Miercoles, 27 de noviembre de 2024
Derecha en españa 2
En la derecha, nada
EL Parlamento español que se perfila en el inmediato horizonte tendrá la singularidad, respecto de los de cualquier otro país europeo, de que en él la derecha política habrá desaparecido por completo, dejando en la más completa intemperie institucional a un sector de la sociedad que en cualquier encuesta no baja del veinte por ciento del electorado. En efecto, los programas de los cuatro partidos en liza a nivel nacional, pero más aún las intervenciones y debates entre sus líderes, dejan muy claro que ninguno de ellos está interesado en prestar voz a las ideas y convicciones de esa derecha.
El sesgo claramente izquierdista de la política española, que está perjudicando la recuperación de la economía y el arrostramiento del problema catalán, al tiempo que hace posible la ignorancia de otros grandes problemas de la nación, desde el declive de la educación a la ya inocultable catástrofe demográfica, por no hablar del fomento de un modelo de sociedad que choca con todos los principios sobre los que asienta su vida una amplia mayoría de españoles, tiene mucho que ver con el corrimiento ideológico de un PP completamente desnortado, acorralado por un partido como Ciudadanos que no tiene que hacer esfuerzo alguno para apropiarse del centro izquierda en cuyo seno nació. En cualquier país europeo, una deslealtad con sus bases como la del PP sería castigada en las urnas de forma inmisericorde. Aquí lo impide el llamado voto útil.
Francisco J. Contreras ha descrito en La miseria del voto útil la patología que mantiene a la derecha española en la servidumbre, y tras demostrar lo absurdo de votar contra las propias convicciones para tratar de influir en un resultado que en nada depende de una decisión personal, concluye: "No votamos por razones de utilidad, sino por razones morales: para mostrar nuestro compromiso con ciertas ideas, para expresarnos ideológicamente. Pero, si esto es así, lo racional es votar lo más coherente con nuestras convicciones? "No querer tirar el voto" es una excusa para la claudicación ideológica, para la dimisión en la siempre incómoda defensa de posturas contra corriente". El reiterado fracaso en las urnas, víctimas del voto útil, de quienes intentan representar sin ocultamientos a la derecha democrática es una anomalía del sistema que cada vez pesa más en su deslizamiento hacia la demagogia y el puro trampantojo.
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