Lunes, 06 de mayo de 2024
Fisonomía de una crisis
Sintéticamente: los bancos españoles deben devolver a sus acreedores el dinero que tomaron prestado para conceder unos créditos hipotecarios que ahora no se devuelven, así que sus balances reflejan insolvencia y la escasez de concesión de nuevos créditos revela carencia de liquidez. Al no dar créditos a las empresas, éstas a su vez padecen agudísimos problemas de liquidez, viéndose obligadas a reducir gastos en salarios y en circulante. Como consecuencia de todo esto las tasas de cierres empresariales y paro se disparan, lo que alienta la morosidad bancaria, realimentando el círculo vicioso de la recesión.
El desplome económico hace que los diferentes niveles de gobierno traten de compensar la catástrofe privada incrementando monstruosamente el gasto público. Lo malo es que la crisis ha hecho caer en picado los ingresos públicos, por lo que el dinero a gastar debe proceder de exprimir aún más al sufrido contribuyente y de pedir prestado.
¿Pedir prestado? ¿A quién? Pues a los inversores extranjeros. ¡Ay! A perro flaco todo son pulgas: los extranjeros que invierten en nuestra deuda pública se dan cuenta de que el sector privado de nuestra economía está grogui para 10 años (roguemos para que no sean 20 como en Japón), así que creen imposible que nuestro país pueda afrontar el pago de la deuda pública, por pequeña que sea en relación a nuestro "fantástico PIB siempre menguante".
Así que ya pueden reformar la Constitución o El Quijote cuantas veces quieran, poner límites de déficit público o al tamaño de las hamburguesas, hacerlo todo con referéndum o con premeditación, nocturnidad y alevosía; porque lo único que de verdad, verdad, aplacaría las iras de los inversores extranjeros es ver cómo la banca privada española sanea sus balances y comienza a entregar créditos a las empresas para que éstas vuelvan a generar crecimiento del bueno.
Y por si alguien lo tiene en mente, una quita de la deuda pública no sería una solución al problema: 2/3 de la ciclópea deuda de España con inversores extranjeros pertenece al sector privado, de forma que para resolver el embolado sería necesario un “default” privado masivo que arruinaría, entre otras cosas, la banca francesa y alemana.
Para la próxima ocasión, desconfíen de los chalados que dicen que el nivel de endeudamiento de la banca privada nunca debería ser supervisado por agencias públicas, porque la libertad...blablabla, porque la propiedad privada... blablabla, porque es irrelevante para el conjunto de la economía... blablabla, etc.
Columnistas
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