Algunos amigos conociendo como me conocen mis convicciones personales en esto de la condición moral social, y política, me han insinuado preguntas muy directas sobre algunos asuntos, aunque últimamente prevalecían los que se referían a la sentencia que el Tribunal Europeo de los Derechos Humanos, con sede en Estrasburgo, ha oficiado al Gobierno de España, en relación con esa ex carcelación en favor de los asesinos etarras al denunciar la famosa “doctrina parot”, llamada así por la iniciativa que se tuvo frente a este desalmado (además francés para más inri), que contemplaba la terminación de su pena, por muchos años que fueran, si la condena se hubiera sustanciado antes de finales de los noventa.

Naturalmente no sé si de la pregunta que me hacían esperaban una respuesta acorde con lo que ellos, de buena fe, por supuesto, creían que les iba a dar, o si solo era un interrogación claramente retórica, esto es, no esperaban ninguna. Y uno en esto, como en tantas cosas de la vida, siempre tomo partido, me comprometo, me gusta contestar con absoluta sinceridad. A mí me repugna cualquier sentencia que deje en libertad a criminales, violadores y asesinos como los que perteneciendo a una banda de terroristas estalinistas, cercenaban a traición y sin alma, a decenas de personas, hombres, mujeres y niños, sin importarle el dolor y el estrago que causaban. Nada más lejos de mí que mirar con ojos neutrales, que alguna lectura jurídica pueda justificar la libertad para depredadores como los que a resultas de esa sentencia europea, y que al parecer no tiene precedentes-, han salido y están saliendo de las prisiones donde purgaban sus crímenes.

Y sin embargo, porque creo en el Estado de Derecho, porque  entiendo que el consenso legal que nos viene de firmar unos acuerdos jurídicos (que mucho antes se debería de haber estudiado con lupa), nos viene ahora la necesidad de cumplir resoluciones como esta, tan fuera de sentido común, tan lejos de los sentimientos de los ciudadanos normales, tan a espaldas de la lógica humana, que hoy nos llena de estupefacción de rabia pero que tenemos que acatar. Esto tiene que servirnos de lección y procurar que el “buenísimo” que metió a tornillo algún que otro partido de la izquierda incorregible, permitía esta deformación jurídica porque, simplemente, no aceptaron que se modificara la ley al respecto. Ahora se abre una nueva vía de cumplimiento penal para esta clase de animales irracionales, sangrientos, inhumanos, como será la futura ley de Cadena Perpetua revisable, una figura jurídica que pondría las cosas un poco más en su sitio.

Alguien exigía la pena de muerte, a lo que personalmente, que llevo luchando toda mi vida por la vida, desde su concepción hasta su muerte natural, que  me defino como enemigo absoluto, combativo, contra el aborto,  que es uno de los asesinatos más viles que hay, porque mata al más indefenso-, el no nacido, no podría suscribir ninguna pena de muerte, porque en eso si estoy seguro, a ningún hombre se nos da el derecho de disponer de la vida de nadie, aunque se mi peor enemigo. Me lo enseñaron desde niño, desde que tuve uso de razón, desde que comprendí que la vida es sagrada. Así hablo de Estrasburgo, un lugar de donde sale el asco.

                                                                                       EDUARDO LÓPEZ PASCUAL