Sabado, 23 de noviembre de 2024
Reseña del libro
Los frutos de los árboles crecidos en silencio.
Este libro, entiendo, es recopilatorio de breves poemas que el autor, simbólicamente, llama frutos; no están sujetos a rima asonante, o, consonante, de tantas o cuantas sílabas; o, de pie quebrado, a veces sí.
El autor estructura su libro, de escasas cien páginas, en cuatro apartados; en el primero, que titula: Frutos verdes; con lenguaje y estilo poéticos poco frecuentes hace un canto a los elementos de la naturaleza: agua, luz, sol etc.; y emplea como elemento dinamizador y de conexión, de todos sus versos, el agua, cuyo valor vivificador, hace extensivo, al individuo, al hombre, a sus añoranzas, al dolor de la vida y a las peripecias de la juventud.
En el segundo apartado: Frutos maduros; el autor destaca la remansada prudencia y las sabias decisiones, que, sin duda, subyacen en la etapa del propio epígrafe; sus versos reflejan el alma de un poeta, que, en silencio, captan y expresan las íntimas y trascendentales vivencias de la vida adulta. Precioso es el poema que dice: Amor y amistad; interpreto, que, el poeta nos advierte de que la Amistad es un sentimiento más genuino y leal que el Amor; puesto que, éste, muchas veces, se desvanece como la niebla, cuando el día avanza.
Complejidad, oscuridad, la luz de la vida, en contraste, con la tenebrosidad de la muerte son los temas que el autor reserva para el tercer apartado: Frutos prohibidos; con versos cargados de grandes pensamientos. Además, nos habla de la vida, del amor, de la muerte; y, como nexo (de todos los poemas), de la esperanza; invitándonos a reflexionar sobre el más allá de la muerte.
Con Se ve el mar, poema con sabor a pueblo marinero; y, con esta imagen de fondo, nos habla del presente, del pasado, de los sinsabores de la vida, de los desengaños, del futuro, amplio y abierto. En efecto, los estados del mar son variables e inestables, ¡Cuántas veces!; pero... así es la vida.
En el cuarto apartado: Frutos satisfechos; el autor, con poemas más específicos, y con imágenes de la nieve en diciembre; de los dorados chopos de octubre; o, también, de los melancólicos rincones de septiembre... promueve las reflexiones sobre el amor, la vida, los desengaños y el más allá de la vida.
Añade el autor, cual corolario, y/ o, broche de oro, a los cuatro anteriores apartado, un poema específico, de 33 versos, dedicados al título del libro: Los frutos de los árboles crecidos en silencio; en los que desarrolla las ideas ya todo está preparado, los frutos están maduros, la mesa, aunque puesta, está incompleta; faltan los frutos misteriosos de los árboles crecidos en silencio.
Para finalizar; diría que se trata de un libro de breves poemas, fáciles de leer, ah!, pero con inmenso contenido, social, humano y que abre los horizontes del pensamiento.
Juan Miguel Zarandona, autor del libro, es profesor en la Facultad de Traducción e Interpretación de Soria, desde 1995. También es autor de la novela Españópolis (Incipit Editores).
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