de nuestra cultura. 

Hoy España está preparada para el cambio ¿lo está Mariano Rajoy?