Sabado, 04 de mayo de 2024

El secreto liberalismo de Juan Pablo II

Tal opinión es un gravísimo error por dos motivos. El primero es que el liberalismo y sus políticas señeras están condenados durísima y repetidamente por casi todos los papas desde Pio VI (1775-1799). El segundo es que su antropología procede de la católica, pero es un monstruoso reflejo especular, una atroz desfiguración de la antropología católica: el individuo ocupa el lugar de la persona; la filantropía el lugar de la caridad; la libertad sin verdad ni responsabilidad -libertinaje- el lugar de la libertad como libre albedrío; el antropocentrismo absoluto el lugar del antropocentrismo en la Creación; el relativismo moral el lugar de la ley moral natural; el bienestar social el lugar del bien común, y así “ad nauseam”.

  Y esto, repito, lo han venido señalando todos los papas desde el siglo XVIII.

  Aún así, gente como el difunto Rafael Termes, o Pedro Schwartz, Huerta de Soto, Thomas Woods, Robert Sirico, etc. han sido o son aún (Huerta ya está en el anarquismo) “apóstoles” de la compatibilidad liberalismo-catolicismo... y tras de ellos, una legión de hombres-masa que repiten sus consignas sin pararse a leer las encíclicas o el Compendio de Doctrina Social de la Iglesia.

  Del hombre-masa raramente cabe esperar otra cosa que embestidas. En pocas ocasiones estudia, reflexiona y, en su caso, rectifica. No, se mantiene tercamente en sus trece, tomándose las críticas como un ataque contra su inteligencia, que lo ve todo claro y diáfano; dirigiendo contra el crítico toda la bilis que puedan generar él y sus correligionarios. Esta agresividad combinada con el poder económico y político que ostentan los susodichos apóstoles de la compatibilidad entre “el monstruo” y la Iglesia Católica, disuade a sus rivales de enfrentárseles abiertamente, lo que envalentona a aquéllos hasta la audacia temeraria, llegando a considerar liberales a los escolásticos de la Escuela de Salamanca e incluso al papa Juan Pablo II. Al respecto, creo que bastarán dos citas de Juan Pablo II para ver lo “liberal” que éste era.

  En 1999, Juan Pablo II dirigía estas palabras a los participantes en la LXXIV Semana Social de Francia:

  “También es preciso subrayar el peligro de las ideologías, desde el comunismo hasta el liberalismo, que paralizan a las sociedades y hacen que aumenten las diferencias entre las personas y los pueblos”.

  En 2002 el beato dirigía una homilía a los fieles reunidos en la explanada Blonia de Cracovia, el Domingo 18 de agosto de 2002, diciendo lo siguiente:

  “Impulsado por este espíritu de caridad social, el arzobispo Felinski se comprometió profundamente en la defensa de la libertad nacional. Esto es necesario también hoy, cuando diversas fuerzas, guiadas a menudo por una falsa ideología de libertad, tratan de apropiarse de este terreno. Cuando una ruidosa propaganda de liberalismo, de libertad sin verdad y responsabilidad, se intensifica también en nuestro país, los pastores de la Iglesia no pueden dejar de anunciar la única e infalible filosofía de la libertad que es la verdad de la cruz de Cristo. Esta filosofía de libertad está unida estructuralmente a la historia de nuestra nación”.

  Los gerifaltes liberales podrían contraargumentar, como en una ocasión hizo conmigo Pedro Schwartz, que eso de la condena es algo muy antiguo que ya no está vigente. Sobremanera gustan de invocar la famosa carta del Papa Benedicto XVI al liberal Marcello Pera, que hace de introducción a su estupendo libro “¿Por qué debemos considerarnos cristianos?”, o la carta del mismo Papa al presidente de la República Italiana con motivo del 150 aniversario de la reunificación política.

  Sin embargo en el primer texto el Papa sólo recuerda lo que le sucede al liberalismo cuando se aleja de sus orígenes católicos; en el segundo texto, se reivindica la contribución a Italia de los católicos que se consideraban liberales (también de los tradicionalistas) y sostenían lo sano que puede haber en el liberalismo -que lo hay (como lo hay en el socialismo y en toda manzana podrida)-.

