Miercoles, 27 de noviembre de 2024
Escuchar palabras de una ceremonia milenaria, de una liturgia universal y repetida a través de los siglos, es practicar la religión.
En defensa de la Misa tridentina
Existe una disciplina antropológica que considera que toda religión tiene un ambito material: La religion se oye, se toca, se huele. "Material Religion", la disciplina que en circulos anglosajones estudia este fenomeno, explica la influencia de la religión en aspectos culturales materiales: edificios, musica, vestimenta, comida...Libera el estudio de la religión de controversias teológicas, y proporciona un punto de vista que permite a las religiones mostrarse como son, sin tapujos y sin complejos, sin miedos a contradicciones internas, sin nada más que mostrar de sí mismas el hecho de que nuestra religión es ésta, y es así.
Cuando un católico va a una Misa en latin, es verdad que no entiende a la primera la lectura, si no la lee en su misal. Pero eso no borra el acto religioso, ni anula la profundidad teólogica de haber participado en ese sacramento. Escuchar palabras de una ceremonia milenaria, de una liturgia universal y repetida a través de los siglos, es practicar la religión. Cualquier frase común se reviste de un cariz sagrado si está dicha en latín. Esto no es algo infantil, si no un efecto real, el latin fue la lengua del Imperio que definió la cultura Occidental y como tal es normal que confiera una pátina. Los expertos en marketing lo saben bien, y por ejemplo eligen llamar "Invictus" y no Invencible a un perfume de hombre, o "Aqua allegoria" en vez de Alegoría del Agua a otro de mujer. El latín, por tanto, reviste, arropa, engrandece: Bajo esa impresión de altitud quedan los feligreses, empequeñecidos y asombrados, en un estado en el que es fácil recordar nuestra posición respecto a Dios, somos sus criaturas, el hombre diminuto frente al Dios Infinito y Misterioso, tan inasible como incompresibles son, a veces, sus palabras.
Francisco antepone el análisis intelectual de la Misa a la participación material, genuina y real de los catolicos en la Eucaristía. Este análisis es facilitado por un sacerdote, que ha interpretado las lecturas para los fieles. Este aprendizaje está considerado, parece ser, superior a cualquier otra parte de la ceremonia. Perder este componente intelectual le parece tan peligroso, que la Misa en latin queda postergada. Me pregunto si lo siguiente será mandarnos ir a misa con lapiz y papel para tomar nota, o con el café bebido para estar despiertos y dispuestos a aprender. A Francisco se le ha olvidado que a Dios no se le conoce mejor por escuchar más lecturas e interpretaciones, que la mayor verdad teológica que puede haber es que Dios es un misterio infinito, y que la fe no se mide por las mínimas partes de su ser que hayamos creído revelar. La fe se mide por nuestra decisión de acercarnos al abismo, ya sea por escuchar a nuestro cura de siempre en la lengua o dialecto regional, o por revivir un lenguaje extinguido y, en la belleza de ese acto, reflexionar sobre esos eternos misterios que solo podemos atisbar de vez en cuando.
Los ritos católicos Eucarísticos son diversos, como diverso es casi cada aspecto de la Religion Catolica, y en ello reside nuestra grandeza. En el hecho de que coexistan ceremonias africanas dilatadas y con extravagantes ofertorios, con celebraciones multitudinarias propias de templos asiaticos, o porqué no, con las pequeñas y residuales celebraciones en latín frecuentadas por los creyentes más tradicionalistas. En todas se celebra el mismo Dios, se realiza el mismo sacrificio sacramental, se repite el mismo milagro, y nos unimos todos en un mismo cuerpo eclesial. Así como la nariz no se parece al brazo, el rito de un católico en Sudamerica no tiene porqué ser formalmente idéntico al de otro en Ciudad del Cabo.
Que no nos ciegue el orgullo. Los católicos no estamos en posesión de armas que hagan de nuestro Dios algo más racional y accesible. No somos una excepción entre los demás creyentes monoteístas; estamos tan locos como ellos, porque creer es de locos y querer creer quizás más. Los explicoteos de ciertos sermones nos podrán dar más formación, pero nunca nos harán más racionales, jamás nos ayudarán a acallar a quienes nos critican por creer en Dios. Nuestra riqueza como católicos está en nuestra diversidad y nuestro patrimonio, desde una canción guitarrera hasta un Requiem barroco, desde San Pedro del Vaticano, hasta una misa en alta mar. Para muchos católicos es una valentía y un orgullo repetir las palabras sagradas del Sacrificio de la Santa Misa en latín. Es la herramienta que encauza su espiritualidad dentro del catolicismo. No intentemos encajar en una formula única las maravillosas y a veces misteriosas y exultantes formas que tenemos de celebrar misa. No encarrilemos la fe hacia una fe que no es fe sino aprendizaje y auto-engaño, hacia una fe que nos anime a pensar que creer en Dios es algo lógico y matemático, si solo nos molestásemos en aprender la formula. En ese caso terminaríamos con las manos vacías porque se nos escurrirá la arena entre los dedos.
Marìa Corretgè
Columnistas
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