Sabado, 23 de noviembre de 2024

Elecciones. Otro vistazo

Pese a ello, como ún amigo me ha pedido alguna reflexión a partir de ellas, sin más autoridad que ser el último entre los ciudadanos convocados, ni más atalaya que haber sido vocal en mi colegio electoral, no dejo de intentar añadir alguna pincelada al retablo, sin marear con cifras.


Los resultados continentales son una importante alteración del "buen orden" de la posguerra, fundado básicamente en dos partidos turnantes y una bisagra, todos ellos de acuerdo en lo básico respecto al régimen y optimistas respecto al proyecto de progresiva convergencia europea. Además de la consabida victoria de la abstención, dentro de los votantes se advierte una victoria del euroescepticismo, el populismo, la protesta y el nacionalismo. En Gran Bretaña por vez primera el voto refleja la opinión real mayoritaria, antiUE, pero el terremoto ha sido Francia; los demás estados somos apenas radios de la bici, que es un tándem francoalemán. No debe identificarse la oposición a la gradual unificación europea con el radicalismo o con la negación de cierta comunidad cultural; Noruega no es menos Europa, ni más extremista, que Turquía, por ejemplo, pese a que la segunda quiere apuntarse a un carro, al que no dejan que suba, y la primera está muy contenta con el suyo como está. Se trataría, dicho anacrónicamente, en categorías ultrapuertos, de una derrota de Giscard a manos de De Gaulle, y en tono nacional, aunque de un modo atenuado, de Ortega manteado por Unamuno y Bueno.


Siguiendo con España. El colegio en el que estuve, urbano y céntrico, lo que proporciona una participación mayor en diez puntos a la general, presenta una alta media de edad, y el sector de más edad fue el que acudió a votar. La abstención se percibió más en la juventud y edad mediana. Vistazo anecdótico; sólo el PP tiene gente para poner un interventor, incluso dos, en alguna mesa, IU no apareció y los demás, incluyendo el PSOE, se bastaron con apoderados volantes.


Me atrevo a considerar intuitivamente que además los mayores votaron con fidelidad a sus partidos de siempre, mientras que  quienes están por debajo de la medida de edad dieron muchos apoyos a Podemos y demás partidos menores. Esta tendencia enterraría el bipartidismo imperfecto que se diseñó en la Transición. Podemos es la campanada, y un troyano envenenado para IU, cuyo avance se va a ver afectado por esta "izquierda difusa" cuya coleta ha gozado de una apoyatura televisiva envidiable. Veremos si se consolida opacando al otrora roqueño PCE.


Una mínima consideración específica asturiana; la gente no vota a un partido regional en unas europeas, salvo que esté coaligado más ampliamente. Sabiendo que es imposible que alcance escaño, se queda con unos miles de incondicionales. Concurrir a unas elecciones para no obtener nada es un error. Es el segundo del inteligente exministro de Aznar, pero si el primero, la disolución con motivo del bloqueo de presupuestos, fue fácil señalarlo a posteriori de las consecuencias, este segundo estaba cantado. Cascos debió haberse ahorrado esta plancha.


El votante abstencionista, ganador matemático, que no político, tiene dos perfiles. Uno es la pura desgana desencantada y sin mucha firmeza de alternativa, que se manifiesta más en las europeas, y otra la disidencia ideológica no votoutilista, que no se siente animada por la división, expectativas y tamaño de las opciones a la postre testimoniales. Considerando que la izquierda del Psoe resulta oferta bien cubierta, no hay, a diferencia de Europa, una simetría de abanico. VOX se queda a muy pocos votos del éxito, que hubiese tenido con la décima parte de los votos que se dividen entre cinco pequeñas listas, de contenido ideológico bien diverso, pero todas ellas convencionalmente a su pesar calificables con la etiqueta de "extrema derecha". En España habría sitio inicial sólo para tres opciones: una la suma de los "nacional-liberales" de VOX y los "social-cristianos" de Impulso Social, coalición con un único recurso práctico es cierta presencia mediática del líder de AES Rafael López-Diéguez, y cuyo "target" ha pisado VOX. En sus dos diferentes niveles ambos han podido advertir que el voto católico está cautivo en el PP, con síndrome de Estocolmo, pero como resulta en la práctica bioética, cultural y social  bastante despreciado quizá algún día se caiga de la burra, pero ha pasado una gran oportuidad. Hay en otra escala un pequeño nicho, respectivamente para "históricos" y "desesperados", para una falange y para un partido identitario/antiinmigración. Esta última corriente va a crecer en las municipales, sobre todo en el litoral Valencia-Barcelona y en la periferia de Madrid, con cien concejales en proporción directa al porcentaje de inmigración no integrada.


 Dos estaciones exteriores en esa realidad inmediata son el desafío de noviembre separatista y  las elecciones locales. Interiores al viacrucis de España, la corrupción que alcanza a todos los sectores sociales, la de siempre, sólo que ahora está transcendiendo más, y el hecho de que de cada cuatro de la población activa, uno está en paro y otro infraempleado, y no pocos endeudados. Una bomba de relojería que el régimen no acierta a ver en toda su gravedad.





Comentarios

Por tocayo 2014-05-30 10:11:30

Mi coronel, el correo de la redacción devuelve hace tiempo por algún problema técnico. Mejor, mientras se arregla, dirigirse a alguno de los responsables, cualquier dirección particula. Fco.


Por francisco alamán castroliversc 2014-05-30 09:00:52

Soy Alamán: hace días que intento contactar con la redacción y no lo consigo. Si os interesa comunicar comigo hacedlo, en caso contrario daré nuestra relación por terminada. Tampoco sale nada de Tuñón, pienso que también merece una expiación, era lo mas leído de DD.


Por Seares 2014-05-30 08:38:19

Aunque no sorprende con nada original, es sensato. la gravedad de España no está en tales o cuales votos, si no en su ruina en todos los órdenes.


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