Lunes, 30 de junio de 2025

La insidia de la muerte digna

El príncipe de la mentira

Pero aun así hay que reconocerle no sé si un talento especial para el engaño o un incomparable desparpajo para afirmar una cosa y al poco negarla con un aplomo que al común de los mortales sólo nos sería posible si tuviéramos la capacidad de borrar el pasado, cualidad que él evidentemente no posee como se encargan de recordarnos los dos o tres medios periodísticos que no militan en su "hacienda de esclavos". Quizá sea esta casi inexistencia de crítica mediática lo que le proporciona esa entereza y seguridad.

Por si esta característica de su personalidad no había sido ampliamente documentada durante sus campañas electorales tanto intrapartidarias como sobre todo al parlamento español, vino en su auxilio la crisis de coronavirus para mostrar la profundidad casi  demoniaca de ese don, digo casi por los motivos antes señalados.

Tan solo unos días antes, no de que llegara a nuestra patria el azote de la pandemia sino de que fuera reconocida oficialmente puesto que ha quedado acreditado que el gobierno ya tenía suficientes datos para saber lo que sucedía con la enfermedad y justo aprovechó para colar en el parlamento sin que nadie se apercibiera, sobre todo los ciudadanos "desconcertados al comparar las afirmaciones del gobierno y las informaciones que venían de un país tan cercano como Italia- la aprobación de la ley de  eutanasia, llamada muerte digna, de manera insidiosa y acudo a este descalificativo porque tras esta denominación  de etimología griega que viene a significar "muerte dulce" se intenta esconder la verdadera naturaleza de esta medida.

Desde hace años se nos viene bombardeando con la "matraca" del derecho a una muerte digna, eufemismo bajo el que se encubre la  justificación  de una ley que permita supuestamente a cada uno decidir el momento de su muerte, el derecho  a no sufrir o de no vivir en condiciones físicas que no nos parecen deseables y además lo que no nos dicen es que lleva "colado de rondon" el añadido eugenésico, es decir, aquella "bella acción" a la que se aplicaron con denuedo los nazis: limpiar el país de las personas que han tenido la desgracia de nacer o sufrir posteriormente incapacidades físicas o mentales que las convierten en una carga para el Estado. Naturalmente  se nos esconde este horror tras un relato falso que busca "tocar" el corazón de la ciudadanía mostrando la existencia de casos extremos, los más lacrimógenos  de los cuales se llevan al cine "el ejemplo paradigmático es mar adentro- como no, oscarizada. Holliwood siempre dispuesto a apoyar el mal.

El aluvión de propaganda en favor de esta medida, en la que no se escatiman medios, acaba calando en el pueblo y te encuentras con que incluso personas sensatas y con principios de inspiración cristiana, cuando ya no católicos practicantes, ves que han sucumbido a la patraña gubernamental.

Sucede que los hombres tienen unos planes y aunque no crean en Él, Dios otros. Tanto trabajo en preparar a la sociedad para que acepte deshacerse de su parte anciana  o con minusvalías porque no merece la pena el gasto económico que suponen para el Estado: pensiones, servicios sanitarios, cuidadores, implicación de la familia, sobre todo si además tenemos una pirámide invertida de la población y para colmo los sucesivos gobiernos desde hace cuarenta años se han afanado en robar la caja de la pensiones incluso haciendo desaparecer aquellas que procedían de la financiación. Bueno esto último lo esconden y simplemente dicen que no hay dinero por la crisis que nos asola desde hace más de diez años.  Y no contentos con esta falsedad buscan otro enmascaramiento: por culpa de los pensionistas actuales carecerán de ella los trabajadores hoy en activo y hay mucho descerebrado joven que se lo cree.

Y cuando menos se esperaba, al menos el común de los mortales, porque la OMS ya en septiembre anunció que era posible la llegada inminente de una pandemia ¿Qué hicieron las autoridades europeas que no se prepararon para ella? No se sabe, la verdad es que es una situación que nadie aún vivo ha sufrido y todos tenemos sensación de pesadilla por lo que las redes "hierven" en bulos y teorías conspiranoicas. El caso es que al menos en España está vaciando los geriátricos ya que se ceba en las personas mayores y además como no hay suficiente cantidad de respiradores mecánicos se sigue la práctica de guerra del triaje, es decir de atender a los que más posibilidades tienen de sobrevivir de manera de los viejos son los desechados .Hoy sabemos que esa práctica no había sido necesaria porque Los hospitales privados pusieron sus UCIs a disposición de todos los enfermos pero el ministerio de sanidad los despreció dejando morir a muchas personas innecesariamente, si a ello añadimos la orden dada por el Vicepresidente Iglesias, que tomo el mando único de todas las residencias de España y desde ese mando se decidió que los pacientes procedentes de estos lugares no fueran hospitalizados. Parecía que el virus se había convertido en un colaborador muy valioso

Todo perfecto si no fuera porque toda  esta barahúnda de sucesos puso al descubierto nos sòlo la incompetencia del ejecutivo para gestionar esta crisis sino su decida acción homicida y por tanto la insidia de la muerte digna ha quedado al descubierto. El pavor a la muerte, hizo que se aislase a los moribundos de manera que murieran en absoluta soledad ¿Eso es una muerte digna? Eso sí que es una crueldad insoportable, y como calificar el hacinamiento de cadáveres en los geriátricos, la sobresaturación de las funerarias que impidió a las familias reconocer a sus difuntos que fueron incinerados en lugares lejanos y de forma "industrial" ¿Quién garantiza que las cenizas entregadas a los deudos son las de su famliar? Nadie. Ausencia de funerales, es decir, el respeto y reconocimiento a los difuntos que los antropólogos identifican como un signo inequívoco de humanidad y civilización. Y para colmo tratan de ocultar el número de víctimas de la enfermedad ¿Por qué será?

Y como colofón tenemos que aguantar que Sánchez se arrogue la salvación de 450 mil españoles y que su vicepresidente Iglesias declare pomposamente que nuestra patria son los mayores. Por mucho que se rebusque en la historia es difícil encontrar un grado mayor de mentira por parte de unos dirigentes.

El único consuelo que nos resta "es que no hay nada oculto que no haya de ser manifestado; ni nada escondido, que no haya de salir a luz (Marcos 4:22) y parece que así ha sucedido con la pandemia, esperemos que esta sociedad narcotizada sea capaz de percibirlo.

"El que tenga ojos para ver, que vea, y el que tenga oidos para oir que oiga" (Mateo 13:9)


Teresa Salamanca


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