Lunes, 29 de abril de 2024

Un acierto conmemorativo

JOVELLANOS LA PASIÓN OCULTA

         Esto pone, sin duda, en evidencia el afán por homenajear al prócer local pero ha pecado, a nuestro juicio de una falta de cohesión y de análisis sistemático de su figura en el que se sopesaran las diversas facetas de su personalidad y biografía, limitándose a una mitificación “sin orden ni concierto”, lo que ha impedido en cierto modo, un acercamiento más claro y sosegado a su realidad vital.   

       Una excepción a este panorama fue la obra Jovellanos la Pasión Oculta producida por el grupo Odiesea y dirigida y puesta en escena por Andrés Presumido. La producción recorrió diversos puntos de la geografía asturiana culminando su periplo el pasado dieciocho de noviembre en el teatro Filarmónica de Oviedo, con gran aceptación de público y muy cercana al punto cenital de la fecha conmemorativa.    

      Esta obra toma como punto de partida el libro, “Jovellanos: Ensayo dramático-histórico” fechado en 1893 del bioquímico  gallego José R. Carracido, ésta obra por sus dimensiones resulta prácticamente irrepresentable como así lo reconoció su autor, aunque bajo sus palabras, los estudiosos, crean entrever que no era del todo sincero.     

     Estas circunstancias obligaban a realizar una adaptación que fue asumida por la filóloga y soprano Ana Cristina Tolivar Alas quien más que una adaptación abordó una recreación del texto original consiguiendo una obra nueva en la que el texto original apenas aporta la idea y algunos matices de la personalidad del ilustrado gijonés.       

   Ana Cristina nos regala una biografía perfectamente sintetizada de Jovellanos, en la que no falta ninguna de sus vicisitudes esenciales, amena, sugerente, evocadora, en la que están magistralmente conseguidas las transiciones temporales con el recurso a una ilustración de fondo sobre la que se superpone un lienzo traslúcido en el que se escribe un resumen de los sucesos acaecidos entre una y otra escena que lee una voz en “off”.    

      Pero la obra nos regala una pequeña y deliciosa sorpresa que nos es anticipada en el título. Aprovecha el descubrimiento del retrato de una mujer joven tras el de Jovellanos joven que se custodia en el Museo de Bellas Artes de Asturias, para fantasear con un suceso galante, o por mejor decir, amoroso del ilustrado gijonés, y digo amoroso, porque esa relación es mostrada como permanente en la vida de Jovellanos y capaz de superar la mayores dificultades como su encarcelamiento en el Castillo de Bellver y  estar presente en la hora definitiva de la muerte. Esta licencia se apoya asimismo en los poemas de D. Gaspar dedicados a Enarda, nombre que se le da al personaje de la enamorada. La recitación de uno de ellos abre la obra. Beatriz Arrieta fue una Enarda correcta.     

     Los amigos que apoyaron a Jovellanos están representados en el personaje de marqués de Camposagrado interpretado con acierto, vehemencia y buena dicción por el actor David R. Bascarán. Don José, el sacerdote amigo del alma y bienintencionado representa a aquella parte del clero que estuvo de su parte a pesar de sus ideas ilustradas y además refleja de manera atinada el paulatino y casi inadvertido cambio que se va gestando en el pensamiento del personaje, bien interpretado por el actor Ovidio Paredes, con buena presencia aunque hubo momentos en que su dicción no fue lo suficientemente clara.     

     Dominica es el criado fiel hasta la muerte que acompañó a nuestro protagonista en todos los lances de su ajetreada existencia sin abandonarlo nunca y que Ana Cristina ha preferido cambiar de sexo para equilibrar el reparto, interpretado por la actriz Carmen de Cangas.    

      El Conde de Luarca (Javier del Rey) representa por el contrario todos los enemigos que persiguieron a la figura protagonista así como la Duquesa de Numancia (Puri Sedano) pero que también puede ser un trasunto de la reina María Luisa.    

      Godoy (Alvaro Solano), su gran enemigo, esta tratado de forma caricaturesca, y su caracterización basada con acierto en la iconografía que se conoce de este político.   

