Jueves, 05 de diciembre de 2024
Comentario al Evangelio del Domingo por Monseñor Jesús Sanz
La cuaresma: un camino de alegría
Antes de la escucha de la Palabra de Dios, antes de las ofrendas, antes de la comunión, la misa tiene un comienzo humilde: recordarnos que somos pecadores. No es una humillación que te aplasta, sino que es la que te permite recomenzar. La liturgia de cuaresma comienza con una afirmación impopular, que es quizás la que nos ha colgado a los cristianos el sambenito de tener una fe oscurantista. La afirmación es que necesitamos convertirnos porque somos indigentes. El salmo responsorial del primer domingo de cuaresma dice precisamente: «Reconozco mi culpa, tengo siempre presente mi pecado» (Sal 50). Y sin embargo si el pecado (y todos nuestros fracasos y limitaciones) tuviese la palabra última y fatal, eso sería lo triste.
Eso del pecado y eso de ser pecadores, no es un “tic” cristiano, sino una realidad patente. El cristiano le pone nombre, lo reconoce, y le ofrece una solución, pero el pecado no es invención del Cristianismo. Pensemos en la generosa gama de corrupciones, inmoralidades, violaciones, robos, homicidios, injusticias, depravaciones... Pensemos en todos esos sucesos que llenan hoy día las páginas luctuosas. Estas cosas son pecado, pero no existen porque los cristianos las cataloguemos como tales, sino justamente al revés: porque se dan por eso las llamamos pecado y las ponemos un nombre.
No obstante, si sólo llegásemos a denominar nuestro fracaso, nuestros fallidos intentos de ser felices sin ofender, sin manchar, sin machacar, el Cristianismo sería cruel por advertirnos anticipadamente de un mal que no tiene cura, de algo que realmente no tiene solución. Pero este es precisamente el núcleo del acontecimiento cristiano: que la salvación, la felicidad, la superación de todo pecado, de todo fracaso y de toda muerte se llama Jesucristo.
Por eso el salmo 50 continúa diciendo: «Crea en mí un corazón puro, renuévame por dentro con espíritu firme... devuélveme la alegría de tu salvación». Efectivamente, el mensaje de la cuaresma cristiana no es la condena a un terrible paredón, sino precisamente la más grande, la más inesperada y la más inmerecida de las amnistías.
Comienza la cuaresma. Es el desierto de todas nuestras tentaciones en donde se nos salva de la soledad librándonos de nuestras seducciones funestas. Comienza un tiempo de penitencia, de ayuno y de oración, para prepararnos a la acogida renovada de la Luz pascual que viene a iluminar todas nuestras oscuridades, la acogida de la salvación del Hijo de Dios en cuyas heridas todas las nuestras han sido curadas, la acogida de la victoria del Resucitado que viene a triunfar sobre todas nuestras muertes. Por eso, paradójicamente... la cuaresma es camino de alegría.
+ Fr. Jesús Sanz Montes, ofm Arzobispo de Oviedo
Columnistas
La subida global de temperaturas y la conveniencia de ir sustituyendo las fuentes de energía tradicionales (gas, petróleo y carbón) por otras más sostenibles es un tema de permanente actualidad tanto en los medios de comunicación como en la política. Frente a la versión aplastantemente mayoritaria del problema y sus soluciones, el ciudadano atento y bien informando acaba descubriendo algunos problemas a los que no se les presta demasiada atención. En este artículo se presentarán algunos de ellos
Por Francisco Javier Garcia AlonsoLeer columna
La propuesta que más influyó para atraer el voto de muchos europeos hacia las nuevas derechas es el rechazo a las políticas que facilitan la inmigración incontrolada, pues están convencidos de que aumenta la delincuencia y favorece la islamización de Europa
Por Angel Jiménez LacaveLeer columna
La alternativa a la "justicia social" no es un escenario de pobres muriéndose en las aceras por falta de recursos para pagarse un hospital. La alternativa sería una sociedad en la que, con una presión fiscal que fuese muy inferior a la actual, la gran mayoría de la gente se las arreglase muy bien por sí misma, sin depender de papá Estado. Publicado en el centro Covarrubias
Por Francisco J Contreras Leer columna
Este hombre de 82 años ha hecho más daño al sanchismo en dos meses que Feijóo y sus diputados en esta legislatura
Por Rafael Sánchez SausLeer columna
En su libro “Agenda 2033, nueva y eterna”, Eduardo Granados presenta una propuesta para que pongamos nuestra mirada en 2033, fecha en la que se cumplen dos mil años de la Redención. En 2033 confluyen las celebraciones del bimilenario de la institución de la Eucaristía, de la muerte y resurrección de Cristo y del nacimiento de la Iglesia. En esta entrevista el autor nos da las claves de esta original propuesta.
Por Teodoreto de Samos Leer columna
Detrás de tanta normativa milimétrica se agazapa una desconfianza descomunal en la gestión privada, que actúa como un implícito reproche moral. Publicado en El Debate
Por Enrique García MáiquezLeer columna
Occidente no perdió el rumbo en 1776, sino en 1917 y 1968.
Por Francisco J Contreras Leer columna
Sólo el advenimiento de los Reyes Católicos, y el resultado de su prodigiosa obra, pudo superar, andando el tiempo, esa primacía en la memoria de los castellanos. Pero para ello hubieron de pasar casi doscientos cincuenta años Publicado en El Debate
Por Rafael Sánchez SausLeer columna
Cabe resaltar aquí lo afirmado por el fiscal jefe de la Audiencia Nacional: "En definitiva, da igual el explosivo que se utilizara, lo cierto es que todas las pruebas apuntan a que estos personajes fueron los que cometieron ese atentado y la trama asturiana proporcionó los explosivos" (sic).
Por Ana María Velasco Plaza Leer columna
El papel rector de la Comisión Europea —que concentra todo el poder ejecutivo y gran parte del legislativo de la UE, pero no responde ni ante los Gobiernos nacionales, ni ante los ciudadanos europeos ni ante el Parlamento Europeo— es el principal instrumento de ese proceso de supranacionalización Publicado previamente en LA GACETA
Por Francisco J Contreras Leer columna