Sabado, 23 de noviembre de 2024
De como un científico puede llegar a creer
Fe y ciencia (1). De la ciencia a la fe
La ciencia es entendida hoy como el estudio de aquella parte de la realidad susceptible de ser medida y reproducida en un laboratorio, con la esperanza de encontrar relaciones matemáticas sencillas entre los datos recogidos.
Dado que en el terreno de la fe no es posible hacer medidas ni se pueden establecer ecuaciones matemáticas, parece claro que la fe no es objeto de la ciencia, y que, en consecuencia, la ciencia ni favorece ni se opone a la fe. Otra cosa bien diferente es suponer que la ciencia no puede ayudar al hombre que busca la fe.
En primer lugar el hombre de ciencia tiene una enorme curiosidad por saber qué hay y qué pasa en el mundo. Por lo tanto, ante el fenómeno religioso es difícil que se muestre del todo indiferente, especialmente si se tiene en cuenta que la existencia de un Dios creador es una hipótesis bastante razonable. Más aún, su tendencia a buscar la verdad le dará fuerzas para abrirse camino ante la variedad de opiniones contradictorias sobre la divinidad.
Ahora bien, más pronto que tarde el científico empezará a encontrarse incómodo en su indagación acerca de Dios porque, tal como se advirtió al principio, Dios no se puede medir ni detectar en experimentos de laboratorio. El hombre de ciencia se encuentra así ante una encrucijada en la que, al menos, se le ofrecen dos alternativas. La primera sería abandonar la búsqueda de Dios porque está fuera del campo científico. La segunda consistiría en abandonar el método científico y buscar a Dios por otras vías de razonamiento, bajo el supuesto de que merece la pena intentarlo.
Si decide seguir adelante puede caer fácilmente en la tentación de exigir a Dios pruebas convincentes de su existencia, aunque puede sortear esa dificultad si se da cuenta de que el hombre no está en condiciones de dar órdenes a Dios como si fuera su señor. Sin embargo si es razonable suponer que, de existir, se podrá rastrear sus huellas en la creación y en el hombre.
Aparentemente, cada persona debe encontrar su propio camino hacia Dios, pues lo que a unos les parece convincente a otros no. Con todo hay algunas realidades difíciles de soslayar como la persistente presencia de la religión a lo largo de la historia humana o la voz de la propia conciencia. Quizás la realidad más comprometedora sea la persona de Jesucristo y la cadena ininterrumpida e interminable de santos (y milagros) dentro de su Iglesia. También es llamativa la existencia de algunos misterios palpables como la Sábana Santa o la imagen de la Virgen de Guadalupe.
A pesar de todo subsiste siempre una última duda, ¿hasta qué punto es verdad lo que se ha pensado o deducido? Y ahí, ciertamente, la ciencia no ayuda (y puede que la filosofía tampoco). Solo queda la fe, un don de Dios.
Comentarios
Por Rafael del Pulgar 2012-09-04 01:32:00
Estupendo articulo Paco. La prueba esta en la cantidad de trolls que han salido de la caverna a ponernos su disco rayado
Por Las erratas no son ratas 2012-09-03 13:46:00
No tiene mayor importancia que la que se la quiera dar, fuera del mundo clerical y los que viven de ello debería ser CERO, no obstante la vida esta así. Yo me pregunto por estos entusiastas y costaleros de los curas, si hubiesen nacido pongamos por ejemplo hace 10.000 años, tendrían el mono de la Fe, encestarían inventarla para tener algún protagonismo aspirando ser brujos de la Tribu y ya de paso tener al resto a sus ordenes, bien es verdad que el desconocimiento engendra miedo o miedos y estos son los úteros y las huertas donde se nutren los clérigos y demás dirigentes religiosos.
Por FE DE ERRATAS 2012-09-03 01:00:00
Donde escribo supestición quiero decir superstición.Disculpas
Por JUSTO 2012-09-03 00:06:00
Gracias a la iglesiia sabemoa que la vida tiene sentido y que no somos como el burro que le está dando vueltas a la noria esperando que se lo trague la tierra.La iglesia está ayudando económicamente a muchas personas y dando de comer a muchas familias..La supestición es como los materialistas intentan explicar algo que notan y no consguen comprender.En España.por desgracia,muchos pueden hablar de atrocidades cometidas por intolerantes carentes de fe
Por del comentario anterior 2012-09-02 20:42:00
Una pregunta quien quiera o se digne contestarla , Fe y Superstición ¿que las diferencia? reliquias, rosarios santos milagros apariciones mártires
Por Mirando a Miranda 2012-09-02 20:15:00
La Fe y la Ciencia son como el agua y la aceite o si lo prefieren como el aceite y el agua. Una cosa esta clara y es evidente nadie lo puede negar La Ciencia ha servido para una mejor calidad y modo de vida, tambien para alargarla. Sin embargo "la fe" ¿en que? en las personas algunas no en todas, pudiera ser tener fe creer en todo saldrá bien con la ayuda de el esfuerzo etc.............Miranda habla juega con las palabras buscando rimas con Dios los que creen y tambien aquellos que ni MU y se permite llamar intolerantes aquellos que no tragan. Hombre, Miranda, la Fe esa que tu defiendes ha llevado a mucha gente al suplicio y a la muerte algo tan superfluo e innecesario, como tambien una afrenta y un atropello a la libertad del genero humano por aquellos que la querían imponer como vacuna " a los no creyentes". La fe es creer lo que te digan los clérigos y punto, te van te molan sin mas. Yo para mi la fe es un parapeto de los curas para salirse con la suya, lo dice Miranda no tiene explicación es como lo de ser guapo o feo, listo inteligente obtuso o tonto, un mundo virtual en nuestras cabezas que en algunas la lógica y la razón no le dejan sitio. Por otro lado es paradójico una deidad que necesite creyentes y aduladores para así crecer en poder cuando se supone por la publicidad que hacen de El que el lo máximo, no acabo yo entender a estas gentes y menos el empecinamiento en querer que todo el mundo sea como ellos.
Por MIRANDA 2012-09-02 16:55:00
La fe es un don de DIOS,Que,para el que la tiene.cualquier explicación es innecesaria.Y pra el que no la tiene no hay explicación posible.Lo que si se nota es una ,cada vez mayor .intolerancia de los no creyentes hacia el fenómeno religioso
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