Ayer estuve en la “manifa” que siguió a la jornada de huelga del sector de la enseñanza.

  A mi me gusta más usar el término “enseñanza” para lo que otrora se llamó la instrucción reglada, por que el más hermoso de “educación” es también más amplio, y alcanza a toda la conformación de la persona. En ella el aula tiene un peso muy reducido, aunque no despreciable como factor de sociabilidad, junto a la familia, en primer lugar, y la pandilla callejera, la TV, la red, el deporte, la música, etc. En todo lo que afecta a la enseñanza, -aunque ayer se centraba el problema en los recortes presupuestarios y humanos, y eso que los “recortes” en cuanto horas de clase y número de alumnos en ella serán “engordes”- hay una gran carga ideológica. Para simplificar, el debate está entre un proyecto de ingeniería social de izquierdas, basado en la organización única, estatal y laicista, y otro liberal de derechas basado en la enseñanza privada, y en que cuanto menos se meta el poder en la iniciativa social, mejor.    

 Volviendo a la protesta. los medios nos despiertan hoy con sus valoraciones. Como ocurre con las cifras de una manifestación, se nos da un baile necesariamente mentiroso. Pero es que en una manifestación cabe un error visual, y si los convocantes dicen 15.000, y las autoridades 5.000, se puede comprender. Pero en cuanto a la participación en una huelga no puede haber gran margen de error, pues se materializa en descontar en nómina un día de trabajo, y cada centro censa perfectamente lo que tiene dentro. Pese a ello, de nuevo tomando mi región como ejemplo, la cifra oficial es el 43% de huelga, y la de los sindicatos el 83%. Ambas riman, pero con ¡una horquilla del 40%! . A nivel nacional las cifras son ligeramente más bajas (40-80), pero paralelas. Hay cierto margen para explicar, sesgos de interés a parte, la diferencia, pues la huelga era en la práctica sólo para el sector estatal, la Universidad está centrada en exámenes. La ley es tan poderosa que ha podido conseguir ahora que mayo sea junio, y julio, septiembre, a estos efectos.  

  El asunto es que podemos interpretar, a modo del aviso torero, la globalidad de la jornada de huelga precisamente como un doble aviso, tanto al gobierno como para los sindicatos. El gobierno ha visto por vez primera a todos los sindicatos unidos tras la misma pancarta. Éstos, que todos ellos, se supone que el 100% de la representación en las juntas de personal, no arrastran de un modo monolítico a toda su gente. En la “mani” había estudiantes jóvenes, y algún pescador  a río revuelto; un par de banderas republicanas, otro par comunistas…poca cosa. Y faltaban muchos, por ejemplo, un cuarto de los interinos que pasarán al paro este verano. La apreciación intuitiva de la huelga y la manifestación que puedo dar es que salvó el expediente. Ese “hay que hacer algo”, para moderar un tijeretazo que, mayor o menor, es visto con resignación; aceptación salvo cuando afecta personalmente, por la mayoría de la población. Hace algo más de un año, al final del periodo Zapatero, hubo una bajada de sueldos. La primera expresa, y no mediante congelación más IPC, que yo recuerde. Los sindicatos, al menos los grandes, no se movieron. Ahora sí. En general, los sindicatos no están en un momento prestigioso, como casi ninguna gran institución pública o privada.  

  En un periodo de recesión e incertidumbre, es cuando la solidaridad brilla por presencia o ausencia. El problema del gobierno y de las directrices que reciba de mando europeo, un nuevo Sacro Imperio Germánico financiero, no parece vaya a ser la protesta social inmediata, si no las posibilidades contables mismas.