Martes, 14 de enero de 2025
El sínodo, al que asisten más de 300 obispos y delegados
El Sínodo de la Familia podría llegar a su fin sin ningún acuerdo sobre homosexuales y divorciados
El sínodo, al que asisten más de 300 obispos y delegados, está previsto que llegue a su fin el sábado por la tarde, después de que los participantes voten más de 1.300 cambios propuestos al borrador del texto.
Aunque el órgano consultivo no tiene potestad para alterar la doctrina de la Iglesia, existe gran expectación sobre qué tipo de lenguaje se utilizará en el documento para tratar las cuestiones más polémicas. El Papa, que tiene la última palabra sobre cualquier cambio y quien ha pedido una Iglesia más misericordiosa e inclusiva, puede utilizar el material para redactar su propio documento, conocido como 'exhortación apostólica'.
El obispo belga Lucas van Looy, visto como un progresista, ha expresado ante la prensa su esperanza de que el Sínodo ponga fin a los actos de "juzgar a las personas", "el fin de una Iglesia que proyecta juicios sobre todas las situaciones".
Por su parte, otro progresista, el cardenal alemán Reinhard Marx ha lamentado que algunos obispos aún vean a la Iglesia como "un castillo rodeado de enemigos de los que se tiene que defender".
El Papa Francisco convocó la reunión, que consta de dos sesiones --la primera tuvo lugar hace un año-- para debatir maneras de apoyar a la familia como institución básica de la sociedad en un mundo cambiante, mientras se vela por aquellos que no viven de acuerdo a los ideales de la Iglesia.
Aunque son muchas cuestiones las que se debaten en este sínodo, gran parte de la atención está centrada en el gran número de católicos cuyos matrimonios no han funcionado y se han divorciado, pasando a casarse de nuevo por lo civil.
Según la actual doctrina eclesiástica, no pueden recibir la comunión a menos de que se abstengan de mantener relaciones sexuales con su nueva pareja porque su primer matrimonio aún es válido ante los ojos de la Iglesia, que les ve como viviendo en pecado.
Algunos sostienen que la doctrina debe modificarse para que los sacerdotes u obispos puedan otorgar permisos católicos individuales para recibir la comunión tras un período de asesoramiento espiritual personal. En este sentido, el arzobispo australiano Marcos Coleridge afirmó a la prensa que un segundo matrimonio basado en una relación estable y amorosa entre dos católicos divorciados no se puede poner al mismo nivel que una "cita de fin de semana entre impíos" en un motel.
Sin embargo, los conservadores sostienen que no debe haber ningún cambio en la doctrina de la Iglesia porque de esta manera se violaría la enseñanza de Jesús de la indisolubilidad del matrimonio. Otra de las cuestiones a debatir en las que existen grandes divisiones es la de cómo abordar la relación entre la Iglesia y los homosexuales.
Los conservadores, entre ellos la mayor parte de los prelados africanos, sostienen que abrirles las puertas sólo podría confundir a los fieles y que las enseñanzas de la Iglesia de que los actos homosexuales son pecaminosos debe defenderse.
El domingo, el Papa presidirá una misa en la basílica de San Pedro para clausurar el sínodo y en su homilía podría dar algunas pinceladas sobre su postura.
Columnistas
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