       A parte del texto recreado que resultó ameno e instructivo, al que le es aplicable aquel viejo dicho de “aprende disfrutando”, me subyugaron tanto el montaje escenográfico muy sencillo pero de gran efecto, como las imágenes de fondo, en su mayoría tomadas de Goya o en su caso con guiños a este autor,  que envolvían un escenario reducido a lo básico, lograron una sensación tridimensional y emotiva que alcanza su climax con la imagen de la casa de los Trelles en Puerto de Vega, donde el ilustrado asturiano falleció.     

     Considero un acierto el vestuario, también ideado, por Ana Cristina Tolivar con el que se consigue subrayar las posturas e intenciones ocultas de los personajes. En el caso de Jovellanos vemos la evolución del mismo, desde la peluca diciochesca de la primera escena hasta la sobriedad del final. Fue interpretado de manera solvente por Eusebio Tuya.    

      La representación está envuelta en un clima musical maravillosamente seleccionado por Irina Palazhchenko. Cuyo momento estelar lo vivimos, cuando apenas acabábamos de asistir al deceso del protagonista, y tras una veladura traslúcida, aparece Ana Cristina Tolivar vestida de negro, tocada con un sombrero con velas encendidas, en clara alusión al espíritu de Goya tan importante en la vida de Jovellanos, cantando una canción fúnebre a manera de “réquiem”. Fue un momento sobrecogedor, cargado de significados y magistralmente interpretado. También fue acertado el alegre canto de la canción popular del “vito-vito” a cargo de Alejandro Villa en su papel de sargento en el Castillo de Bellver.   

       No quiero acabar esta reseña sin destacar que la obra fue levantada con el esfuerzo de sus productores –los actores actuaron desinteresadamente así como la autora- y sin ayudas institucionales, es más, esta producción se presentó al Premio Jovellanos que fue ganado por la producción de la obra de teatro de Jovellanos “El delincuente Honrado”. Obra a cuya representación en Gijón también acudí. Tengo que decir que no entiendo muy bien la decisión del jurado porque la obra teatral es de los escritos menos afortunados de su autor, no el mensaje que nos intenta trasmitir, muy vigente aún por desgracia, sino por el género elegido, hubiera sido mejor para sus propósitos el ensayo que la forma teatral que Jovellanos no dominaba y que a la postre resulta una especie de folletín.

Como ya dije, es mucho más esclarecedora de su figura y más fácil de asimilación por el público contemporáneo, sin necesidad de adulterar texto alguno, la obra recreada por Ana Cristina Tolivar que tanto hizo disfrutar al público ovetense.  

 María Alú Mortera


Comentarios

Por llanes 2011-12-22 12:58:00

Discrepo con la valoración de los actores, en el resto concuerdo. Marques de Camposagrado: excepcional en todos los registros gestos, entonación, maneras y dicción (por cierto, al actor que lo interpreta nunca lo había visto, habra que seguirle la pista), pero también excepcional Eusebio Tuya en el papel de Jovellanos. Enarda quizás un poco declamatoria, pero muy, muy bien por momentos. El resto cumple más que de sobra, sin fallos y con una más que aceptable interpretación


Por LLanes 2011-12-22 12:56:00

.


Por Romualdo 2011-12-07 20:15:00

Buena crítica. Yo tuve la suerte de verla en Avilés, lo que no creo es que la sra. Alú todavía se sorprenda de las cacicadas de la trama político-familiar gijonesa.


Por Aller 2011-12-07 16:22:00

De acuerdo con Visor y la autora. Jovellanos no fue buen dramaturgo. Tampoco su canto épico a las armas a los asturianos supera las convenciones del momento. Pero no cabe duda que era hombre inteligentísimo y prudente. Equilibrado entre extremismos. Y honrado a carta cabal. justo lo que la clase política de estos años no ha sido.


Por Visor 2011-12-07 15:53:00

Jovellanos, parece ser, no fue un buen dramaturgo, tampoco un excepcional poeta. Sin embargo su obra satírica en verso está considerada como de la mejor del siglo XIX.


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