Sabado, 23 de noviembre de 2024
El neo orden al servicio de los poderosos
Integrismo político
Vivimos en unos tiempos de integrismo político apestosos. Lo peor es que, sin comprobar si los principios que mantienen y sostienen dicho integrismo político son válidos en la época que nos ha tocado vivir, hay personas que se mantienen fieles de forma fanática a lo que dicta el partido jugándose, incluso, hasta la libertad. Que ya es decir.
Mientras sigamos confiando en ideologías que nos apartan de la realidad y se siga confiando, asimismo, en sujetos que defienden y suscitan revoluciones por doquier, manteniendo todo tipo de discursos, y no se haga caso a los que critican dichas revoluciones citando hechos concretos y reales, seguiremos con el citado apestoso integrismo político.
Este integrismo político, que parecía derrumbado en 1.989, aparece ahora con nuevas variantes y versiones, sean de tipo sexual, ecológico, etc, etc., que hacen que las cosas hayan cambiado aunque sea formalmente y con un sentido nada favorable a la ética y a la moral. Este integrismo político, formado por el “progretariado”, con su moral adaptada a cualquier circunstancia y con su consuetudinaria desmemoria histórica, es un serio peligro para la libertad. A caballo del nihilismo y del relativismo, aparecen “figuras” poco menos que detestables, celebradas y aplaudidas por un “pueblo soberano” cada vez más enajenado, bien amamantado con la “morfina” del pueblo, es decir, con el fútbol que, como ya es sabido, es un “deporte” que consiste en ver correr a 22 personas tras un kg. de aire encerrado en un cuero.
Nos están llevando a una degradación de la vida humana, en la que sólo importa lo estético. Lo trascendente, lo metafísico, lo religioso han sido barridos y borrados de la sociedad occidental.
Estos integristas políticos prefieren las dictaduras y las tiranías, a la libertad. Así coquetean, como se ha visto, con los Chávez, Morales o el mismísimo Castro cuando las circunstancias lo requieren. Y les importa un comino, dos bledos y tres dídimos la derrota de todo un ejército, o que se lleve a efecto un atentado terrorista a gran escala, si ello implica el ganar unas elecciones.
Estos integristas-progresistas no conseguirán su objetivo, cual es el de doblegar y domeñar a la sociedad, a pesar del gran aparato logístico-mediático que despliegan. Somos muchos millones de españoles inmunes a sus planteamientos. Además, si no tuvieran el poder, el dinero y la propaganda, ¿dónde estarían?
Lo curioso del caso, y como recordarán, es que en una reunión celebrada en los tiempos del “zapaterato”, los jefazos del PSOE aclamaron a Zapatero por “enfrentarse a los poderosos” ¿A ellos mismos? Si se leen los libros “Zp, tres años de gobierno masónico”, de Ricardo de la Cierva, Editorial Fénix S.L., 2.007, 261 páginas, y “Los masones” de César Vidal, Editorial, Planeta, 2.005, 430 páginas, se verá quiénes son los poderosos.
Luis David Bernaldo de Quirós Arias
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