  De todas formas, recordemos lo que afirmaba el futuro Benedicto XVI en la homilía correspondiente a la misa “pro eligendo pontifice” del 18 de abril de 2005:

  “¡Cuántos vientos de doctrina hemos conocido durante estos últimos decenios!, ¡cuántas corrientes ideológicas!, ¡cuántas modas de pensamiento!... La pequeña barca del pensamiento de muchos cristianos ha sido zarandeada a menudo por estas olas, llevada de un extremo al otro: del marxismo al liberalismo, hasta el libertinaje; del colectivismo al individualismo radical; del ateísmo a un vago misticismo religioso; del agnosticismo al sincretismo, etc. Cada día nacen nuevas sectas y se realiza lo que dice san Pablo sobre el engaño de los hombres, sobre la astucia que tiende a inducir a error (cf. Ef 4, 14). A quien tiene una fe clara, según el Credo de la Iglesia, a menudo se le aplica la etiqueta de fundamentalismo. Mientras que el relativismo, es decir, dejarse «llevar a la deriva por cualquier viento de doctrina», parece ser la única actitud adecuada en los tiempos actuales. Se va constituyendo una dictadura del relativismo que no reconoce nada como definitivo y que deja como última medida sólo el propio yo y sus antojos”.

  Casi para finalizar dejaré un azucarillo sobre el que reflexionar: la fórmula católica es “la verdad os hará libres”, no “la libertad os hará verdaderos”.


Comentarios

Por Roque 2011-05-04 23:02:00

Estoy de acuerdo con Adriana. Yo no hablaba de política, (cada vez entiendo menos de eso), sino que daba y seguiré dando vivas a Cristo Rey, a Nuestro Señor, bueno sería lo contrario. En lo económico, me adhiero totalmente a la doctrina social de la Santa Iglesia, ni socialismo ni liberalismo, lo mejor es seguir la doctrina de la Iglesia de Cristo. Saludos.


Por Jaime Cifu 2011-05-02 11:09:00

Ansúrez: De su texto infiero que usted considera que "las encíclicas de la Doctrina Social de la Iglesia no dan de comer a los pobres", pero el liberalismo sí. Espero que a la luz de las citas del beato expuestas en el artículo no considere usted que Juan Pablo II era un "talibán". Por último, no me creo en posesión de la Verdad sino que, como cristiano, sé quién es la Verdad porque Él nos lo dijo... supongo que esto también le parecerá talibán. Saludos.


Por Ansúrez 2011-05-01 22:43:00

Por lo que veo, hombre masa para el articulista es el que disiente de su postura. Porque qué más hombre masa que aquél que repite argumentos como si fueran salmos o mantras, jaculatorias repetidas machaconamente como hacen los impúberes musulmanes orientados a la Meca. La única bilis que he visto verter en este Diario es de aquellos que se creen en posesión de la Verdad, pero que son incapaces de proponer recetas que mejoren las condiciones de vida de las personas y de entender que trascendencia se mueve en un plano distinto. Que la economía no se mueve con buenas intenciones y que las encíclicas de la Doctrina Social de la Iglesia no dan de comer a los pobres.


Por Guadalupe 2011-04-30 11:54:00

¿Está la verdad en el corazon del ser humano ? , si. De ahi la reflexión .. : y .... nuestra libertad será responsable .


Por Adriana 2011-04-30 09:37:00

Creo que es un gran error mezclar las ideas políticas con las espirituales, sea cual sea el ámbito. Y desde mi punto de vista, los dirigentes de cualquier creencia no deberían manifestarse ni a favor ni en contra de los hechos políticos de las sociedades.


Por Roque 2011-04-29 02:16:00

Me adhiero absolutamente a lo que dice Fray Gerundio, (yo, por lo menos lo digo en serio, espero que él tambien), Viva Cristo Rey!


Por Fray Gerundio 2011-04-27 10:15:00

¡Viva Cristo Rey!


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